Existe una gran verdad en el dicho de que “por no trabajar un poco como se debe, se termina trabajando mucho como no se debe”. Indudablemente todos queremos hacer las cosas bien, no perder el tiempo y utilizar bien nuestra energía mientras hacemos nuestro trabajo, pero cuando nos falta humildad esa tarea puede volverse una carga muy pesada.
La humildad es la virtud que nos permite hacer mejor nuestro trabajo porque es una fuerza que nos impulsa a ser eficientes, a amar lo que hacemos, a compenetrarnos más, tomarlo con seriedad, incorporar hábitos saludables y ser diligentes en ello.
En cambio, cuando nos falta humildad nuestro trabajo se vuelve más improvisado, individualista, desordenado y falto de amor desencadenando otros factores como la pereza, la lentitud, la excesiva parsimonia, la negligencia, el aburrimiento o el dejar las cosas a medias dando a entender que el tipo de trabajo que hacemos es indigno de nuestro esfuerzo.
Según el Evangelio, Jesús es ejemplo del trabajo humilde, ya que “pasó haciendo el bien” (Hechos de los Apóstoles 10,38) y “todo lo ha hecho bien” (Marcos 7,37).
La humildad es una virtud que, si nos ocupamos de incorporar a nuestro trabajo, puede convertirse en esa fuerza poderosa que nos empuja a hacer mucho bien por medio de él.
Aprovechar cada instante
La humildad nos hace valorar las cosas de la vida ordinaria de cada día. Nos predispone a ver tantas cosas buenas y nobles que recibimos por el simple hecho de tener la posibilidad de poder hacer que nos parece que el tiempo no nos alcanza para llevarlas a cabo.
Cuando vivimos con soberbia el tiempo sobra porque el trabajo no merece nuestro esmero y se prefiere buscar “matar el tiempo” y caer en el riesgo de trabajar poco o sin intensidad.
La humildad nos mantiene activos porque nos abre la mente y nos hace conscientes de que no lo sabemos todo y que nos equivocamos mucho también. Eso nos ayuda a cuestionar las cosas que nos rodean. Dejamos de ser el centro del universo para reconocer, desde nuestra pequeñez, las cosas grandes que podemos tener frente nuestro.
Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia. Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.
20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).
Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.