“Si me permitís un castellano un poquito atrevido, te diré que vos no te la creíste. Y eso nos hace bien a todos”, dijo el PapaEl Papa Francisco se hizo presente mediante un mensaje grabado en un acto de reconocimiento que el gobierno argentino hizo a *Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz en 1980.
El papa Francisco (@Pontifex_es) destacó el "coraje y la sencillez" de Adolfo Pérez Esquivel (@PrensaPEsquivel), al cumplirse esta semana 40 años de que recibiera el Premio Nobel de la Paz en 1980. pic.twitter.com/ONYUOF4lZ7
— Agencia Télam (@AgenciaTelam) October 14, 2020
“Sé que en el corazón de cada uno celebraremos los 40 años del Premio Nobel de Adolfo Pérez Esquivel, mi amigo”, dijo el Papa Francisco, y completó: “Gracias Adolfo por tu testimonio, en los momentos lindos, pero también en los momentos dolorosos de la Patria, por tu palabra, por tu coraje y por tu sencillez. Si me permitís un castellano un poquito atrevido, te diré que vos no te la creíste. Y eso nos hace bien a todos. Un premio nobel que sigue haciendo lo suyo con humildad”.
Opción por los pobres en el discurso de aceptación
En tiempos convulsionados para América Latina, el Nobel a este arquitecto dirigente del Servicio de Paz y Justicia sorprendió a la prensa argentina.
El Comité Nobel destacaba su valiente esfuerzo desde la no violencia para encender una luz de esperanza en la oscuridad de la violencia argentina. Pero en los medios de comunicación de la época era presentado despectivamente como un “católico de izquierda” y en algunos casos como parte de una campaña de desprestigio al gobierno militar.
Pérez Esquivel y el Servicio de Paz y Justicia buscaban, desde una inspiración cristiano-ecuménica, promover los valores de la Paz, la Noviolencia y el reconocimiento pleno a los Derechos Humanos en tiempos de conflictos fratricidas.
Pérez Esquivel no ocultaba su rechazo a la violencia ejercida por las dictaduras militares y hasta pasó 14 meses pasó en prisión por supuesta posesión de material subversivo. Pero en sus palabras había también un repudio explícito a la violencia ejercida desde las guerrillas o desde la izquierda. Al recibir el Nobel lamentó y denunció con igual vehemencia las violaciones a los derechos humanos tanto en la Cuba de Castro como en la Argentina y Chile.
“Les hablo de mi Argentina donde por causas que remiten a estructuras de injusticia, que compartimos con el resto de nuestra Patria Grande, América Latina, se ha derivado en situaciones de violencia de izquierda o de derecha que han dejado una secuela de muertos, lisiados, desaparecidos, torturados, presos y exiliados”, expuso en el discurso de aceptación.
En él pidió aceptar el título no a modo personal, “sino en nombre de los Pueblos de América Latina y muy en especial, en nombre de los pobres, de los más pequeños y necesitados, los indígenas, los campesinos, los obreros, los jóvenes y los miles de religiosos que trabajan en los lugares más inhóspitos de nuestro continente y de todos aquellos hombres de buena voluntad que trabajan y luchan por construir una sociedad libre de dominaciones”.
En 12 minutos, fundamentó su compromiso social desde su identidad cristiana y el recorrido de la Iglesia aquellos años, citando tanto a Pablo VI como a la Conferencia de Puebla: “En las últimas décadas las Iglesias iniciaron un nuevo estilo de reflexión y accionar pastoral: de pensar la fe a partir de la interpretación del hermano que sufre, que es desposeído, del pobre. Son los rostros de nuestros obreros, campesinos, jóvenes, viejos, indígenas, niños, imágenes del rostro de Nuestro Señor Jesucristo, el que nos cuestiona y nos llama al compromiso de amor a nuestros hermanos”.
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Controversias
Pérez Esquivel no ha claudicado en su anhelo por contribuir a la justicia social y la paz tras la reinstauración democrática en el continente. Ni ha dejado de expresar, con transparencia, lo que piensa de las distintas coyunturas cada vez que se le pregunta, lo que le ha ganado más de un conflicto y repudio.
El ex presidente de Colombia Álvaro Uribe lo acusó en una ocasión de difamación, después de que Pérez Esquivel señalase que tenía vínculos con fuerzas paramilitares.
“Según respondió en una carta a Mario Vargas Llosa en la que el Nobel peruano lamentaba el triunfo de Alberto Fernández en la Argentina, el ex presidente argentino Mauricio Macri “trabajó para la demolición del país”, aún cuando más del 40% de los argentinos había votado a Macri.
Ayer mismo, al ser reconocido por Alberto Fernández, a quien Pérez Esquivel apoyó explícitamente durante la campaña que lo llevó a la Presidencia, despertó polémica por calificar de parcial el informe encabezado por Michelle Bachelet desde la ONU en el que se denuncia violaciones a los Derechos Humanos en Venezuela.
La artesanía de la paz
El Papa Francisco en Fratelli Tutti asegura que “es necesario tratar de identificar bien los problemas que atraviesa una sociedad para aceptar que existen diferentes maneras de mirar las dificultades y de resolverlas. El camino hacia una mejor convivencia implica siempre reconocer la posibilidad de que el otro aporte una perspectiva legítima, al menos en parte, algo que pueda ser rescatado, aun cuando se haya equivocado o haya actuado mal”.
Gran parte de las denuncias de injusticias sociales en América Latina que Pérez Esquivel denunciaba en tiempos de dictaduras, sobreviven hoy en tiempos de democracias. La justicia y la paz, esa que el Papa menciona como la “artesanía de la paz”, convoca a quienes tienen distintas miradas, pero una preocupación común.
La palabra de Pérez Esquivel tiene el peso natural que tiene la de una persona reconocida con un premio Nobel. E independientemente de sus miradas políticas, con las que se puede acordar o no, es un actor con una trayectoria ineludible en la consecución de la paz en el continente. Nadie logró la justicia y la paz por sí solo.
“No hay punto final en la construcción de la paz social de un país, sino que es una tarea que no da tregua y que exige el compromiso de todos. Trabajo que nos pide no decaer en el esfuerzo por construir la unidad de la nación y, a pesar de los obstáculos, diferencias y distintos enfoques sobre la manera de lograr la convivencia pacífica, persistir en la lucha para favorecer la cultura del encuentro, que exige colocar en el centro de toda acción política, social y económica, a la persona humana, su altísima dignidad, y el respeto por el bien común”, insiste el Papa.