Francisco aprueba una Carta apostólica para evitar que curanderos, santones y gurús obtengan aprobación oficial de Iglesia Católica
El papa Francisco ha aprobado la Carta Apostólica, Authenticum charismatis. En el texto se modifica la ley eclesial para que sea la Sede Apostólica la que controle directamente los expedientes de posibles “fundadores” de nuevas comunidades religiosas o sociedades de vida apostólica.
En la Iglesia Católica, antes de este cambio, era suficiente la aprobación de un obispo diocesano para fundar una comunidad. De ahí que por esta “ventana piadosa” abierta para que entrara la luz de nuevas vocaciones se pudieran colar en el templo las tinieblas traídas por falsos profetas.
Estos son pederastas, gurús, santones, mercaderes de la fe, abusadores convertidos en ilustres e históricos “fundadores”.
Necesario reconocimiento de la Santa Sede
“Los fieles tienen derecho a ser advertidos por los Pastores sobre la autenticidad de los carismas y la fiabilidad de los que se presentan como fundadores“, expresa el Motu Propio.
Esto para evitar que “surjan imprudentemente Institutos inútiles o no dotados del suficiente vigor.” (Conc. Ecum. Vat. II, Decreto Perfectae caritatis, 19)”, se lee en el documento firmado por el Papa el 1 de noviembre de 2020.
Por eso, afirma: “es responsabilidad de la Sede Apostólica acompañar a los Pastores en el proceso de discernimiento que conduce al reconocimiento eclesial de un nuevo Instituto o de una nueva Sociedad de derecho diocesano“.
Así, con el nuevo Motu Propio se comunica que los “nuevos Institutos de Vida Consagrada y las nuevas Sociedades de Vida Apostólica, por lo tanto, deben ser reconocidos oficialmente por la Sede Apostólica, que es la única a la que compete el juicio definitivo”.