Los cristianos practicantes de Bielorrusia pueden ser un gran ejemplo para los países occidentales por el modo en que viven su fe.
Entrevista a Magda Kaczmarek, directora de proyectos para Bielorrusia (Belarús según la ONU) en la Fundación internacional Aid to the Church in Need, quien ha viajado por el país varias veces durante los últimos años. La entrevista corrió a cargo de Tobias Lehner y María Lozano.
Los resultados de las elecciones del 9 de agosto han provocado graves disturbios. Los medios de comunicación han mostrado imágenes de la dura actuación policial contra los manifestantes. ¿Es de temer una nueva escalada?, ¿amenaza incluso una guerra civil?
La sociedad bielorrusa no quedó satisfecha con los resultados de las elecciones. Los disturbios y las tensiones ya eran evidentes incluso antes. Esa fue la razón por la que la gente salió a la calle. Al principio hubo enfrentamientos sangrientos con agresiones y mucha violencia contra los manifestantes, miles de personas fueron arrestadas y muchos brutalmente golpeados. Según los medios de comunicación locales, sólo unos pocos cientos han sido liberados. Desde hace algunos días, las unidades especiales de la milicia se han retirado y las manifestaciones pueden continuar pacíficamente. Nunca antes se habían visto tales protestas en la historia de Bielorrusia.
¿Qué exige la gente?
Los bielorrusos son disciplinados, son un pueblo muy bien organizado. La gente lleva flores y globos en sus manos o carteles que dicen «No nos peguéis», caminan pacíficamente por las calles y las reuniones se realizan sin agresiones. Ya experimentaron sufrimientos y penas suficientes durante el período comunista. Todo lo que quieren es paz y tranquilidad en su país y anhelan la democracia. Los jóvenes de Bielorrusia están bien formados y observan con entusiasmo a sus países vecinos, Polonia, Lituania y Letonia, cómo se desarrollan. Para ellos, el futuro se presenta con muchos interrogantes. Piensan que ha llegado el momento de que se produzcan cambios. Es un proceso natural que la sociedad se desarrolle, el tren de la vida no se detiene, por lo que la joven generación quiere abrirse a Europa y ver a sus hijos crecer en paz y tolerancia.
Europa parece algo sorprendida y perpleja ante los acontecimientos y la actual situación política en Bielorrusia. ¿Ve posibilidades de influir? ¿Qué pueden hacer la UE y los vecinos de Europa del Este?
Estoy segura de que el pueblo está en condiciones de resolver sus problemas por sí mismo. El papa Francisco se dirigió a los bielorrusos el domingo pasado (16 de agosto), pidiendo paz, justicia y diálogo con la sociedad. Creo que su mensaje es muy claro. Bielorrusia es un país cristiano, la mayoría es ortodoxa mientras que la Iglesia católica supone el 10% de la población.
Mons. Tadeusz Kondrusiewicz, el arzobispo católico romano y metropolitano de Minsk-Mahiljou, apeló la semana pasada a la opinión pública y propuso una mesa redonda.
Dijo: «En este momento decisivo de nuestra historia, en nombre del Dios misericordioso, un Dios de amor y paz, pido a todas las partes en el conflicto que detengan la violencia. Que sus manos, hechas para el trabajo tranquilo y el amor fraternal, se aparten de las armas y las piedras. Que prevalezca el poder del argumento basado en el diálogo, en la verdad y el amor mutuo y no en el argumento de la fuerza».
Y añadió que Bielorrusia nunca ha visto a un hermano con manos manchadas con sangre de su hermano. La brutalidad ha dejado profundas cicatrices y se plantea la pregunta: ¿quién curará estas heridas? Las personas no sólo están heridas física sino también psicológicamente, pero hay una enorme solidaridad entre la población para con los afectados.
¿Cómo pueden contribuir concretamente las iglesias a que se pacifique la situación?
Los obispos han hecho un llamamiento a la oración. Después de las misas se reza el rosario y también se organizan tiempos de adoración. En este momento, proclamar el Evangelio y la verdad es más importante que nunca para los sacerdotes y religiosos. La gente busca consuelo y lo encuentra en la fe. Mons. Oleg Butkevych, obispo de Vitebsk, me dijo que los habitantes de Bielorrusia viven a menudo en un conflicto de conciencia porque han vivido situaciones en las que han tenido que actuar contra su propia conciencia. Dice Mons. Butkevych que la gente debería dirigirse a Dios y confiar en su misericordia.
Dios no rechaza a nadie, sino que perdona a todo aquel que reza. El mal debe ser combatido con el bien, un buen ejemplo son las mujeres en las calles que, con blusas blancas, han abrazado a los hombres de la milicia y han puesto flores en sus escudos. Pensé que el hombre post-soviético es desconfiado, que no muestra iniciativa y no le gusta asumir responsabilidad, pero creo que estos días en Bielorrusia han demostrado lo contrario.
¿Cómo es la relación dentro de las denominaciones cristianas en Bielorrusia? ¿Qué sucede con el diálogo interreligioso?
Actualmente, las oraciones conjuntas por la paz en el país son también un signo de la gran solidaridad entre las Iglesias. La Iglesia ortodoxa y representantes de varias denominaciones cristianas, el judaísmo y el islam se han unido a Mons. Kondrusiewicz en su petición de oraciones a nivel nacional.
El presidente de la Conferencia Episcopal católica de Bielorrusia ha dicho que no hay verdad donde prevalece la violencia, que todo acto dirigido contra Dios y el hombre es un pecado grave. El metropolitano ortodoxo Pavel también pidió renunciar a la violencia, diciendo que el odio y la agresión no son la solución.
Al principio de Covid-19 todas las denominaciones se unieron para rezar contra la pandemia. Algo así , según Mons. Kondrusiewicz, no había sucedido nunca antes. Aunque ya hubiera esfuerzos conjuntos de las Iglesias católica y ortodoxa para la protección de la vida, contra el aborto, y en pro de la familia son conocidas desde hace años.
¿Qué perspectivas de futuro ve para Bielorrusia?, ¿qué camino tomará el país entre la autocracia y la democracia?
Bielorrusia es un país maravilloso, con hermosos paisajes, lagos y muchos recursos naturales. Los koljoses, las granjas agrícolas colectivas, pertenecen al Estado. Sin embargo, la gente deja los pueblos y se va cada vez más a las ciudades para encontrar trabajo. En todas partes hay orden y limpieza, las carreteras son muy buenas. Así lo he visto y experimentado en mis viajes relacionados con proyectos. Hay muchas universidades en el país con buenos profesores y a los jóvenes les gusta formarse. Todo esto crea oportunidades para desarrollar una conciencia de libertad y democracia, por lo que es muy importante que se produzca un diálogo abierto y constructivo con los que están en el poder. La voz de las Iglesias es crucial aquí, porque sólo la verdad puede salvar al pueblo. Los cristianos practicantes de Bielorrusia pueden ser un gran ejemplo para los países occidentales por el modo en que viven su fe. Mons. Kondrusiewicz pidió a todos los benefactores de ACN que recen por la paz y contra el odio.