“De la cruz brota el perdón, renace la fraternidad”. La meditación del Pontífice durante el encuentro ecuménico de oración en Roma“Pero el “evangelio” del sálvate a ti mismo no es el Evangelio de la salvación. Es el evangelio apócrifo más falso, que carga las cruces sobre los demás”, afirmó hoy el papa Francisco en su meditación durante el encuentro ecuménico de oración en Roma “Nadie se salva solo – Paz y fraternidad”, organizado por la comunidad de San Egidio que recuerda el evento inaugurado por Juan Pablo II en 1986 en Asís.
“De la cruz brota el perdón, renace la fraternidad: La cruz nos hace hermanos”, dijo Francisco citando a Benedicto XVI en su homilía durante el encuentro de oración por la paz y por el final de la pandemia, evento ecuménico, que reunió a representantes de muchas denominaciones cristianas en la Basílica de Santa María en Araceli en la Colina Capitolina de Roma este 20 de octubre de 2020.
Los líderes cristianos se reunieron respetando las normas anti contagio, establecidas por el gobierno italiano, debido al aumento de brotes de covid-19. Francisco lució tapabocas.
En el evento, reflexionó sobre el pasaje de la Pasión de Jesús: «Sálvate a ti mismo» (Mc 15,30) y lamentó que “todos somos especialistas en colgar en la cruz a los demás con tal de salvarnos a nosotros mismos”.
“El Evangelio verdadero, en cambio, carga con las cruces de los otros. Sálvate a ti mismo.”. El Pontífice recordó la Pasión de Jesús que sufrió la hostilidad incluso de quienes estaban siendo crucificados con Él.
“¡Qué fácil es criticar, hablar en contra, ver el mal en los demás y no en uno mismo, hasta llegar a descargar las culpas sobre los más débiles y marginados!”, expresó el Papa delante a otros líderes cristianos que se unieron para rezar por la paz en una iniciativa que tiene lugar en el espíritu de Asís y de “Fratelli tutti”.
El Papa lamentó que hay quienes buscan a Jesús para resolver sus problemas. “Pero Dios no viene tanto a liberarnos de los problemas, que siempre vuelven a presentarse, sino para salvarnos del verdadero problema, que es la falta de amor”.
Entretanto, denunció la tentación que amenaza a todos los cristianos. “Es la tentación de pensar sólo en protegerse a sí mismo o al propio grupo, de tener en mente solamente los propios problemas e intereses”.
“Cuántas veces – cuestionó el Papa – queremos un dios a nuestra medida, más que llegar nosotros a la medida de Dios”. “Es un culto que crece y se alimenta con la indiferencia hacia el otro”.
Indiferencia que es la “causa profunda de nuestros males personales, sociales, internacionales, ambientales. Pensar sólo en sí mismo es el padre de todos los males”.
Así, Francisco rememoró al buen ladrón que observa a Jesús en la cruz: “ve en Él el amor humilde. Y obtiene el cielo haciendo una sola cosa: cambiando la atención de sí mismo a Jesús, de sí mismo a quien estaba a su lado (cf. v. 42)”.
El Papa pidió a los cristianos de varias denominaciones a mirar en el Calvario que tuvo “lugar el gran duelo entre Dios que vino a salvarnos y el hombre que quiere salvarse a sí mismo; entre la fe en Dios y el culto al yo; entre el hombre que culpa y Dios que perdona. Y llegó la victoria de Dios, su misericordia descendió en el mundo”.
Entonces, el Papa dijo que de la cruz brota el perdón, renace la fraternidad: “Los brazos de Jesús, abiertos en la cruz, marcan un punto de inflexión, porque Dios no señala con el dedo a nadie, sino que abraza a todos”.
“Porque sólo el amor apaga el odio, sólo el amor vence a la injusticia. Sólo el amor deja lugar al otro. Sólo el amor es el camino para la plena comunión entre nosotros”.
El Obispo de Roma invitó a mirar a Dios “que nos ha salvado despojándose de sí mismo (cf. Flp 2,7), haciéndose otro: de Dios hombre, de espíritu carne, de rey siervo. También a nosotros nos invita a “hacernos otros”, a ir al encuentro de los demás”.
“Cuanto más unidos estemos al Señor Jesús, seremos más abiertos y “universales”, porque nos sentiremos responsables de los demás. Y el otro será el camino para salvarse a sí mismo: cada semejante, cada ser humano, cualquiera sea su historia o su religión”.
Al final, el Papa recordó a los pobres, los más parecidos a Jesús. “El gran arzobispo de Constantinopla, san Juan Crisóstomo escribió que «si no hubiera pobres, en gran parte sería destruida nuestra salvación» (Sobre la 2.a Carta a los Corintios, 17,2)”.
“Que el Señor nos ayude a transitar juntos el camino de la fraternidad, para ser testimonios creíbles del Dios verdadero”, clamó.
También este martes, después del encuentro de oración en la Basílica de Santa María en Araceli, el Papa participó en la ceremonia interreligiosa, esta vez en la Plaza de Miguel Ángel en la Colina Capitolina en Roma. Allí estuvieron presentes los representantes de las grandes religiones del mundo y otros líderes mundiales.