Desde otras religiones, a veces nos acusan de adorar a nuestra madre María más que a Dios. No es así, pero todos sabemos que en los momentos de dificultad, normalmente corremos a buscar a nuestra madre, eso es lo que pasa siempre.
Uno de los Padres de la Iglesia logra un equilibrio entre María, la Iglesia y el alma del creyente: cada uno de estos tres pilares es un gran espacio de recepción para llenarse de Jesús, del amor y la gracia de Dios, pero no para guardarlo para uno mismo, sino para dárselo a los demás.
María ostenta variedad nombres y títulos: la Virgen, la Señora, la Compasiva, la Misericordiosa, Reina de la Paz… La honramos en distintos lugares: Iglesias, montañas, templos y santuarios…
En distintas fechas: 15 de mayo, 15 de agosto, 8 de septiembre…, pero ante todos ellos prevalece una verdad: María es la Madre de Dios y nuestra Madre y nos acompaña en nuestro camino de fe.
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