Tierra fértil para cosechas, devotos de Nuestra Señora de la Luz, misteriosa y profunda, fundada en 1769 sobre un montículo rocoso y con su apellido propio, “del Orinoco”, para diferenciarla de otra Caicara en Venezuela, la de Maturín, en el estado Monagas.
Los expedicionarios Humboldt y Bonpland encontraron el nombre demasiado pomposo para unas cuantas casas que ni a poblado llegaban, pero así se quedó. Hasta la Independencia, Caicara fue una villa deprimida, una especie de cantón insignificante.
Luego, mereció Caicara del Orinoco su “pomposo” nombre pues la zona jugó un importante papel en el proceso emancipador venezolano. Dos generales patriotas hicieron fuertes en Caicara y desde allí lograron tomar la provincia de Guayana, después de reunir una fuerza de 800 jinetes y montar su centro de operaciones en el hato El Tigre. Igualmente, fue de Caicara del Orinoco desde donde Simón Bolívar –instalado allí por cuatro días- salió, con dos escuadras para sumar las fuerzas de José Antonio Páez y sus intrépidos lanceros llaneros en Apure, emprendiendo así la conocida en nuestra historia como la Campaña del Centro.
Fue incendiada dos veces, sufrió saqueos y presenció mucha crueldad. Pero llegó a ser la capital del estado Bolívar. Hoy lo es la gran conurbación de Ciudad Bolívar, pero Caicara es municipio autónomo.
La “Niña del Sol”
El nombre de Caicara viene del dialecto indígena. Poseían los aborígenes un puerto que llamaban Kai kara: Kai significa sol y Kara, niña pequeña. Si se une la palabra indígena Kaikara, el significado de la palabra Caicara no es otro que “La Niña del Sol”.
Fueron los padres jesuitas los que intentaron la primera fundación de esa ciudad, uno de los cuales, Bernardo Rotella, fue el primero en llegar allí. Fundó Cabruta en 1740 y fue quien trazó el primer mapa del Orinoco donde figura el Brazo Casiquiare, un tributario del caudaloso Amazonas a través del río negro. A diez y ocho kilómetros y medio fundaron Caicara, en todo el frente, sobre la banda derecha del majestuoso río. La permanencia de los jesuitas fue efímera dado el peligro que representaban los indios Caribes, tal vez la tribu más fiera de todos los que poblaron el territorio venezolano. Caicara fue el punto de contacto con las extensas sabanas del sur, magníficas para la ganadería.
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