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Lo que san León Magno puede enseñarnos sobre los desafíos

San León Magno

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Michael Rennier - publicado el 10/11/20 - actualizado el 09/05/25
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La próxima vez que tengas que lidiar con algo que parezca difícil o imposible, deja que san León, el primer papa llamado así, te inspire al enfrentar obstáculos

Por lo general nos gusta tener todo bajo control; y cuando algo se nos sale de las manos, comenzamos a sentir que el mundo se nos viene encima a causa de distracciones, preocupaciones y demás, pero es importante comprender que no siempre podemos tener el control de toda situación, por ello León Magno nos muestra estos consejos para los desafíos de la vida.

San Léon Magno fue el primer papa en adoptar el nombre "León" por ello, especialmente hoy -con la elección del Papa León XIV- le recordamos y te mostramos algunas de sus anécdotas para superar los retos que llegan a nuestra vida.

Todos estamos en el viaje del héroe

Cuanto más pesada sea la carga que podamos llevar y más lejos avancemos en el camino, mayor será la recompensa. Sin embargo, estos son los desafíos que nosotros escogemos. Podemos aceptarlos con nuestro libre albedrío.

Pero ¿qué pasa con los desafíos que nos eligen a nosotros?, ¿qué pasa con el reto que llega sin invitación ni celebración de nuestra parte?

¿Qué pasa con ese desafío que nos hace hundirnos de desesperación y preguntarnos si este será, de hecho, el obstáculo que finalmente detendrá de bruces nuestro viaje?

Aceptando desafios

Ojciec bawi się z dzieckiem. Nosi je na baranach

El papa san León el Magno nos enseña cómo enfrentar desafíos inesperados y trae a la mente un incidente de su vida.

En el año 452, siendo León Papa, Atila el Huno y su horda de guerreros entró en el norte de Italia y empezó a saquear ciudades. Atila tenía una misión. Iba a saquear Roma y casarse con la hermana del Emperador, colocándose de este modo a sí mismo o a su hijo en la partida para ser el próximo Emperador.

Los ejércitos de Roma estaban impotentes ante el avance de Atila, así que enviaron una delegación para suplicar la paz. Lo peor que podía pasar, según razonó el Emperador, era que Atila matase a los embajadores de la delegación.

El hombre escogido para esta misión de desmesurado peligro fue el papa León I. En vez de declinar el encargo, cosa que nadie le habría echado en cara, dado que este tipo de misión no estaba en los requisitos de su trabajo, León accedió. Su secretario dijo que León, como no tenía ejército que le protegiera mientras cabalgaba hacia el norte, confiaba en la intervención divina.

Lo sucedido a continuación sorprendió a todos. Un testigo informa de que "Nuestro más bendito Papa León –confiando en la ayuda de Dios, que nunca abandona a los justos en sus juicios– asumió la tarea (…). Y el resultado fue el que su fe había previsto porque cuando el rey recibió a los embajadores, quedó tan impresionado por la presencia del sumo pontífice que ordenó a su ejército que detuviese las operaciones militares y, después de prometer la paz, se marchó más allá del Danubio". Atila se marchó del norte y Roma se salvó.

Las acciones de León

Lo más impresionante de las acciones de León es que tuvo la confianza de ponerse en manos de Dios, entendiendo que, incluso si llega un desafío de la talla de Atila el Huno para derribar tus defensas, lo que al principio parece tan abrumadoramente violento y destructivo en realidad no tiene poder sobre nosotros.

No importa lo que sucediera ese día, la Iglesia sobreviviría, Roma se recuperaría y Atila y sus hordas se desvanecerían. Los bárbaros ya estaban a las puertas. El desafío era inevitable, así que, en vez de esperar a que cayera sobre él y lo destruyera, León se preparó lo mejor que pudo para afrontarlo.

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