Todo está perdido pero está dispuesta a hacer lo que sea para recuperar a su ex, considerado el amor de su vida. Esta mujer sufre el complejo de Cenicienta.No es poco frecuente escuchar historias de mujeres que sufren del complejo de Cenicienta. Son mujeres que hacen todo lo posible por recuperar a su ex, aquel que creen que es el hombre de su vida.
Muchas veces esas historias pasan por infidelidades, desprecios, chantajes emocionales, incluso maltrato psicológico y aún así, las mujeres una y otra vez vuelven, perdonan y ponen todo de su parte por recuperar esa relación que está perdida de origen.
Los que trabajamos con parejas con dificultades de relación, observamos con frecuencia este tipo de actitudes en muchas mujeres. Muchas veces vienen enmascaradas por un enamoramiento insano, que hace que muchas sean capaz de cualquier cosa con tal de recuperar o no perder a la que consideran su otra mitad.
¿Qué es el complejo de Cenicienta?
Las personas que se encuentran en esa situación sufren el llamado Complejo de Cenicienta. Este síndrome fue descrito por primera vez por Collete Dowling, quien escribió un libro sobre el miedo de las mujeres a la independencia.
Y es que un deseo inconsciente de ser atendidas por otros, se basa principalmente en el temor de ser independientes. Algunas creen que no pueden cuidarse solas. Esto hace que no se desarrollen lazos sanos entre la pareja, pues están basados más en una dependencia y en una idolatría que en un amor sincero. El complejo, se dice, es cada vez más evidente a medida que la persona envejece.
Colette Dowling intentó definir a las mujeres con este síndrome como motivadas por un deseo inconsciente de ser cuidadas, como consecuencia a un miedo de ser independiente. Este fenómeno puede ser definido como un síndrome y se caracteriza por una serie de motivaciones específicas o causas.
Características del complejo de Cenicienta
Dowling identifica solo una de las motivaciones, mientras que el síndrome es en realidad una combinación de muchas motivaciones, que son en sí mismas características que conforman un complejo.
Algunas de las características propias del complejo de Cenicienta son:
- Baja autoestima.
- Dependencia constante, no solo emocional sino también económica.
- Miedo a salir de la zona de confort, por no querer hacerse cargo de una situación que te está minando como mujer, pese a los constantes desprecios y maltrato psicológico a la que está siendo sometida.
- Idealización de la pareja. Suele ser frecuente enamorarse del amor, de una persona que no existe y que no te quiere bien, que constantemente te lo recuerda, pero no lo lo sabes o no lo quieres ver.
La dignidad de la mujer
Sin embargo, la Biblia es muy clara. Ya en sus primeras páginas podemos leer:
y creó Dios al ser humano a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y mujer”
Los creyentes consideramos que, ya desde el origen de todos los tiempos, “la dignidad de la persona humana está enraizada en su propio ser”, en su creación a imagen y semejanza de Dios. Por lo tanto, cualquier persona es merecedora de todo amor y admiración.
Un amor que empieza por uno mismo. Por consiguiente, conviene mirarme bien, para quererme bien, una vez tomo conciencia de mi dignidad.
Si el amor no saca lo mejor de mí, lo más verdadero, lo más mío, no es un amor sano.
La persona que ama está llamada a hacer de mí una mejor persona. El amor humano llega en Jesús a su máxima expresión. Es el amor que escucha, acoge, perdona, sostiene, admira, calma.
En Amoris Laetitia (90) vemos algunas características del amor verdadero en el así llamado himno de la caridad escrito por san Pablo en Corintios 13, 4-7.
¿De dónde viene el complejo?
En muchas ocasiones, ese complejo de Cenicienta tiene su origen en heridas del pasado, por lo que es fundamental identificar esa herida y sanarla. Este es el primer paso para salir de esa relación de dependencia, para aprender a mirarte y reconocer tu dignidad como persona, y para establecer los límites necesarios a esa persona que no te quiere bien.
En consecuencia es crucial identificar lo que nos ata al otro y romper esa cadena de dependencia.
Nosotros somos personas únicas e irrepetibles y como dice el Papa Francisco en Amoris Laetitia (241).
En algunos casos, la valoración de la dignidad propia y del bien de los hijos exige poner un límite firme a las pretensiones excesivas del otro, a una gran injusticia, a la violencia o a una falta de respeto que se ha vuelto crónica. …. “.
Ten por seguro que el mejor regalo que te puedes hacer es ser una persona auténtica, recta y congruente, fiel a tus valores y principios morales.
No esperes a que alguien más reconozca tu valor y reconócelo tú.
Acéptate sin esperar a que alguien más te acepte.
No esperes a que alguien más te ame para amarte tú.
Eres una persona única e irrepetible, exclusiva y digna por el hecho de existir.
No esperes a que alguien más te brinde seguridad porque tu mayor seguridad nace desde dentro de ti, de tu alma.
Te puede interesar:
Casarse enamorada de un hombre bueno augura felicidad