Cuántas veces, ante las adversidades, nos hemos dicho -y hemos dicho a otras personas: “paciencia”.
En estos momentos de crisis, cuando palpamos el momento malo, y sobre todo cuando ese momento malo se prolonga más de lo que esperábamos en un principio, ¿cómo hacer para remontar y salir adelante?
Para comenzar, hay que decir que hablar de “paciencia” no significa conformismo ni pasividad. Una actitud paciente no es la de quien se queda quieto y espera a verlas venir o a que otros trabajen por él.
La paciencia es nada menos que una virtud, es decir, un don interior que implica:
- autodominio
- tranquilidad
- tolerancia
- y resistencia
La paciencia es un valor que forma parte de la “familia” de la fortaleza. Solo las personas fuertes saben ser pacientes. En cambio, las débiles (las que no han cultivado la fortaleza) son impacientes, caprichosas, negativas…
Sin fortaleza es difícil permanecer en los compromisos. En cambio, una persona fuerte se agarra al compromiso y activa sus capacidades para sacarlo adelante.
Qué rumbo seguir
Ser paciente es perseverar en la situación que uno decidió adoptar. Es comprometerse con el futuro.
Piensa en los objetivos que te marcaste al comienzo de la cuarentena y recuerda que ese es el rumbo que te importa seguir.
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Es normal desgastarse
¿No es cierto que estamos en una situación de crisis mundial? ¿No es cierto que la pandemia del coronavirus me afecta? ¿Ocurre que en los primeros meses de confinamiento decidí adoptar una actitud y que, con el tiempo, hay un desgaste y ya se me hace difícil porque realmente no me veo con fuerzas de resistir?
Como en la Fórmula 1
Es lógico que nuestro estado de ánimo decaiga en algunos momentos. Nos ocurre como a las ruedas de los coches de Fórmula 1: la fricción, la velocidad y los frenos producen un desgaste. La clave está en contar con ello y prever revisiones y cambios.
Pero, por encima de eso, está en el material de qué están hechas las ruedas. Lo mismo ocurre con la paciencia: seremos pacientes si nuestro espíritu está preparado para ello.
Objetivamente, la crisis nos está afectando: a unos en la salud, a otros en la seguridad, a otros en la estabilidad económica…
Adoptar una actitud paciente no es una ingenuidad ni es negar la realidad de lo que ocurre a nuestro alrededor.
Ser paciente es posible
¿Puedo tener paciencia a pesar del entorno de estrés, del cansancio y de las malos augurios? Sí.
Para ejercitar la paciencia, hay que tener en cuenta aspectos como:
- Acepta que hay cosas que van más allá de tu control.
- Corrige tu medida del tiempo: habrá cosas que no pueden ser para ya, pero las podrás realizar en un futuro. Solo es cuestión de dar más tiempo a la solución.
- Da a las preocupaciones su medida real. Los sentimientos y las pasiones pueden presentarnos un escenario de sombras, pero hay que aportar luz para que veamos la realidad al completo.
- Cuida a los demás. Tu paciencia, tu resistencia, tu serenidad, hace bien a los tuyos. La ayuda mutua en el matrimonio es más importante que nunca cuando hay dificultades. En cuanto a los pequeños, son como una esponja que absorben tu modelo de vida. Irán aprendiendo a tener paciencia al verte a ti.
5. Cuídate. Para estar fuerte y tener paciencia en momentos de crisis, es importante cuidar también el descanso físico. La preocupación suele provocar insomnio y nerviosismo, y eso baja la buena condición corporal. Dormir y descansar es de vital importancia.
6. Dale un sentido profundo de la vida. Pon tus esperanzas en algo (alguien) que merezca la pena. Vivir con sentido trascendente ayuda a tener una mirada acompañada: no estamos solos en esta “guerra”. La fe me ayuda a recorrer mi camino en la vida no al paso que yo quiero sino al que Dios quiere sabiendo que ese es el mejor para mí.
7. La meditación ayuda a recomponer tu escenario. En esos momentos, miras cada pieza del puzzle, la resitúas y, si tu meditación es oración, cuentas con ese diálogo con Dios para conocer qué pasos debes dar (y, lo que es más importante, su gracia para hacerlo). Sigue la propuesta de Santa Teresa:
Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda,La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta”.
En ese mismo poema de Santa Teresa hay dos versos menos conocidos, pero también magistrales:
…no hay amor fino
sin la paciencia.”
A por ella.
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