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Comenzar una nueva vida siempre es complicado, pero todo se vuelve aún más cuesta arriba cuando, desde que naciste, has permanecido en un entorno alejado por completo de la sociedad circundante, literalmente aislado y atrapado en un sistema de normas que casi suponen un viaje inamovible en el tiempo, en un tiempo bloqueado que nunca evoluciona.
De ese mundo escapó Deborah Feldman, escribiendo posteriormente el libro “Unorthodox: The scandalous rejection of my hasidic roots” (“Poco ortodoxa: El escandaloso rechazo de mis raíces jasídicas”) en el que narraba su experiencia, obra que ha sido libremente adaptada por la plataforma de streaming Netflix como miniserie de cuatro episodios que totalizan algo menos de cuatro horas de duración.
Unorthodox nos cuenta cómo Esther Schwartz (descomunal Shira Haas), familiarmente denominada Etsy, abandona su matrimonio, su familia y su comunidad buscando libertad y huyendo de la opresión y la ausencia de alternativas vitales a que se ve sometida, una huida/lucha geográfica, personal y casi temporal, pues con una mirada superficial casi nos puede parecer que el mundo que habita pertenece a otra época, a otro siglo.
Etsy huye de todo y de todos, busca tanto sus orígenes familiares (sus antepasados proceden de Berlín) como (lo iremos descubriendo) su autorrealización personal apoyada en la música, una actividad que le estaba vedada en su comunidad pero que en Alemania quedará por fin a su alcance, aunque no sin dificultades… entre ellas la de ser perseguida por algunos miembros de su comunidad que tratarán de reconducirla en una subtrama casi digna de thriller policíaco.
Y es que la comunidad judía ortodoxa jasídica mantiene unas costumbres muy rígidas y muy ancladas en el pasado que nos pueden parecer chocantes por contraste con el habitual funcionamiento de la sociedad contemporánea occidental, pero como siempre, la importancia del rito debe ponderarse con su significado y con su influencia en la propia vida.
A lo largo de un conjunto de flashbacks vamos conociendo cómo Etsy llegó a casarse, cómo se desarrolló la ceremonia, cómo llega a desarrollar problemas en su matrimonio, a ser incapaz de superarlos y a tomar conciencia de las limitaciones y la ausencia de libertad que le supone la sumisión a una ortodoxia de una gran rigidez, al tiempo que encuentra que no puede realizarse como persona sometida a esa inflexibilidad, se siente cada vez más anulada y rodeada de incomprensión por parte de su propia familia.
Puede parecer chocante que en una ciudad que solemos asociar con la modernidad como Nueva York sea donde se ubica el barrio de Williamsburgh, donde se sitúa la acción, pero es justo ahí donde reside la mayor parte de esta comunidad judía que mantiene un férreo respeto por la más estricta observancia de la Torá, lo que impregna hasta el más mínimo detalle de la vida cotidiana.
Desde este punto de vista la miniserie Unorthodox constituye un interesante (por documentado y puesto en escena con respeto y precisión) documento que nos aproxima al modo en que se vive la fe en dicha comunidad, que antepone la presencia constante de Dios en todos los actos de la vida a cualquier otra consideración, lo que como veremos conduce a los protagonistas por un camino tan pautado, casi carente de libre albedrío, que semeja discurrir por un sendero completamente al margen del que contiene el recorrido del resto del mundo.
Ese tempo inamovible de rituales incólumes puede chocar al espectador de cultura católica, que conoce la proximidad que a lo largo del tiempo, con especial relevancia en las últimas décadas, ha impregnado a la actividad de la Iglesia católica, que ha sabido mantenerse cercana a la sociedad adaptándose de manera reflexiva al calendario, para así conservar una voluntad de participación de la comunidad que no convierta la creencia en un aislamiento sino en un sentido de hermandad acogedor e incluyente.
Hoy, por ejemplo, podrían chocarnos algunas de las costumbres y ritos que se hacían anteriormente al aggiornamiento del Concilio Vaticano II. El Magisterio católico y su continuo escrute de los signos de los tiempos, como especialmente se ha podido ver en las últimas décadas, permiten que no tengamos una legión de Etsys atrapadas en un pasado eterno, sin otra salida que abandonar su comunidad y sus creencias.