En el corazón de Dios quedará ese día en el que me levanté por encima de los peligros que acechaban mi ánimo
Al final de mi vida no recordarán todo lo que he dicho o escrito. No mirarán todas las fotos en las que aparezco. No conocerán mis miedos guardados en el alma. No sabrán de mis inmadureces ocultas en lo más sagrado.
Desconocerán mis logros intelectuales y pasarán por alto muchas de mis batallas ganadas y perdidas. No espero que lo recuerden, que lo sepan, que lo cuenten.
Sólo sé que Dios sí guardará los momentos en los que entregué la vida sin que nadie supiera. Nadie lo veía.
Él conocerá mis renuncias silenciosas de las que no hablé, y me mantuve aparte, sabiendo que así estaba cambiando el mundo, aunque nadie lo viera.
Guardará mis silencios en medio de acusaciones e insultos, cuando me volvía manso y tenía una humildad que no era mía.
Conservará en su corazón mi paz en medio de guerras que no lograba apaciguar, cuando todo parecía tambalearse y me mantenía en vilo.
Retendrá esas miradas mías que no sé bien cómo lograban levantar a los caídos que anhelaban encontrar misericordia.
Tendrá en su memoria de Padre mis soledades llenas de su presencia, esos espacios vacíos en los que yo habitaba, a escondidas abrazado al cuerpo vivo de Cristo.
Recordará cuando logré callar para no herir con palabras y cuando hablé bien de quien no me quería. Sabrá que fui fiel en medio de tentaciones hondas que surcaban mi alma, tentaciones ignoradas para los que no me conocían.
Sé que lo que quedará cuando me vaya no serán mis logros más vistosos y llenos de belleza.
En el corazón de Dios quedará ese día en el que me levanté por encima de los peligros que acechaban mi ánimo y me mantuve en el aire mirando al cielo.
Recordará mis obras de misericordia y sabrá al final de mis días que mi vida habrá merecido la pena. Y yo moriré tranquilo, feliz por la misión cumplida. Al fin y al cabo la vida son dos días y quiero vivirlos plenamente.
Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia. Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.
20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).
Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.