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Amor entre espinos. Se escaparon de Auschwitz y se encontraron después de 39 años

AUSCHWITZ COUPLE

Archives rivées de la famille Bielecki

Dominika Cicha - publicado el 21/07/20

Jerzy (Jorge), de 62 años, estaba expectante de pie en el aeropuerto de Cracovia. Esperaba a que Cyla bajara del avión y aceptara el ramo de 39 rosas. Uno por cada año de separación

“Desde la primera vez que la vi, me encantó su feminidad, su sonrisa, su rostro …” – recordó Jerzy Bielecki (Jorge). Paradójicamente, cuando había una muerte cruel detrás de la valla alambrada de Auschwitz, él estaba experimentando los momentos más bellos de su vida.

Jerzy (Jorge) y Cyla. Amor en Auschwitz

Recordaba bien el momento en que un grupo de 10 chicas apareció en la puerta del almacén de grano detrás del alambrado de KL Auschwitz. “Las morenitas”, divertidas, sonrientes, de buen aspecto. En bonitas blusas; tenían delantales, pañuelos. Se veían muy impresionantes. ¡Me quedé atónito!

Retrocedí sorprendido. ¿Mujeres? ¿Aquí? No me imaginaba que me pudiera ocurrir algo así”, contaba en un programa de la Radio Polaca. Una de las judías le sonrió y le guiñó el ojo de forma juguetona. Él se sonrojó.

Esta chica era Cyla Cybulska, originaria de Łomża. Fue enviada al campo en enero de 1943, junto con sus padres, una hermana menor y dos hermanos. Todos murieron excepto ella. Inicialmente, se quedó en Birkenau (donde recibió el número 29558), pero después de unas semanas fue transferida al campo principal de KL Auschwitz.

Encontramos allí unas condiciones diametralmente diferentes de las de KL Birkenau, porque en ese edificio vivían las llamadas “Aufzejerki”, es decir, las supervisoras alemanas. En el edificio Stabsgebäude, una habitación en el sótano fue destinada a unas 50 prisioneras. Sin embargo, era una habitación seca, dormíamos una en cada colchón, para mantener nuestra limpieza personal, teníamos que bañarnos en el mismo lugar dos veces al día: por la mañana y por la noche. También recibíamos mejor comida, es decir, mejor que la que recibíamos durante nuestra estancia en Birkenau. Perece que era la misma comida que recibían las supervisoras alemanas. Me asignaron a un edificio en el que había un cuarto de zurcido de los sacos que se entregaban al molino. Era el edificio-granero.

Y ahí es donde Cyla conoció a Jerzy Bielecki (Jorge), uno de los primeros prisioneros de Auschwitz (con el número de tatuaje 243), que fue atrapado mientras viajaba a Hungría. (Después quería ingresar en el ejército de Francia).

Antes de entrar a trabajar en los almacenes de grano en 1943, le asignaban diferentes trabajos: cercar el campamento, demoler las casas de los polacos que fueron echados de esos territorios o cortar el césped. También trabajó en un molino y en un taller de reparación, en lo que sin duda le ayudó su conocimiento del alemán.

Su amor floreció muy rápido. Hablaban todos los días, durante los descansos para comer, mientras los guardias sobornados hacían la vista gorda.

Después de 3-4 meses estaba enamoradísimo de ella, y ella también de mí. Por suerte para mí, ella también me mostraba simpatía, me abrazaba y besaba.

Así como los jóvenes se sientan hoy en el banco en un parque y arrullan, nosotros estábamos arrullando allí en este campo de concentración, donde la muerte prevalecía por todas partes.

Te sacaré del infierno

Un día, Cyla corrió llorando hacia Jorge. A su amiga más cercana la mató a balazos un hombre de las SS; él simplemente apuntó a su cuello y apretó el gatillo. Cyla temía que ella fuera la próxima.

“Cyla, no te preocupes querida, no llores, ¡te sacaré de aquí, te sacaré de aquí!” – entonces le dijo esto el chico al que ella llamaba Jorgito. Ella pensó que él estaba bromeando.

