Es muy usual recibir mensajes sensacionales, revelaciones importantes, fotografías que muestran el dolor humano, la magnitud de una catástrofe, que son crítica social de acontecimientos decisivos; fotos y textos que van a cambiarlo todo en un minuto… y sin pensarlo mucho (ni poco) los reenviamos a nuestros contactos.
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Solemos llamarlas “fake news”. Pero, en realidad, no son noticias falsas. Es más, algunas son verdaderas… Pero: ¿es necesario difundirlas?
El triple filtro socrático
La comunicóloga ecuatoriana Albertina Navas acaba de publicar un artículo en el servicio de la agencia católica SIGNIS que vale la pena desmenuzar, sobre todo porque ante la avalancha de información que enviamos el llamado “triple filtro de Sócrates” puede reducir tanto nuestra actividad en redes, como nuestra participación en lo que Navas llama “cadenas de terror”.
La pregunta clave de la que parte la reflexión de Navas es la siguiente: ¿solo porque algo es verdadero es susceptible de ser publicado y compartido con todo el mundo?
Para responder a este importantísimo cuestionamiento, Navas invita a sus lectores a volver a lo fundamental mediante el uso del triple filtro socrático: verdad, bondad y utilidad. Este método, bien conocido como método socrático (inquirir para desentrañar o desenmarañar lo que en principio nos parecía obvio) se basa en las preguntas a continuación:
“Frente a lo verdadero, pregúntate: ¿Me consta? ¿Puedo probarlo? ¿Estaría en capacidad de sostenerlo ante cualquier persona? ¿Estaría dispuesto a jugarme mi reputación por esto?
“Frente a lo bueno: ¿Beneficia o hace sentir mejor a la otra persona o a mí mismo/a? ¿Despertará emociones positivas? ¿Mejorará la situación de las personas involucradas?
“Frente a lo necesario o útil: Al conocer ese mensaje, ¿la vida de esas personas o mi vida mejorarán? ¿Podrían los involucrados hacer alguna acción práctica con esa información? ¿En qué les perjudica a mis contactos no saber esta historia?”
El principio de la empatía
Este triple cedazo puede desalentar las cadenas de difamación, sensacionalismo, propagación del pesimismo o, incluso, de la ira social. En otras palabras: podría ser un contribuyente de la paz frente a tanta violencia social que enfrenta hoy la humanidad.
Navas –quien hace esta reflexión sobre las dolorosas fotografías de Guayaquil que dieron la vuelta al mundo—recomienda la aplicación de este cuestionario socrático y subraya: “si no puedes responder al triple filtro con un sí rotundo o con respuestas positivas y edificantes, no lo publiques”.
Y sobre el caso de las fotos de la ciudad donde vive, Navas apunta: “Si viste o compartiste esos videos de Guayaquil, permíteme preguntarte: ¿pensaste en las familias de los fallecidos, en su dolor, en su angustia, en su desesperación?” Y remata diciendo: “Eran imágenes verdaderas, pero, ¿a quién benefició compartirlas masivamente sin explicar el contexto?”
Contra la propagación del miedo
Esta doctora en Comunicación y periodista ecuatoriana pide a todos los que reenviamos este tipo de historias que contemos historias verificadas, que esas historias tengan un contexto y, sobre todo, que piensen en el otro: que sean empáticas.
“El miedo no es factor de concienciación, hacer leña del árbol caído no es respetuoso y poner el dolor de otros como ejemplo del desastre tampoco es compasivo” escribe Navas en su texto.
Y termina su reflexión tomando el caso Guayaquil: “Les aseguro que una acción mucho más poderosa a favor de las víctimas hubiera sido cortar esas cadenas de terror y evitar ese mal concebido activismo de forward”.