¿Te vienen muchos pensamientos religiosos pero no sientes la presencia divina? Quizás necesitas una fidelidad paciente para cuando brote el agua pueda llenar cauces vacíos
Hay en mi ciudad un cauce de río que aparece seco. Al llegar pensé que tenía cerca de mi casa un río con mucha agua. Así lo vi en Google Maps. Luego me explicaron que el cauce estaba seco. No lo entendía. ¿Para qué sirve un cauce seco?
Me lo explicaron. Cuando llega un huracán y tormentas terribles el agua baja de la montaña con fuerza y necesita un cauce. Sin ese cauce el agua arrasaría la ciudad, las casas. Lo entendí.
En mi propia vida necesito cauces vacíos. Para cuando brote en mi alma agua en abundancia. Tal vez sin cauce no es posible dar salida al agua y se anega mi alma, mi vida. Puede ser así, me quedé pensando.
Cauces secos a la espera de momentos de agua en abundancia. Cauces sin utilidad aparente, vacíos, inútiles. Pero tienen un sentido.
La sequía de no percibir a Dios
Pienso en mi alma seca tan a menudo, vacía y muda. Aguardando en su aspecto desértico días mejores. Cargada de pensamientos religiosos, ausente de la presencia de Dios que todo lo inunda y enriquece. Comentaba el padre José Kentenich:
“Entiendo muy bien si alguien me dice: nunca estoy con Dios, aunque ciertamente tengo pensamientos religiosos. Se puede tener gran cantidad de pensamientos religiosos. Tomemos la oración. Si nuestra oración se diluye en pensamientos religiosos, ya no es oración. Día tras día puedo tener toda una cantidad de pensamientos religiosos, pero mi interior no se verá transformado. Orar significa amar“[1].
Se convierte mi alma en un cauce seco sin amor cuando falta Dios. Cuando sólo hay pensamientos vacíos que intentan explicar a Dios, pretenden ponerle palabras al amor más grande, más puro. Mi alma seca, como un cauce seco.
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