Jorge comenzó a prepararse de inmediato. Si tuviera que escaparse él solo, no se habría atrevido. Vio las consecuencias de los escapes. Pero por ella, por Cyla y por este amor, quería hacerlo todo. Primero, le pidió a un amigo que le consiguiera un uniforme alemán. Lo recibía por partes. Luego consiguió un pase. Y cuando en mayo de 1944 tenía un plan claro en mente, Cyla y sus amigas … dejaron de venir a trabajar al almacén. Durante 10 días, Jorge andaba como desesperado. No tenía idea de lo que les pasó a las chicas.

Inesperadamente, recibió una nota: “Jorgito, trabajo en la lavandería. Contáctame. C”. Comenzaron a salir, una vez a la semana, durante unos minutos. El 20 de julio de 1944, Cyla escuchó de su amado: “Mañana, un hombre de las SS de la unidad política vendrá por ti y te llevará al interrogatorio. Adiós, hasta mañana a las tres en punto.” Ella no hizo preguntas.

Y, de hecho, el 21 de julio de 1944, un Rottenführer de las SS disfrazado apareció en la lavandería del campo. Saludó al guardia y se llevó a Cyla “para interrogarla”. Solo faltó enseñar el pase en la puerta de salida y … eran libres.

La separación

Caminaron 9 noches. A finales de julio, llegaron a la casa del tío de Jorge y también se encontraron con su madre allí. Se tomó la decisión: los jóvenes deben separarse. La despedida duró toda la noche, prometiéndose mutuamente que se encontrarían después de la guerra.

Cyla se quedó viviendo con unos campesinos en Gruszów, Jorge se unió a la unidad forestal del Ejército Nacional. Cuando terminó la guerra, Cyla esperó. Le dijeron que Jorge perdió la vida en una batalla. Entonces ella se fue a vivir a su ciudad natal de Łomża, luego emigró a Suecia y a Nueva York.

Jorge fue informado de que Cyla murió en un hospital en Estocolmo. No podía entender por qué había sido engañado. ¿Quizás la familia no quería que se casara con una mujer judía? ¿O tal vez los campesinos de Gruszów temían que Cyla dejara de enviarles paquetes desde el extranjero?

39 rosas

Era el año 1982. Como cada semana, Cyla quedó con una mujer polaca que estaba limpiando su piso. Y como no tenía muchas oportunidades para hablar polaco en Nueva York, le pidió que se quedara un poco más y la invitó a tomar un café. Y luego le contó la historia más bella de su vida: sobre Jorge y la fuga.

La mujer polaca escuchó la historia, sin creer lo que realmente estaba sucediendo. “Sabe, hubo un programa en la televisión en el que un señor dijo que había conocido a una mujer judía de Łomża en el campo de concentración. Se escaparon juntos. Creo que se llama Jorge y es director de una escuela en Podhale”, dijo finalmente.

Terminé recibiendo una llamada a las 5 de la mañana. “Tiene una llamada desde Nueva York”. Pensé que mi amigo Ludwik estaba llamando. Pero escucho a alguien reprimir la risa o el llanto. Yo digo: Lutek, no pierdas el tiempo, di lo que está pasando. Y escucho la voz de una mujer: “Jorgito …” – Ya sabía quién era. “No es Lutek, soy yo, tu Cyla”. Este fue nuestro reencuentro – recordó Jerzy Bielecki.

En 1983, Cyla voló a Polonia. Jorge la saludó con un ramo de 39 rosas, una por cada año de separación. Se mantuvieron en contacto hasta la muerte de la mujer en 2005. Bielecki murió en 2011.

Cyla se casó en 1945. Junto con su esposo David (fallecido en 1973), tuvieron una hija. Jorge se casó año y medio después de la guerra y se mudó a Nowy Targ con su esposa e hijos. Durante muchos años fue el director del complejo local de escuelas mecánicas. En 1985, fue galardonado con la medalla Justo entre las Naciones.

Fuente: “Rozłączeni” (“Separados”), reportaje de J. Szwedowska y K. Nowak, Polskie Radio (Radio Polaca); jerzybielecki.com

La vida en Auschwitz imágenes: 

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