Un techo de 2,5 por 3 metros cuadrados ya es el refugio de 24 personas que no tenían dónde pasar el invierno de la pandemia. La parroquia de St. Mary en Kitchener, Ontario (Canadá), ha completado un proyecto que construyó 24 “hogares diminutos”. Estas nuevas casas, cada una de 2,5 por 3 metros de tamaño, ofrecerán refugio a los necesitados durante el primer invierno de la pandemia global.
Según informa The Catholic Register, el proyecto empezó con el fin de ofrecer asilo temporal y distanciamiento durante la pandemia de coronavirus. Ahora, el éxito de la iniciativa y la respuesta positiva de quienes viven en estas casas diminutas sugiere que quizás funcionen mejor como una solución permanente. El padre Toby Collins, pastor de la iglesia de St. Mary, comentó:
“Los que, de otro modo, habrían estado en el exterior con tiendas de campaña incluso durante el invierno escogen esta opción porque les ofrece mucha más seguridad”, afirmó Collins. “Al mismo tiempo, consiguen un cierto nivel de autonomía en estas casitas. Pueden pintar y clavar cosas en las paredes, lo cual les deja un margen de creatividad y personalización”.
Un techo
Este proyecto de hogares diminutos fue una ocurrencia del feligrés Ron Doyle, un empresario industrial local que posee varios espacios amplios para eventos en la zona. Doyle suministró gran parte de la financiación y la organización logística del proyecto, pero contrató para el trabajo a entusiastas trabajadores de las iglesias de St. Mary y de Holy Cross, la iglesia luterana local.
A estos trabajadores voluntarios, la mayoría adolescentes, puede vérseles en una serie de vídeos hablando de sus buenas obras, de las reacciones de los beneficiados y del impacto que el proyecto ha tenido para ellos. Una chica dijo:
“No me había dado cuenta de que yo misma sería la más afectada por este viaje. Ver esas casas terminadas me ha enseñado que hay cosas que puedo hacer y que hay que tener fe en la Iglesia católica que te respalda cuando estás trabajando en un proyecto, es maravilloso e increíble”.
Para transformar esas casetas en casa habitables, los trabajadores instalaron ventanas, aislamiento, barreras de vapor, paredes ignífugas, solería y pintaron los exteriores. La construcción se realizó en la propiedad de St. Mary y las estructuras completas se transportaron al solar donde las 24 minicasas componen una comunidad en miniatura. La parroquia anima a los beneficiarios a modificar las casas a su gusto, con pintura o decoración, pero parece ser que hubo un hombre tan entusiasmado que se construyó un porche él mismo.
Doyle señaló que aún hay varias personas viviendo en tiendas de campaña en la propiedad, donde espera se construyan varias casitas más antes de Navidad. Doyle, que es propietario del terreno donde se encuentran las casas ahora, continúa pagando las facturas de los suministros de los residentes y se espera que financie la mayoría de los gastos de cualquier casa nueva que se construya. Al parecer, cada caseta cuesta unos 5000 dólares.