La pandemia aumenta nuestra inquietud, intentamos vivir como si todo dependiera de nuestro control, pero no tenemos nada asegurado...
Miro a Dios en este día. Sé que mi vida es suya y le pertenece. Dice san Pablo:
“Nada os preocupe. Y la paz de Dios custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Todo verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, tenedlo en cuenta. Y el Dios de la paz estará con vosotros”.
Vivir así es lo que quiero, pero no es sencillo. Me preocupan las cosas que suceden. Tengo miedo. Me preocupa el futuro y me asusta perder las seguridades que me sostienen.
En realidad nadie me asegura una hora más de vida, ni un solo minuto. Eso me inquieta. Las seguridades humanas son muy escasas.
¿Por qué es tan frecuente la ansiedad?Porque intento vivir como si la vida fuera mía.Como si todo dependiera de mi control. Y al no lograr dirigir las cosas hacia donde yo quiero, tiemblo y me derrumbo.
El control no es posible. Puedo vivir en tensión continua, pretendiendo que los astros se alineen según mi conveniencia. Puedo vivir sin dormir para que nada se escape a mi control. Pero no tengo nada asegurado.
Ni la vida, ni la paz, ni el éxito, ni la fecundidad, ni los logros. Nada es mío, nada me pertenece. Al mundo llegué desnudo. Igualmente vacío lo abandonaré.
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