La pérdida de confianza en la humanidad fue el efecto peor de la bomba atómica, dice el obispo Mitsuaki TakamiMitsuaki Takami nacería tres meses después de que su familia pasara por un infierno el 9 de agosto de 1945. Aunque muchos de sus familiares murieron por la bomba atómica lanzada ese día sobre la ciudad japonesa de Nagasaki -el segundo uso de una arma nuclear en la historia después de Hiroshima- o murieron en los días y semanas siguientes, Takami sobrevivió.
Hoy, 75 años después de los trágicos eventos que llevaron a la rendición de Japón y al fin de la Segunda Guerra Mundial, Takami es el arzobispo católico de Nagasaki y presidente de la Conferencia Episcopal de Japón.
Mientras el mundo recuerda el 75º aniversario del lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, el arzobispo Takami reflexionó en un foro promovido por la Georgetown University sobre el significado y las implicaciones de la decisión estadounidense de usar esas armas.
Nagasaki es una zona de Japón con una rica historia católica.
Maryann Cusimano Love, profesor asociada de Relaciones Internacionales en la Catholic University of America, afirmó en una introducción al evento on line que es irónico que Estados Unidos, a través del uso de la bomba en Nagasaki, hayan hecho lo que en siglos de persecución no habían logrado hacer: “destruir el centro del cristianismo en Japón y en Asia”.
“La vida del arzobispo Takami fue el testimonio de un milagro -el hecho que haya sobrevivido a una catástrofe que asesinó a tantas personas-, pero también de las piedras vivas que han reconstruido la Iglesia y Japón con su vida.
Sacerdotes y religiosas fueron los primeros en responder a la emergencia en Hiroshima, ocupándose de las necesidades de los supervivientes a la bomba, recordando que también en el horror de la guerra el amor es posible, la paz es posible, la paz es práctica, la paz es nuestra llamada.
En lugar de poner fin a la Iglesia o provocar ciclos de venganza y violencia, Nagasaki resucitó de sus cenizas para educar, sostener y ser embajadores de paz, llevando el mensaje de Nagasaki a todo el mundo”.
A pesar de la pérdida de vidas humanas y la destrucción, el arzobispo afirmó que ese día se perdió algo más importante: muchos católicos perdieron su fe y abandonaron la Iglesia.
Al citar a Takashi Nagai, un radiólogo católico y autor de Las campanas de Nagasaki, el arzobispo Takami lamentó que la gente haya perdido la fe en la humanidad.
También el obispo David Malloy, de la diócesis de Rockford (Illinois, Estados Unidos), presidente de la Comisión Justicia y Paz Internacional de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, intervino en el foro.
“No podemos permitir que algo como esto se vuelva una abstracción”, declaró. “En esos momentos siempre hay personas, familias e historias involucradas”.
El foro fue organizado por el Berkley Center for Religion, Peace, and World Affairs de la Georgetown University en sociedad con el Institute for International Peace Studies, Keough School of Global Affairs de la Notre-Dame University, por el Sheil Catholic Center de la Northwestern University, de la Conferencia Episcopal de Japón, por el Consejo Justicia y Paz de Japón, y por la Oficina Justicia y Paz Internacional de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, el Institute for Policy Research and Catholic Studies de la Catholic University of America, por la Federación Internacional de las Universidades Católicas y por Pax Christi International. Es una de las iniciativas del Proyecto para la Revitalización del Compromiso Católico por el Desarme Nuclear.
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