El testimonio en Aleteia de Juan Martín Maldacena, autor del que es el artículo científico más citado en la disciplina de los que se tenga registro, galardonado con más de una docena de prestigiosos reconocimientos por su contribución a la cienciaEn el mundo de la ciencia están depositadas gran parte de las expectativas de la humanidad por hallar una pronta salida a la pandemia.
Las miradas se vuelcan por estos días a investigadores biomédicos que en universidades y compañías farmacéuticas trabajan a destiempo sabiendo que cuanto antes tengan resultados, más vidas serán salvadas.
Pero si hay esperanza allí es porque detrás hay investigación científica básica y en múltiples áreas. Una investigación más serena, con objetivos más amplios, de la que múltiples líneas y desarrollos puedan servirse, pero que con cada paso solidifica lo que pueden ser grandes avances para la humanidad.
Lo hemos expresado en numerosos artículos en Aleteia: al menos desde la religión católica, ciencia y religión no se presentan como mundos incompatibles.
Y, particularmente, grandes avances científicos de la historia han sido llevados adelante por hombres de una profunda fe, algunos de ellos, incluso, sacerdotes, como Georges Lemaître, el primero en proponer una teoría de la expansión del universo, popularmente “padre del Big Bang”.
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No es azaroso que la Física haya sido siempre especialmente atractiva para los hombres de fe, y no solamente católicos como da cuenta el caso de Lemaître.
Isaac Newton, arrianista, escribió más de teología que de física.
E incluso hoy uno de los físicos más influyentes de la academia contemporánea es un hombre de fe, que no la oculta cuando se le pregunta, pero que ante todo puede ser intuida en expresiones y actitudes que dan pauta de su coherencia.
Se trata de Juan Martín Maldacena, autor del que es el artículo científico más citado en la disciplina de los que se tenga registro, galardonado con más de una docena de prestigiosos reconocimientos por su contribución a la ciencia.
Nacido e iniciado en la Física en la Argentina, licenciado en el Instituto Balseiro de Bariloche y doctorado en la Universidad de Princeton, Maldacena integra el claustro del Institute for Advanced Study, de Princeton, Nueva Jersey, en el que se desempeñó hasta su fallecimiento nada menos que Albert Einstein.
Es habitual que en las entrevistas que se le hacen, muchas en los medios más importantes de habla hispana, llame la atención que un hombre ciencia no oculte que es un hombre de fe.
En diálogo con Aleteia consideró: “Creo que tiene que ver con cómo uno interpreta la fe. Por ejemplo, si uno cree en la verdad literal de la Biblia, entonces eso no es compatible con muchos resultados de la ciencia, desde el valor de \pi hasta la historia de la cosmología y el origen de la vida, etc. La ciencia nos enseña cómo funciona el universo y la fe es una creencia sobre su significado último”.
Maldacena, aunque reconoce que es raro ver un físico que profese una religión, aclara que “hay otros también”. “No soy el único. Pero no somos un gran porcentaje”.
La fe, expresa, es “más que todo como una guía en mi vida personal y de familia”.
Quienes lo han visitado en su despacho han dicho que allí lo acompaña una foto familiar. Le preguntamos sobre cómo compatibiliza su trabajo y la familia y aunque aseguró que lo hace como cualquier otra persona aclaró que “se escuchan un poco más de temas de ciencias en la casa”.
En ella se comparten las alegrías de los logros de los hijos, los desafíos de sus problemas… La familia, para él, “es brindar un hogar con amor para mis hijos y mi esposa, como me lo brindaron a mí mis padres”.
En el IAS hay investigadores de distintas ramas. Pero en todos la audacia y la originalidad para empujar el conocimiento hacia adelante sobresale.
No en vano fue casa de 34 Premios Nobel, 42 Medalla Fields y 18 Abel, entre otros.
Uno de los calificativos con los que más ha sido reconocido Maldacena, en particular su difundida Conjetura de Maldacena, es ‘audaz’.
“Es valioso enseñar lo que otros dijeron y hay mucha gente que hace eso. Pero en la investigación se trata de encontrar respuestas a preguntas nuevas. Estas se basan en otras cosas que otros dijeron antes, así que hay que aprender estas cosas también. En general, las contribuciones de una persona son muy pequeñas comparado con el conocimiento general que se transmite al enseñar distintas áreas de la ciencia”.
Maldacena está en uno de los centros de pensamiento más trascendentes del mundo, en una de las ciudades donde más se potencia el conocimiento científico, olimpo de la ciencia, y su nombre suena una y otra vez como candidato al Premio Nobel en la medida en que va recibiendo otros galardones.
Sus ideas lo trascienden e inspiran a científicos en todo el mundo.
No obstante, expresa sentirse, con suma humildad, “contento de poder ser parte de la comunidad científica que construye nuevos conocimientos y nuevas técnicas para explorar la naturaleza”.
Maldacena reconoce su fe. No la oculta pero no hace alarde de ella, porque no tiene sentido hacerlo y, sencillamente, no alardea de nada. Ni de su prolífica carrera científica ni de esta dimensión que él mismo sabe parece tan curiosa para la cultura general: un cristiano que triunfa en el mundo de las ciencias.
Es llano en las respuestas, humilde en su método y sus contribuciones, respetuoso y gentil con todos los que lo buscan.
Por eso, aun cuando sus contribuciones científicas sean de difícil comprensión para el gran común de los mortales, como los grandes hombres de ciencia, Juan Martín Maldacena inspira confianza y admiración.
Conjetura de Maldacena
Se trata de una relación entre teorías cuánticas de partículas, y teorías de la gravedad de Einstein. En una teoría el espacio-tiempo está fijo y en otra el espacio-tiempo es dinámico.
Usando ideas de la Teoría de Cuerdas, el enfoque, propuesto hace más de 20 años, puso en marcha una serie de investigaciones que ilusionan para conciliar caminos de conocimientos que parecían irreconciliables, y que permitan una mejor aproximación a lo que ocurre en los umbrales del universo y en las partículas más atómicas.
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