Corría el siglo XVI y un noble galo conocido como el Marqués de Maintenant atacó las costas orientales venezolanas al mando de 500 piratas franceses. Venían atraídos por la abundancia de perlas en la isla. Perlas blancas y grises, lisas e irregulares, todas naturales y de un valor extraordinario. Saquearon la ciudad de La Asunción, hoy capital del estado Nueva Esparta (isla de Margarita). Por esa razón se decidió la construcción de este importante fuerte conocido popularmente como el Castillo de Santa Rosa, bautizado originalmente como Santa Rosa de La Eminencia.
Era una verdadera “eminencia” estructural en forma de estrella con sus tres frentes defensivos conformados por dos baluartes, dos medios baluartes y tres cortinas mirando hacia el sur, este y oeste además de una plataforma con un rediente mirando hacia el norte; también su aljibe, sus cuarteles y su capilla. Antiguamente se comunicaba con el convento de San Francisco.
Pero, por sobre cualquier teoría, está Juan Muñoz de Gadea, el gobernador del territorio a quien se le debe el nombre de Santa Rosa de La Eminencia. Probablemente se le ocurrió porque desde esa edificación se domina todo el Valle de Santa Lucía, la vía oriental y el estrecho paso hacia el norte.
La valerosa mujer que sufrió entre sus muros
Aparte de la historia antigua del castillo y su relevancia como fortaleza protectora en tiempos coloniales, fue igualmente de gran significación durante la guerra de independencia. En esta mole de piedra, cal y canto, estuvo recluida Luisa Cáceres de Arismendi, valiente mujer venezolana, quien perdió a una hija mientras estuvo cautiva.
El calabozo subterráneo llama mucho la atención de los turistas y hoy sería sin duda un tema de derechos humanos, justo por esta historia. Allí estuvo ella prisionera en las peores condiciones durante año y medio cuando apenas tenía 16 de edad. La historia dice que allí dio a luz una niña, que murió al nacer debido a los rigores del trato y la ausencia de sanidad en los calabozos.
Esta fue una insigne mujer cuya sola mención glorifica la tenebrosa estructura. Era la jovencísima esposa del indomable prócer margariteño Juan Bautista Arismendi, el jefe patriota de la Isla de Margarita.
Luisa huyó de Caracas en el famoso éxodo de 1814 -ocasionado por la llegada las temibles tropas del cruel asturiano José Tomás Boves- episodio conocido en nuestra historia como “La Emigración a Oriente”. En la dura travesía murió mucha gente, incluidos los familiares de Luisa, quien quedó practicamente sola en la vida. Perdió a 4 de sus tías y sólo conservó a un hermano menor. El grupo sobreviviente llegó a la isla de Margarita donde el entonces coronel Arismendi, bajo cuyo control se encontraba el territorio, les recibió y dio protección. Arismendi busca a la familia Cáceres, a quienes había conocido y frecuentado por algún tiempo en Caracas en la navidad de 1813, proporcionándoles vestidos, alojamiento y demás recursos.