La Comisión de Justicia y Paz de la zona norte del gigante sudamericano destaca la labor de una religiosa en la primera línea de batalla contra estos delitos“Lamentablemente se comercializa a los niños de formas perversa”. La denuncia proviene de hermana Marie Henriqueta Ferreira Calvacanti, de la Congregación de las Hermanas de la Caridad. Vive en la zona de Belém do Pará (norte de Brasil) y desarrolla su labor en la Parroquia Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción.
Pero la voz de esta religiosa ha cobrado relevancia por estos días –a poco tiempo de la conmemoración del Día contra la Explotación Sexual y la Trata de Mujeres y Niños– debido a su trabajo de coordinación en la Comisión de Justicia y Paz (zona Norte 2 en estados de Amapá y Belém) perteneciente a la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB).
Para esta religiosa, tal cual reproduce la propia web de la Iglesia en Brasil, el flujo de la explotación sexual y trata de personas en esa zona de Brasil es muy intenso.
Incluso, la hermana Henriqueta devela que la propia comisión suele recibir denuncias de comercialización de niños a cambio de alimentos, pero también a cambio de dos reales (0.36 dólares aproximadamente) y hasta por combustible (diésel).
“Desafortunadamente, tenemos un gran grupo de niños de la región ribereña que son explotados y comercializados como un objeto”, enfatiza y recuerda aquello de la “forma perversa”.
Trabajo preventivo
La decisión de enfrentar el crimen con el fin de defender la vida es más firme que nunca. Por eso desde la comisión se hace seguimiento de planes y acción, lo mismo que de políticas públicas a favor del combate contra la violencia sexual y trata de personas en esa zona norte de Brasil.
En ese sentido, la Iglesia también hace parte de comités integrados por otras organizaciones civiles y estatales.
“Nuestro papel es precisamente exigir la implementación de políticas públicas para hacer cumplir este enfrentamiento y ayudar a las víctimas de estos delitos”, dice la religiosa, prosigue la web de la CNBB.
Por último, recuerda: “Hacemos un trabajo preventivo, de promoción y capacitación y nuestro rol es recoger y hacer el proceso de denuncia ya que la Comisión Regional de Justicia y Paz Norte 2 es una puerta abierta en este enfrentamiento”.
La tarea de esta religiosa, así como de la Comisión de Justicia y Paz, cuenta con el férreo respaldo del obispo de la prelatura de Marajó y presidente de la Comisión Pastoral Especial para el Enfrentamiento de la Trata de Personas de la CNBB, monseñor Evaristo Pascoal Spengler.
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