La Cuaresma está llegando a su fin.
No olvides a Aleteia en tu ofrenda cuaresmal
para que brille la esperanza cristiana.
¡Apoya a Aleteia!
Este año raro nos ha permitido finalmente caer en la cuenta de que nuestra vida es absolutamente vulnerable. Creo que si algo habíamos olvidado, y ahora lo estamos teniendo que recordar a la fuerza, es nuestra fragilidad.
Durante mucho tiempo hemos querido ocultar esta realidad. Nos hemos esforzado muchísimo por obtener resultados, por alcanzar metas, por ser invencibles. Nos hemos vuelto cada vez más competitivos.
Los que ahora se quejan de no poder abrazar, quizás hasta ayer aprovecharon la cercanía para sacar el mejor provecho de un colega o de un amigo.
Era mentira
Nos habíamos acostumbrado a un mundo empoderado, seguro de su ciencia y de su tecnología, orgulloso de haber vencido las dificultades que atemorizaron a nuestros antepasados.
Pensar en que en pleno siglo XXI nos tendríamos que resguardar a la espera de un milagro, temiendo que el mensajero de la muerte ingrese a nuestros hogares y nos quite a alguien amado, es algo que no estaba en nuestros cálculos.
Pensamos que éramos invencibles. Planeamos que nuestra vida durara al menos 80 años. Y hoy descubrimos que ni siquiera podemos estar seguros de la posibilidad de que haya un mañana.
Creíamos que las personas nos pertenecían, que teníamos que poseerlas, en el mejor de los casos para hacerlas felices, y ahora nos damos cuenta de que nos las pueden quitar en cualquier momento.
Estamos expuestos, cada vez con mayor consciencia, a que en unos meses podemos encontrarnos en la misma situación, quizás con un virus aún más letal.
Te puede interesar:
10 grandes enseñanzas que nos ha dejado la pandemia
Desarmados
Es inútil fingir. Estamos en un punto de inflexión en la historia. Ni siquiera es una guerra: si lo fuera, podríamos rebelarnos, podríamos tratar de derrocar a un gobierno, podríamos votar por otra mayoría, podríamos esperar que los aliados aterrizaran. Pero no es así.
No tenemos arma ni defensa que nos proteja de este enemigo invisible, que en cualquier momento podría volver para trastornar nuestra economía y destruir nuestra salud.