Si indagamos en la provincia, los datos pueden ser mucho más impresionantes, con toda la carga perjudicial que ello significa para una sociedad
Mientras el Parlamento Europeo alerta sobre el agravamiento de la crisis en Venezuela, las cifras divulgadas por el Gobierno sobre el avance del coronavirus este jueves 16 de julio, aún cuando poco confiables, parecen dar la razón a los eurodiputados.
Se reportaron 426 nuevos casos (345 comunitarios y 81 importados) para elevar el total de enfermos por Covid-19 a 10.854 (2.482 más que la semana anterior, cuando se registraron 8.372). Además, el número de fallecidos alcanzó los 104 (24 decesos más en solo 7 días).
Zulia es la entidad con más contagios (2.377), seguida por Apure (1.525) y Distrito Capital (1.211), donde se registró en la última semana un incremento de 70 % en el número de casos reportados, razón por la cual Nicolás Maduro anunció que Caracas entraría en cuarentena radical (junto con Miranda y otros estados), pese a la flexibilización que correspondía para esta semana.
Retroceso petrolero sin precedentes
Todo esto, en momentos en que la producción petrolera de Venezuela retrocede a niveles de 1934. Son cifras aportadas por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Baste señalar que el número de plataformas de crudo activas de Venezuela cayó a cero en junio, según el conteo mensual de la firma estadounidense Baker Hughes, frente a 22 operativas en igual mes un año atrás. Estamos ante una caída es dramática para un país con ingresos altamente dependientes del crudo.
Y un dato aportado por un reconocido experto pretrolero: hace 20 años en Venezuela operaban 200 taladros. Hoy se cuentan con los dedos de una mano los que permanecen activos.
La muy distante Educación a distancia
Pero tal vez lo más serio para el país está sucediendo en el sector educativo. Los planes que asoma el gobierno de Maduro es mantener cerradas las escuelas hasta enero del próximo año. Si ello fuera realmente imperativo, aún sería patético dada la realidad que ha puesto de relieve el más reciente estudio del Sindicato Venezolano de Maestros en Caracas a través del cual se evaluó el año escolar on-line que acaba de finalizar.
La encuesta se aplicó a 598 docentes y los resultados son: el 59,60 % expresó no contar con recursos tecnológicos para el trabajo online. Solo 26,32 % tiene teléfono inteligente, computadora o laptop.
El presidente del organismo gremial, Edgar Machado, presentó los resultados de una encuesta aplicada a docentes en el Distrito Capital entre el 25 de junio al 10 de julio. Sombría confirmación: el 56,12 % manifestó no estar incorporado al programa de educación a distancia. Están fuera, simplemente.
En cuanto al acceso a Internet, el 33,67 % de los encuestados no posee el servicio. Solo el 12,24 % tuvo Internet de forma permanente.
Ya lo había sentenciado el desaparecido presidente Chávez quien, en su momento, calificó la inversión pública en internet de “gasto suntuario”.
“Cada familia una escuela”
El 13 de marzo las actividades escolares fueron suspendidas en el país por el COVID-19. Nicolás Maduro ordenó un plan de educación a distancia al cual llamó Cada Familia Una Escuela. El programa arrancó el 16 de marzo. Piensa extender la modalidad para el nuevo año escolar 2020-2021, según anunció el propio mandante el 9 de julio.
Ese mismo día, pidió mantener activo el Programa de Alimentación Escolar. Pero el estudio en cuestión reveló que 4 de cada 10 escuelas no recibieron alimentos para preparar las comidas. En algunos planteles los insumos fueron insuficientes, prevaleciendo los carbohidratos. “En su mayoría les daban a las personas granos con pasta o arroz, sin proteínas, ni vegetales”. Según testimoniaron los responsables.
Un “descarte” de 4.9 millones
Para nadie es un secreto que Venezuela es el país con el Internet más lento de América Latina. En el país 15 millones de personas no tienen acceso a Internet, a pesar de que es un derecho humano. Y son cifras oficiales, las últimas que publicó la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), en el primer trimestre de 2019.
Se trata de fallas estructurales de conectividad. El propio Maduro, el martes 21 de abril, reveló un dato: “El 44% de los estudiantes tiene acceso a los contenidos educativos por internet”. Tomando esa cifra como cierta, 4,9 millones de niños, niñas y adolescentes están excluidos de la posibilidad de recibir educación online a distancia. Es más de la mitad de la matrícula (56%) correspondiente a los niveles inicial, básica y diversificada, según los reportes de la Unesco.
Ni hablar de posibilidades para niños de zonas rurales o marginales del país. Lo que se pone de manifiesto es una mucho más marcada –si cabe- discriminación en el acceso a la Educación, que no solamente garantiza la Constitución Nacional sino que nos coloca de cara a un grave panorama que no se desdibuja como futuro lejano sino que interpela como un presente responsable de lo que viene y vendrá.
El internet más lento
Con esta realidad deben lidiar los maestros y padres que intentan, por todos los medios a su alcance, mantener la educación a distancia en medio de la cuarentena. Padres, maestros y alumnos han tenido que ser creativos para adaptarse al nuevo modelo.
No obstante, las urgencias cotidianas como arreglárselas con la necesidad de atender a los niños en casa, conseguir comida, cumplir las diligencias de cada hogar que hoy se ralentizan por la falta de gasolina y las dificultades de movilización que plantea el transporte público casi paralizado, hacen aún más cuesta arriba cumplir las exigencias de la educación online.
A todo ello se suman los inconvenientes para descargar los contenidos que se envían desde el colegio, lo cual puede demorar horas. “El colegio planteó una encuesta a ver cuántas personas tienen internet estable y cuántas no. En la encuesta son más las personas que tenían internet inestable, que las que disponían de un buen servicio”, confió la docente Cindy Madrigal a un medio digital.
Entre el reto y la odisea
Las brechas que deben salvar educadores y educandos en Venezuela para lograr que funcione la instrucción a distancia son muy grandes. Hay zonas en el interior del país que ni siquiera disponen de servicio telefónico. Y no estamos hablando de zonas apartadas o deprimidas.
En Machiques, por ejemplo, región productiva por excelencia en el país, en un estado petrolero como el Zulia, ubicada en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo –para más señas- la empresa estatal de telecomunicaciones Cantv no presta servicio y la gente depende de los datos móviles de Movistar para ayudar a sus hijos a hacer las tareas en las horas en que tienen servicio eléctrico. Los apagones son frecuentes y todos los días se va la luz por seis horas.
El portal EfectoCocuyo cita el caso de una madre de familia del lugar quien afirma que las actividades educativas llegan a 75% de los representantes y el 25% restante queda por fuera porque no tiene teléfono inteligente ni Internet. La mayoría depende de datos móviles, sin mencionar el costo impagable de un sistema así para atender cursos que pueden durar horas.
Otra mamá dice que enseña “lo que pueda y como pueda” a sus dos hijos de 12 y 14 años.
Ya lo viene advirtiendo la ONU: “La suspensión de clases presenciales aumenta el riesgo de abandono escolar”.
En estas circunstancias, la pregunta es: “Cuánta deserción tendremos para el año siguiente y cuántos docentes se mantendrán en el sistema educativo? Sin importar la respuesta, la sola pertinencia de la pregunta ya es un riesgo que asusta y un retroceso considerable.-
Con información de Efectococuyo y el Boletín del Centro
Arquidiocesano Rafael Arias Blanco (Caracas)