El paso del huracán Eta por Centroamérica deja una estela de muerte y destrucción enorme. La Iglesia de Honduras se unió en oración
Hacía muchos años que un huracán no dejaba tal estela de muerte, desolación y desastre en Centroamérica. Desde 1998, cuando el ciclón Mitch dejó su impronta terrible de nueve mil personas muertas, no se vivía algo parecido. Este año, 2020, estará marcado en esta región del mundo, no solamente por la pandemia de la Covid-19, sino por el paso del ciclón Eta.
Nicaragua, Honduras, Guatemala, en primerísimo lugar, pero también Panamá y Costa Rica y hasta México han sufrido el primer embate de Eta. Está bien dicho el primer embate, porque el segundo se dará los próximos días en el Golfo de México, con las Islas Caimán, Cuba y la costa de Florida o de Luisiana en Estados Unidos, como su nuevo destino.
Inundaciones y miles de damnificados
En Centroamérica, Eta ha dejado decenas de personas muertas; enormes inundaciones y miles de damnificados, muchos de ellos aislados, esperando que lleguen los equipos de rescate. Los daños son incuantificables aún. Eta llega en el peor momento de la crisis sanitaria y económica que se abate sobre esta región.
En Guatemala más de medio centenar de personas permanecen sepultadas por un deslizamiento de los cerros que dejó bajo toneladas de lodo la mitad de las casas del poblado de Quejá, al norte del país. Este viernes fueron desenterrados los primeros cuerpos. Cálculos extraoficiales dicen que habría, por lo menos, 150 personas víctimas del alud.
En Honduras, según los primeros reportes, hay decenas de localidades que han quedado completamente aisladas, carreteras destruidas y extensas zonas bajo agua. Las escenas tomadas por las cámaras de televisión muestran a cientos de personas encaramadas en los techos de sus casas, esperando ser evacuadas.
Las principales zonas donde los equipos de rescate del sistema nacional tienen que llegar –aunque carece de toda la capacidad técnica para hacerlo—son los alrededores de las ciudades de San Pedro Sula y Lima, al norte del país. El agua cubre el extenso Valle de Sula. Podría haber hasta 13 personas fallecidas y dos millones de personas damnificadas.
En el caso de este país, la Iglesia se unió en oración por las víctimas a través de un comunicado.
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Eta también azotó Panamá y Costa Rica, donde, generalmente, no pegan los ciclones. Panamá reporta al menos ocho desaparecidos por las inundaciones y deslizamientos de tierra en la provincia de Chiriquí, mientras que en Costa Rica, se reportan al menos dos muertos, importantes daños y 1.500 personas acogidas en albergues.
Desde el martes que entró por Nicaragua, Eta ha tenido una constante capacidad destructiva que se ha cebado sobre la débil infraestructura de países de Centroamérica debido a las enormes dimensiones de sus vientos y, sobre todo, del caudal de agua que ha inundado zonas de los cinco países que alcanzó a tocar en los tres días de su paso por la zona.
Pero, también Eta se sintió en el sur de México. Al otro lado de la frontera con Guatemala, 19 personas murieron debido a que las fuertes lluvias atribuidas al ciclón provocaron deslizamientos de tierra y crecieron arroyos y ríos. El peor incidente ocurrió en el municipio montañoso de Chenalhó, donde 10 personas fueron arrastradas por un arroyo crecido por la lluvia; sus cuerpos fueron encontrados más tarde río abajo.
A medida que el ciclón retoma fuerza en su camino hacia el Golfo de México, las aguas comenzarán a retirarse. Y comenzará el conteo de los muertos y de los daños. Centroamérica está en vilo, una vez más. Y de nueva cuenta, la presión migratoria será una constante en los próximos meses.
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