En una de las temporadas de huracanes más activas documentadas, muchas personas de todo el mundo están con un ojo puesto en el tiempo preguntándose si tendrán que evacuar (otra vez) y qué hogar les quedará a su regreso.
Los santos también se enfrentaron a climas extremos, tanto navegando los peligros de feroces tormentas como rezando por una lluvia milagrosa.
Mientras resistes la temporada de huracanes, recurre a estos santos que sobrevivieron a tormentas extremas, incluyendo huracanes y tifones, o que rezaron (con éxito) por el clima que necesitaban. A través de su intercesión, que Dios nos proteja y nos conceda valentía y fortaleza.
1Santa Escolástica (480-543)
Quizás no sea el mayor consuelo para quienes se sienten desesperados mirando los pronósticos de huracanes. La hermana de san Benito estaba disfrutando la visita anual de él cuando Benito empezó a hacer los preparativos para marcharse.
Ella le suplicó que se quedara, pero Benito insistió en que tenía que regresar a su abadía para seguir su Regla. Así que Escolástica empezó a rezar y empezó a llover a raudales, evitando que se marchara Benito.
Pasaron una última noche juntos porque, tres días después, Escolástica falleció. Su hermano se sintió agradecido por el poder de las oraciones de su hermana para dirigir el tiempo. No importaba si era en contra de su voluntad.
2San Francisco Solano (1549-1610)
Fue un sacerdote y misionero franciscano español en América del sur. A bordo de un barco en dirección a Perú, fray Francisco aprovechó la oportunidad para dedicar unas palabras de esperanza y amor a las personas esclavizadas que viajaban como mercancía.
Cuando una terrible tormenta lanzó el navío contra una costa rocosa, el capitán y la tripulación abandonaron a las personas esclavizadas. Las lanzaron a su fatal destino en esa tumba de agua.
Fray Francisco rechazó su lugar en el bote salvavidas y se quedó para bautizar a los presos mientras el bote partía.
Ayudó a salvar a tantos como pudo, esperando con ellos y rezando con ellos durante tres días hasta que, contra todo pronóstico, les rescataron.
Pasó los siguientes 20 años trabajando con personas indígenas de Perú y denunciando los abusos de los colonos.
3Beato Pedro Kibe (1587-1639)
Fue un cristiano japonés que sintió la vocación de ser sacerdote jesuita. Hicieron falta 14 años de perseverancia (y una caminata de 6 mil kilómetros) hasta convencer a un obispo de que lo ordenara. Más otros ocho años de viajes hasta que pudo regresar a su Japón natal.
En el último tramo de su viaje, el padre Kibe construyó un barco en Manila después de verse incapaz de encontrar a nadie que quisiera llevar a un cristiano a Japón.
Él y sus compañeros se embarcaron en un viaje de 1.600 kilómetros a través del mar de Filipinas... en mitad de la temporada de tifones.
Su destartalado barco apenas era apto para navegar. Sin duda, no estaba preparado para protegerles durante el tifón que los azotó cuando casi habían llegado a su destino.
El padre Kibe y su tripulación naufragaron, pero todos sobrevivieron, Descubrieron que habían sido conducidos hacia la orilla de la costa de Kagoshima, justo donde san Francisco Javier había tomado tierra cuando anunció por primera vez el Evangelio en Japón.
El padre Kibe por fin llegó a Japón y pudo servir como sacerdote durante ocho años antes de ser capturado y asesinado.
4San José Vaz (1651-1711)
Fue un sacerdote indio (hijo de una mujer india y un hombre portugués) que sirvió durante muchos años en Sri Lanka. En las áreas de la isla que controlaban los calvinistas, el catolicismo estaba estrictamente prohibido.
Con su identidad de sacerdote oculta en gran medida por su etnia, el padre José iba pidiendo de puerta en puerta. Iba con un rosario alrededor del cuello, atrayendo a católicos encubiertos mientras engañaba a los holandeses.
Cuando fue capturado por el rey de Kandy, un pequeño reino en la isla, demostró el poder de Dios. Rezó por que llegara la lluvia para poner fin a una sequía.
Se cuenta que de inmediato empezó a llover a cántaros por doquier... excepto sobre el padre José, que permaneció totalmente seco. Debidamente impresionado, el rey le dio libertad para recorrer el reino y evangelizar como creyera oportuno.
5Beato Giovanni Battista Mazzucconi (1826-1855)
Fue un sacerdote italiano y misionero en Papúa Nueva Guinea. Contrajo malaria mientras predicaba el Evangelio a los nativos y, en su débil estado, fue enviado a Sidney para tratarse.
Sin embargo, en el viaje, les cayó un ciclón tropical un Miércoles Santo, desgarrando las velas y rompiendo el mástil del barco.
Los pasajeros y la tripulación quedaron a la deriva de los fuertes vientos durante cuatro días, hasta el amanecer del Domingo de Pascua, que les recibió con cielos claros. Según escribió en una carta:
"Bueno, ese Dios que me salvó entonces estará conmigo otra vez en este viaje".
Y tenía razón, pero no como él esperaba. Cuando el barco llegó a tierra, el joven sacerdote fue recibido por un líder del pueblo que había intentado evangelizar; el hombre se acercó al padre Giovanni con actitud amistosa, pero lo atacó con un arma oculta y lo mató.