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Amalia Heredia Livermore, la marquesa católica volcada en su familia, el arte y la ciencia

AMALIA HEREDIA LIVERMORE
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Sandra Ferrer - publicado el 04/08/20
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Descubrimos la apasionante historia de una marquesa andaluza que dedicó su vida al arte, la ciencia y la filantropía.

Amalia Heredia, marquesa de Casa-Loring por matrimonio, fue sin duda, una mujer excepcional. De profundas creencias católicas, con un espíritu emprendedor y unas ganas inacabables de ayudar a hacer de este un mundo mejor, se volcó en mil y un proyectos que compaginó con su faceta de madre de nueve hijos.

Muy probablemente fue en su propio hogar en el que aprendió a exprimir la vida con gran devoción. Nacida en 1831, Amalia Heredia Livermore era la décima hija de Manuel Agustín Heredia y su esposa Isabel. Rodeada de su extensa familia, pronto se mostró como una muchacha alegre y dispuesta a aprender todo lo que sus tutores e institutrices le enseñaron. Además de una piadosa formación católica, Amalia aprendió disciplinas relacionadas con el arte y las ciencias que completaría con sus viajes por Europa.

Preparada para ser una joven inquieta con ganas de hacer mil cosas, su matrimonio se convertiría en un maravilloso proyecto en común. Casada en 1850 con un hombre de negocios llamado Jorge Loring Oyarzábal, quien poco después sería nombrado primer marqués de Casa Loring, Amalia tuvo una vida plena.

Amalia y Jorge tuvieron nueve hijos, a los que ambos creían que debían educar en igualdad de condiciones, al margen de que fueran niños o niñas. Su extensa familia no frenó los muchos proyectos que iba a emprender. Su hogar, la residencia de La Concepción, situada a las afueras de Málaga, pronto se convirtió en un pequeño paraíso.

Uno de los primeros proyectos que emprendió fue plantar en el entorno de su casa decenas de plantas y árboles exóticos imitando los jardines botánicos que había visto por Europa. Para que la adaptación de las especies foráneas fuera correcta, Amalia contrató a un jardinero francés especializado y se volcó en el cuidado de aquel hermoso rincón. Este terminó convirtiéndose en el Jardín Botánico de La Concepción que hoy en día está considerado como Bien de Interés Cultural y se encuentra abierto al público.

La marquesa de Casa-Loring había viajado en su juventud por las principales ciudades europeas en las que se empapó no solo de la delicadeza de sus paisajes y jardines que inspiraron su propio jardín botánico. También descubrió el mundo del arte y de las antigüedades.

Cuando ya estaba casada con Jorge Loring, quien compartía con su esposa la misma sensibilidad por la cultura, adquirieron las tablas conocidas como Lex Flavia Malacitana del siglo I que fueron el inicio de una importante colección arqueológica que tuvo como sede un magnífico templete que con el tiempo sería conocido como el Museo Loringiano, iniciado en 1859.

El hermoso hogar de los Loring no solo fue refugio para sus hijos, también se convirtió en punto de encuentro de los políticos de la época. Sus salones eran conocidos como un “parlamento paralelo”.

Además de potenciar el mundo de la ciencia y el arte en su Málaga natal, Amalia estuvo implicada en varias labores filantrópicas. Entre ellas, impulsó la creación del Colegio de la Asunción, el Hospital de San Julián y el Hospital Civil de Málaga. Fue también socia fundadora de la Real Sociedad Española de Historia Natural y miembro de la Orden de las Damas Nobles de la Reina María Luisa.

Culta, apasionada por el saber, solidaria y profundamente piadosa, la figura de Amalia Heredia es sin duda una de las más interesantes de la España del siglo XIX.. Una de esas mujeres poco conocidas pero cuya vida fue no solo apasionante para ella misma sino que dejó un importante legado científico y cultural.

Con el cambio de siglo, fallecía el que fuera su compañero durante prácticamente toda su vida. Con él compartió las alegrías de sus múltiples proyectos y la dicha de ver crecer a sus hijos. Aunque también se apoyaron en los duros momentos que vivieron como la muerte prematura de cuatro de sus hijos, uno de ellos de manera violenta, al ser asesinado por causas políticas. Amalia sobrevivió a su marido apenas dos años, pues fallecía en 1902 de manera repentina. Hoy en día, muchos lugares de su Málaga natal recuerdan su generosidad.

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