En Cartagena, Colombia, una gran cadena de solidaridad ha permitido mitigar el hambre de familias que viven en la miseria y mantener el trabajo a un grupo de personas, en medio de la pandemia.Cartagena de Indias es uno de los principales referentes culturales y turísticos de Colombia en el mundo. En esta histórica ciudad, a orillas del mar Caribe, una iniciativa de propietarios de restaurantes, respaldada por la Arquidiócesis y a la que se unieron empresas, fundaciones y muchos solidarios, ha permitido entregar más de 100.000 almuerzos a población vulnerable.
La iniciativa SOS Cartagena nació como respuesta a necesidades urgentes generadas por la crisis que vivía el mundo, de alimentar a la población, salvar empleos y sostener tejido empresarial.
La idea se le ocurrió a Karen Loewy durante una noche de mayo, mientras pensaba, por una parte, en la crisis de los restaurantes y la pérdida de empleos que eso generaba, y por otro lado, en los miles de cartageneros que viven en la miseria y pasaban hambre.
“En ese momento, se me ocurrió que los expertos estaban en capacidad de preparar almuerzos con buen contenido proteico que pudieran satisfacer necesidades básicas de esa gran parte que no tenía alimentos. Con una excelente coequipera como Mercedes Rizo y el apoyo de mi sobrino, tuvimos en poco tiempo la fórmula de la Caja Mágica, la estrategia y la logística de ese gran sueño”, cuenta Karen, quien ha sido productora y manager de artistas y en los últimos años tuvo un restaurante en el centro de la ciudad.
Empresarios que viven principalmente del turismo tuvieron que cerrar las puertas de sus restaurantes pero no cerraron sus corazones. Ellos diseñaron las recetas y sistematizaron una herramienta para que todos los negocios vinculados preparen almuerzos estándares, con los mismos ingredientes y las mismas cantidades.
La Arquidiócesis de Cartagena, a través del Banco de Alimentos, aportó para el primer piloto y asumió el rol de recaudar los dineros que fueron llegando poco a poco de amigos, empresas privadas y entidades que se unieron a esta idea que hoy es una gran realidad.
“Se les devolvió la fe en el futuro”
Los rostros de alegría y el agradecimiento de quienes tienen en este almuerzo su única comida del día, son la mejor recompensa para el equipo SOS Cartagena y sus aliados, que no pueden evitar emocionarse en cada una de las jornadas de entrega. También los emociona saber que con esta caja mágica se han mantenido 82 empleos de quienes trabajan en su preparación.
Empezaron entregando 250 almuerzos a comedores del Banco de Alimentos, en lo que llamaron la Caja Mágica, con un peso de 430 a 480 gramos y un valor de cuatro mil pesos colombianos (1 dólar).
“Nadie me creía que con ese dinero podíamos cubrir los gastos de un almuerzo con buen contenido proteico, incluido el empaque y el transporte y de paso, los gastos de los restaurantes y salvar empleos”, cuenta Karen y agrega: “Es una satisfacción enorme poder ayudar a gente que lo necesita y comprobar que trabajando unidos se producen resultados inesperados. A los restaurantes y sus empleados se les devolvió la fe en el futuro, esto no les representa utilidades pero sí les ayuda con los gastos fijos”.
Ese fue el caso de Anuar Dafach, propietario de La Olla Cartagenera, para quien los ingresos provienen en más de un 90% del turismo y se apalancó en los domicilios para cubrir parte de los gastos laborales y de sostenimiento en los peores meses de la crisis. “En las primeras conversaciones con Karen y los que iniciaron el proyecto, nos asesoraron en cuántas cajas de almuerzo debíamos hacer para llegar al punto de equilibrio y esto se convirtió en una ayuda importante para nosotros”, dijo en conversación con Aleteia.
La satisfacción fue tan grande para Anuar como para sus empleados: “Todos querían participar porque sabían que esa cajita haría un gran bien y podría llegar, incluso, a algunos de sus vecinos. La labor empezaba a las 5:30 de la mañana y a las 11 ya estaban recogiendo los almuerzos para enviarlos en lancha a la isla de Tierrabomba”.
Precisamente en esa zona insular, SOS Cartagena trabajó con la Fundación Bahía para intercambiar alimentación por limpieza ambiental y sus habitantes lograron retirar toneladas de residuo sólido y de líquido, lo que generó grandes beneficios para el ecosistema.
Cien mil, cifra simbólica
Uno de los primeros comedores en recibir almuerzos fue el de doña Lorenza, una mujer afrocolombiana que fue conocida porque recibió en su casa al papa Francisco durante su visita a Cartagena en el año 2017.
Poco a poco fueron recibiendo más solicitudes y fueron llegando a zonas con muchas necesidades insatisfechas, como aquella en la cual ayudaron a una fundación que tenía 20 días de no conseguir recursos para alimentar a los niños que la integran.
El pasado 4 de octubre se vieron por primera vez los integrantes de este pequeño gran equipo, quienes hasta ese momento solo habían sostenido reuniones virtuales. Ese encuentro se dio para celebrar un gran hito: 100.000 almuerzos entregados.
Aunque han logrado entregar hasta 1.800 almuerzos diarios, las solicitudes de ayuda superaban las 22.000 cada día, lo que demuestra las enormes necesidades que hay en esta ciudad de contrastes: por lado tiene lugares y edificaciones de una gran belleza y valor histórico que le han valido el título de Patrimonio Histórico de la Humanidad y por otro, hay mucha hambre entre sus habitantes.
Los beneficios de SOS Cartagena han superado las expectativas, así como los aportes recibidos que demuestran que de las ganas de servir puede nacer una gran cadena de solidaridad, pero se necesitan más donaciones para poder continuar. La Arquidiócesis de Cartagena recibe los aportes económicos –desde un dólar en adelante– que llegan a través de la página “Yo me quedo en mi negocio”.
El modelo ha sido compartido con otras ciudades colombianas y se espera que en la propia Cartagena sirva para montar cocinas eficientes en barrios populares que den herramientas de trabajo a cocineras locales y puedan generar empleos.
“Ha sido un gran ejercicio para todos, una experiencia muy positiva que resultó una importante fuente de bienestar y de ingreso y, lo más importante, se va replicar y puede dar mayores resultados en un escenario que no sea de emergencia”, explica Karen con la satisfacción del deber cumplido.
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