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El Papa invitó a misa a 100 personas sin hogar en la Basílica de San Pedro

PAPIEŻ FRANCISZEK W MASECZCE

ANDREAS SOLARO/AFP/East News

Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 15/11/20

VI Jornada Mundial de los Pobres en el Vaticano: “Porque la mayor pobreza que hay que combatir es nuestra carencia de amor”.

El papa Francisco pronunció hoy una vibrante homilía sobre el servicio. Llamó ‘momias’ a los cristianos que viven cuidándose a sí mismos, sin arriesgar jamás, sin ayudar a los demás, apegados a la observancia de las reglas; que no hacen el mal, pero tampoco hacen el bien. Así como el siervo inútil que enterró el talento dado por su Señor en la parábola que Jesús contó a sus discípulos (Mateo 25, 15).

A las 10 de la mañana de hoy, Francisco presidió en el Altar de la Cátedra de la Basílica Vaticana, la Celebración Eucarística con motivo de la Cuarta Jornada Mundial de los Pobres.

Solo pudieron participar alrededor de 100 fieles en la celebración de este domingo, 15 de noviembre, debido a las restricciones por la emergencia sanitaria y para evitar nuevos contagios por la covid-19.

El Papa tuvo huéspedes de honor: nada de cardenales, autoridades civiles o políticas. En la misa participó una especial representación de pobres e indigentes que lucieron mascarillas, junto con los voluntarios que los acompañaban y los representantes de las realidades caritativas que los asisten diariamente en Roma.

Los pobres, nuestro rédito eterno.

“Los pobres nos garantizan un rédito eterno y ya desde ahora nos permiten enriquecernos en el amorPorque la mayor pobreza que hay que combatir es nuestra carencia de amor”, dijo el Papa. 

Y rememora, el Libro de los Proverbios, que alaba a una mujer laboriosa en el amor, cuyo valor es mayor que el de las perlas: debemos imitar a esta mujer que, según el texto, «tiende sus brazos al pobre» (Pr 31,20).

“Extiende tu mano a los necesitados, en lugar de exigir lo que te falta: de este modo multiplicarás los talentos que has recibido”.

El alma como una momia 

En este contexto, el Papa pronunció una homilía contundente para indicar que es triste cuando un cristiano juega a la defensiva, apegándose sólo a la observancia de las reglas y al respeto de los mandamientos y se cuidan tanto a sí mismos de no arriesgan jamás.

“Esos cristianos mesurados que jamás dan un paso fuera de las reglas, que tienen miedo del riesgo. Y estos, permítanme la imagen: Estos que se cuidan tanto a sí mismos de no arriesgar jamás. Estos comienzan un proceso de momificación del alma. Y terminan por ser momias”. 

Cristianos del ‘ojalá, ojalá’

Francisco indicó que “en demasiadas ocasiones, cuando miramos nuestra vida, vemos sólo lo que nos falta. Entonces cedemos a la tentación del “¡ojalá!”:

Es decir, ¡ojalá tuviera ese trabajo, ojalá tuviera esa casa, ojalá tuviera dinero y éxito, ojalá no tuviera ese problema, ojalá tuviera mejores personas a mi alrededor!… La ilusión del “ojalá” nos impide ver lo bueno y nos hace olvidar los talentos que tenemos.

Pero – afirmó el Papa-  Dios nos los ha confiado porque nos conoce a cada uno y sabe de lo que somos capaces; confía en nosotros, a pesar de nuestras fragilidades.

También confió en aquel siervo que ocultó el talento: esperaba que, a pesar de sus temores, también él utilizara bien lo que había recibido. En concreto, el Señor nos pide que nos comprometamos con el presente sin añoranza del pasado, sino en la espera diligente de su venida”.

El servicio

“No sirve para vivir el que no vive para servir”, destacó el Papa, quien explicó que en la parábola del servidor inútil, Jesús recalca el servicio: el trabajo de los sirvientes. “El servicio es también obra nuestra, el esfuerzo que hace fructificar nuestros talentos y da sentido a la vida”.

Arriesgar

“En el Evangelio, los siervos buenos son los que arriesgan”, dijo. “No son cautelosos y precavidos, no guardan lo que han recibido, sino que lo emplean. Porque el bien, si no se invierte, se pierde; porque la grandeza de nuestra vida no depende de cuánto acaparamos, sino de cuánto fruto damos”.

“Cuánta gente pasa su vida acumulando, pensando en estar bien en vez de hacer el bien. ¡Pero qué vacía es una vida que persigue las necesidades, sin mirar a los necesitados! Si tenemos dones, es para ser dones”.

El Papa cuestionó: ¿Yo sigo solo mis necesidades o soy capaz de mirar hacia quien vive con necesidad? Y luego mimando el gesto añadió: ¿Mi mano está extendida o cerrada?

