En un pueblo de Segovia, España, llamado Caballar, se tiene una colorida fiesta de la tradición popular que proviene de una antigua leyenda: "La mojadas de los santos".
Los santos a los que se hace honor en estas fiestas son los hermanos san Valentín y san Engracia. A la vez, ellos son hermanos de otro santo muy conocido del lugar, san Frutos el eremita.
Los santos vivieron a mediados del siglo VIII. La leyenda cuenta que Frutos murió en paz, poco después de la invasión de los árabes, donde intervino de alguna manera para convertir algunos mahometanos que se aproximaron a su entorno. Pero distinta suerte sufrieron su hermano Valentín y su hermana Engracia, que murieron decapitados por los moros. Les cortaron la cabeza por no querer renegar de su fe.
Sus cuerpos fueron trasladados a Segovia para venerarlos junto a su hermano Frutos. Mientras, sus cabezas, extraviadas por un tiempo, fueron encontradas en una fuente en la localidad de Caballar, en el manantial conocido, desde entonces, como la Fuente Santa.
Otra leyenda pero ocho siglos después, cuenta que en la comarca hubo una gran sequía, y las gentes del lugar con grandes ruegos pidieron a los santos un milagro. Decidieron llevar las cabezas de los santos y "mojarlas" dónde fueron encontradas, a las pocas horas empezó a caer una lluvia tan copiosa que arrancaba lágrimas de júbilo a todos los creyentes.
¡Agua para los campos!
A partir de entonces cada vez que hay una sequía no solo en Caballar, sino también en los pueblos limítrofes como Turégano, Fuentepelayo y Pedraza, con el permiso del obispo se inicia una serie de rezos con la misa incluida. Se mojan las cabezas de los santos en la fuente y con el agua se riega los campos para que llueva y tener una buena cosecha.
Mientras la gente grita: ¡Agua santos benditos! ¡Agua para los campos!, el sacerdote introduce por tres veces en el agua que mana de la tierra las cabezas de los santos. Dicen que en el momento que las cabezas tocan el agua éstas, toman un color rojizo, como de carne humana, y desprenden un calor muy fuerte. Esto parece tener una explicación científica, ya que las sales del organismo presentes en los huesos, al contacto con el agua producen ese color rojizo.
Los cráneos eran introducidos en una cesta de mimbre o en un pañal blanco dentro del agua para que no caiga ningún fragmento de los huesos. Cuenta también la tradición que si cae algún trozo al agua (como ocurrió en una ocasión) no dejaría de llover hasta que no fuera encontrado y sacado del agua.
Hasta ahora se hicieron 33 "mojadas", de las cuáles llovió 29. Después de una de esas mojadas, llovió incesantemente por días y días, dicen que fue porque en la fuente había quedado un pequeño trozo de las reliquias de los santos. Desde entonces, toman las precauciones necesarias para que no ocurra de nuevo.