La autoestima pasa por saber quién eres y aceptarte y se desarrolla cada día recordando el amor incondicional. Una reflexión de Luisa Restrepo
Todos los días me enfrento con una verdad, una que me afecta del modo más inmediato: que soy este que soy, precisamente el que soy. Soy para mí lo absolutamente dado. No elegí serlo, simplemente alguien me lo dio.
Con lo que soy me relaciono y avanzo hacia todo. Así, mi yo tiene el carácter de inevitabilidad: o lo acepto y me quiero, o lucho contra eso y me será extremadamente difícil avanzar.
El punto de llegada debe ser el de querer ser el que soy. No puedo evitarme para siempre y dejar de reconocer lo que hay en mí, así como que no puedo evadir lo malo que hay en mí. Me hace bien aceptarlo y hacerle frente: esto soy y esto he hecho.
Debo ponerme en mi yo, tal como es, asumiendo la tarea que me está propuesta en el mundo.
Expresándolo negativamente, significa que no puedo eludir lo que me presentan, soñando que soy otro: soñando que soy diferente, que hago otra cosa o que puedo desempeñar otro papel que no me corresponde.
Tampoco puedo evadirme de lo malo que hay en mí: malas disposiciones, costumbres, culpa acumulada.
Debo aceptarlo y hacer frente a ello, no con rebeldía -eso no es aceptación, es endurecimiento-.
Al aceptarlo de verdad, voy más allá del mal: soy así, pero quiero llegar a ser de otro modo.
La autoestima, en el diccionario, está definida como lo que uno piensa y siente de sí mismo.
Por ella afirmamos el ser humano que somos, falible e irrepetible; con sus grandezas y sus fragilidades.
Como sé que lo que pienso o siento sobre mí mismo, no siempre es lo real y verdadero, el peso tiene que estar puesto en qué tanto soy capaz de guardar experiencias de hogar.
Es decir, los lugares, los momentos en los que he sido amado por lo que soy y no por lo que hago.
La incondicionalidad del amor es la raíz del amor propio, me da seguridad y me regala confianza en mí mismo.
Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia. Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.
20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).
Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.