Un genio que nos deja un legado impresionante
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Se ha ido un compositor esencial para la historia del cine y de la música en general. Aunque suene a tópico lo cierto es que su legado ya permanecerá para siempre, tanto en la mente del aficionado, como en el alma del propio cine
Ennio Morricone se ha ido a los 91 años. Los que amamos el cine hoy tenemos una razón menos para continuar con nuestro romance con el séptimo arte o, si lo prefieren, para preferir siempre el cine de antes. No voy a hacer aquí un recorrido por su biografía y su historia. Es de sobra conocida y en cualquier caso es lo que está haciendo todo el mundo ahora mismo. Yo voy a intentar explicarles porque Morricone fue importante y por qué, el hecho de que ya no esté entre nosotros, es una razón más que suficiente para lamentar su pérdida.
Morricone compuso más de medio millar de bandas sonoras y es verdad, no todas fueron buenas. Era un genio pero no un dios. Pero sí que ha dejado una impronta imborrable y un estilo inimitable que aún así ha marcado la obra y la carrera de muchos músicos en la actualidad.
Casi todo el mundo lo conoce por El bueno, el feo y el malo aunque esto no sea más que la punta del iceberg. Morricone siempre tuvo cierta tendencia a un estilo musical muy propio de los sesenta y setenta del pasado siglo y lo interesante es que logró encajarlo dentro del nuevo siglo. Además, Morricone tenía un sentido muy especial para la melodía, esto es muy importante.
Porque en ella suele residir la esencia de lo que se nos van a contar y condensarlo todo en un puñado de notas no suele ser tarea fácil. Pero es que además, Morricone no le tenía miedo a rebasar fronteras e ir más allá.
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Al músico italiano le gustaba experimentar con las melodías pero también con los instrumentos y gracias a esto pudo abarcar un amplio registro de temas y atmósferas. Morricone le puso música a películas de terror, a dramas históricos, por su puesto a películas del oeste, pero también a films de ciencia ficción. Prácticamente tocó todos los palos. Por tocar, incluso compuso una misa en honor del Papa Francisco.
Tuvo la prudencia de penetrar en Hollywood pero sin perder su país de origen de vista. Compuso la banda sonora de cintas como Los intocables de Elliot Ness, Corazónes de hierro, La misión o La cosa. Y siempre, manteniendo un estilo sobrio y muy personal.
Cuando el premio Princesa de Asturias de España anunció que el galardón de las artes de este año iría destinado a Ennio Morricone junto a John Williams (del que ya hemos hablado aquí y seguramente seguiremos hablando) muchos se escandalizaron seguramente porque no comprendieron cómo de importante ha sido la influencia de Morricone.
Para que se hagan una idea, Quentin Tarantino, que no le gusta que compongan música para sus películas sino rescatarlas cuando ya están hechas, llamó a Morricone para que le pusiera música a su última película, Los odiosos ocho. Es más, Hans Zimmer, un gurú de la nueva música de Hollywood (El rey león, Piratas del Caribe) no sería quien es sin Morricone y lo mejor ¿saben qué es? Qué el mismo lo sabe y lo admite
Sin Ennio Morricone ya sabemos que hay un tipo de cine que nunca volverá a sonar como antes. Habrá que esperar mucho tiempo si es que alguien vuelve a imitar, tan si quiera, con un mínimo de dignidad, los emotivos acordes de Ennio Morricone. Su música, no era solo eso, era también un pedazo de cine, un puñado de expresión a través de un sentido tan volátil y emotivo como el sonido.
Afortunadamente cuando queramos recordarlo, solo tendremos que escuchar su música.