Fidelidad al Evangelio

Cabe destacar que los siervos que invierten, que arriesgan, son llamados «fieles» cuatro veces (vv. 21.23). Para el Evangelio no hay fidelidad sin riesgo.Ser fiel a Dios es gastar la vida, es dejar que los planes se trastoquen por el servicio.

El Papa invitó a dejarse llevar por los planes de Dios y no por los propios. La palabra clave reitera de nuevo es: ‘Servir’.

Portarse bien no es suficiente

El Papa indica que “no es suficiente la observancia de las reglas, la fidelidad a Jesús no se limita simplemente a no equivocarse”.

Prefirió pecar por omisión antes de correr el riesgo de equivocarse. No fue fiel a Dios, que ama entregase totalmente; y le hizo la peor ofensa: devolverle el don recibido. ‘Tu me diste, yo te devuelvo esto. Nada más’.

En cambio, el Señor nos invita a jugárnosla generosamente, a vencer el miedo con la valentía del amor, a superar la pasividad que se convierte en complicidad”, abundó. 

Los pobres, centro del Evangelio

“¿Quiénes son los “prestamistas” para nosotros, capaces de conseguir un interés duradero? Son los pobres, pero no se olviden: los pobres están en el centro del Evangelio”. 

El Evangelio no se entiende sin los pobres.Los pobres están en la misma personalidad de Jesús, que siendo rico se anuló a sí mismo, se hizo pobre, se hizo pecador; la pobreza más fea.

Navidad

El tiempo de navidad está cerca, el tiempo de las fiestas. Cuántas veces las personas se preguntan: ¿Qué puedo comprar? ¿Qué más puedo obtener? ‘¡Debo ir a los negocios a comprar!’ Digamos otra palabra: ¿Qué puedo dar a los demás para ser como Jesús?

El Papa recordó que Jesús dono todo de sí mismo y nació precisamente en un pesebre.

Llegamos así al final de la parábola: habrá quien tenga abundancia y quien haya desperdiciado su vida y permanecerá siendo pobre (cf. v. 29).

El amor 

“Al final de la vida, en definitiva, se revelará la realidad: la apariencia del mundo se desvanecerá, según la cual el éxito, el poder y el dinero dan sentido a la existencia, mientras que el amor, lo que hemos dado, se revelará como la verdadera riqueza. Eso caerá, en cambio, el amor emergerá”.

Luego, citó a un gran Padre de la Iglesia que escribió: «Así es como sucede en la vida: después de que la muerte ha llegado y el espectáculo ha terminado, todos se quitan la máscara de la riqueza y la pobreza y se van de este mundo.

Y se los juzga sólo por sus obras, unos verdaderamente ricos, otros pobres» (S. Juan Crisóstomo, Discursos sobre el pobre Lázaro, II, 3). Si no queremos vivir pobremente, pidamos la gracia de ver a Jesús en los pobres, de servir a Jesús en los pobres.

Me gustaría agradecer a tantos fieles siervos de Dios, que no dan de qué hablar sobre ellos mismos, sino que viven así: sirviendo”.

El ejemplo de un misionero

El Papa ha puesto como ejemplo la vida del sacerdote italiano, Roberto Malgesini, quien murió el 15 de septiembre de 2020, cuando un hombre desequilibrado mentalmente lo acuchilló mientras servía a los pobres en la plaza principal de Como, Italia. 

“Este sacerdote no hizo teorías; simplemente, vio a Jesús en los pobres y el sentido de la vida en el servicio. Enjugó las lágrimas con mansedumbre, en el nombre de Dios que consuela.

En el comienzo de su día estaba la oración, para acoger el don de Dios; en el centro del día estaba la caridad, para hacer fructificar el amor recibido; en el final, un claro testimonio del Evangelio.

Este hombre comprendió que tenía que tender su mano a los muchos pobres que encontraba diariamente porque veía a Jesús en cada uno de ellos.

Hermanos y hermanas, pidamos la gracia de no ser cristianos de palabras, sino en los hechos. Para dar fruto, como Jesús desea”, concluyó.

IV Jornada Mundial de los pobres

La “Jornada Mundial de los Pobres” nació durante el Jubileo de la Misericordia con el objetivo dedar continuidad a esta iniciativa ‘extraordinaria’. De hecho, el Papa cerró el Jubileo (2015/2016) con ellos.

En esa ocasión, el Papa tuvo un encuentro con más de 4 mil personas sin hogar. Emblemáticas fueron las imágenes de un grupo de ellos que le rodeaba para rezar por él.

En 2017 celebró la Primera Jornada. Es el cuarto año consecutivo que Francisco realiza esta iniciativa, para sensibilizar sobre el bien que los cristianos pueden hacer ayudando a personas sin recursos.

En el pasado, después de la Misa almorzaba con 1500 pobres, refugiados y personas sin techo. Sin embargo, la pandemia ha obligado a cancelar todos los proyectos para este año.

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