“La crisis del oxígeno tiene rostro de bebé”. He aquí un duro titular publicado recientemente en Aleteiapara resumir la realidad de las consecuencias de la crisis del coronavirus en cuanto al sistema de salud.
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Pero desde hace algunos días Bolivia ha vivido intensas jornadas cargadas de violencia –a través de bloqueos de rutas- a raíz de la fecha de las elecciones nacionales previstas para el 18 de octubre (seguidores del expresidente Evo Morales querían que se adelantar para septiembre).
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No obstante, en las últimas horas se realizó un anuncio alentador, la ratificación en Bolivia de que las elecciones serán en octubre, aspecto que fue saludado a través de un comunicado conjunto entre la Conferencia Episcopal Boliviana, Naciones Unidas y la Unión Europea.
“Recibimos con beneplácito la grata noticia de la aprobación de la Ley que refrenda la fecha del 18 de octubre como el plazo final para la realización de las elecciones generales 2020.Reiteramos nuestro pleno respaldo al Tribunal Supremo Electoral por las gestiones realizadas y resaltamos la buena disposición por parte de la Asamblea Legislativa Plurinacional,el Órgano Ejecutivo, así como otros actores políticos y sociales que permitió lograr este resultadoque contribuye a la pacificación del país.Ante este nuevo escenario, la Conferencia Episcopal Boliviana, la Unión Europea y las Naciones Unidas creen que están dadas las condiciones para que todos los sectores retomen el camino de la convivencia pacífica, respetuosa y exenta de violencia”, expresa un pasaje del comunicado.
Un hogar te necesita
Pero la buena nueva del anuncio aún no eclipsa otras situaciones sociales en Bolivia como la crisis del oxígeno, la situación del trabajo y la del Hogar Teresa de los Andes ubicado en Santa Cruz de la Sierra.
En esta organización sin fines de lucro desde 2019 se viene padeciendo dificultades para el acceso a alimentos y hasta de liquidez, todos aspectos que se han visto recrudecidos por la pandemia del coronavirus.
Se trata de un sitio que atiende a 104 chicos con discapacidad profunda, de los cuales solo 20 o 25 se pueden caminar (el resto lo hace en sillas de rueda), indica una reciente nota de El Deber, ratifican también sitios como la propia Arquidiócesis de Santa Cruz a la hora de mostrar lo que sucede en el hogar.
Es que si bien desde el gobierno se ofrece un bono de ayuda para la alimentación, lo percibido es insuficiente y hasta ha incentivado campañas de donación como la de “Un día para dar” para poder recolectar víveres, medicamentos, productos de limpieza, etcétera.
“El dinero en efectivo nos servía para costear alimentos y pagar sueldos. Ahora esa ayuda, por la crisis económica por el Covid-19, se cortó. Y se entiende. El otro día una señora nos dio toda su cosecha de críticos y otra nos dio pollos”, explicó el hermano Fausto Salamanca, responsable del hogar.
El propio Salamanca recuerda que los integrantes de este hogar “llegaron a través de entidades del Gobierno, oficinas de discapacidad, y otros departamentos, que fueron derivados porque algunos estaban en riesgo de abuso y de perder su vida”.
En este sitio –no siendo la única organización con carencias, desde luego- se puede sintetizar un clamor, el de la necesidad de ayudar a quienes más lo necesitan. En este caso concreto 104 almas con dificultades.
Aquí también otra parte de la cara más compleja de la crisis del COVID-19 en Bolivia, pero con la esperanza intacta de que la pacificación llegue pronto.
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