La pandemia nos ha quitado muchas cosas, pero nos da la oportunidad de hacer algo bueno. Y eso es lo que piensa la archidiócesis de Valencia
Si empiezo este artículo diciendo que vivimos momentos difíciles, sería tal vez un poco repetitivo -aunque verdad-. Vivimos tiempos de oportunidades. ¿Por qué no?
Esta crisis sanitaria, social, económica y política está dejando situaciones -que saltan a la vista- en las que tenemos que responder.
La pandemia nos ha quitado muchas cosas, pero nos da la oportunidad de hacer algo bueno. Y eso es lo que piensa la archidiócesis de Valencia.
Antes del coronavirus, durante el coronavirus y por supuesto cuando todo esto pase, ahí ha estado la Iglesia católica. Y lo ha demostrado durante estos meses con creces.
¡La vida continúa, los proyectos continúan y ahí fuera sigue habiendo mucha gente que necesita ayuda!
Y la Iglesia es especialista en estar con los últimos de los últimos: con los que nadie se acuerda, con los que más sufren, con los enfermos y descartados.
Por eso la archidiócesis de Valencia y su arzobispo -y cardenal- Antonio Cañizares, siguen con el plan. El plan de que pase lo que pase, hay que ayudar y estar con los que lo necesitan. Por eso han anunciado la construcción de una residencia.
La archidiócesis -a pesar de esta situación- está celebrando el segundo año jubilar del Santo Cáliz.
Y es que en la catedral de Valencia se encuentra el que se cree que pudo ser el cáliz con el que Jesús bebió el vino de la Última Cena.
Así que es un año importante, y el cardenal Cañizares ha decidido que todo lo que se recaude… irá destinado a construir una residencia.
Y no es una residencia cualquiera. Se trata de una residencia para mayores con hijos discapacitados donde ambos puedan vivir juntos y ser atendidos. Es decir, un lugar preparado para situaciones límite.
Porque los padres de las personas discapacitadas se hacen mayores, y sus hijos necesitan cuidados especiales. En esta residencia se atenderá a ambos, para que puedan seguir como tienen que estar: juntos.
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El cardenal ha anunciado este proyecto en la presentación del Año Jubilar.
En ella asegura que durante este año “las parroquias fomentarán al máximo la pastoral de la salud, la atención a los enfermos, a los que están en casa solos, a los que sufren el virus, que por nuestra parte tengan las necesidades espirituales y materiales cubiertas.
Que las Cáritas parroquiales hagan todo lo posible para ello” y que esas personas “puedan tener al lado a un cristiano que le ayude y formar equipos de pastoral que atiendan a los enfermos donde no existan”.
La residencia se ubicará en Torrent, y Cañizares ha explicado que la idea viene “para que esa preocupación que los padres pueden tener cuando ellos ya no estén, sea resuelta y puedan vivir sus últimos años con tranquilidad”.
Será un lugar para acogerles y darles atención “en un proyecto de gran envergadura, que está iniciado y que tenemos la firme voluntad de que un día pueda ser real su apertura”.
Esta no es la primera iniciativa que lleva a cabo la archidiócesis de Valencia. Y esto sin contar las Cáritas parroquiales, la labor de los religiosos y religiosas, y por supuesto los laicos que se vuelcan con las personas que lo necesitan.
En diciembre de 2019 el cardenal anunció la apertura en la archidiócesis de Valencia de una residencia para acoger a menores sin hogar. Este proyecto está aprobado por el gobierno y va a ser gestionada por Cáritas Valencia.
Un ejemplo más de cómo la Iglesia se vuelca con los que más lo necesitan en todo momento. También ahora, en momentos difíciles e inéditos para todos.