Poco conocido por el público en general, el padre Stephen Eckert, sacerdote capuchino, dedicó su vida al servicio de las “personas de color”. Un apostolado muy moderno para su época
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Se podría decir que se enamoró del pueblo afroamericano. Nacido en Canadá en la segunda mitad del siglo XIX, el padre Stephen Eckert, capuchino, fue ordenado sacerdote en 1896 y luego enviado a Nueva York para su primera misión.
Una vez allí, le impactan los afroamericanos y siente la llamada a satisfacer sus necesidades espirituales. Un atractivo singular para los tiempos, que se refuerza después de una visita a las Hermanas del Santísimo Sacramento en Filadelfia.
Fundada por santa Katharine Drexel, esta congregación estaba al servicio de varias comunidades afroamericanas. Convencido de que Dios le llamaba a este apostolado, el padre Eckert escribió las siguientes líneas a su superior en 1903:
“Humildemente te pido el privilegio de dedicar mi vida solo a la obra misional, de acuerdo con la santa voluntad de Dios. Debo señalar que desde el año pasado, pensé en ir a trabajar al sur con los negros; así que si piensas que podría ser parte de la mayor gloria de Dios, estaría feliz de hacerlo”.
“Primero debemos convertir a los blancos a su causa”
Su sueño solo se hizo realidad cuando fue nombrado párroco de la parroquia St. Benedict the Moor en Milwaukee, Wisconsin. La comunidad afroamericana está en el corazón de la parroquia y el enfoque pastoral de la religión es muy singular.
“En dos meses, el padre Stephen contactó con 450 personas. Yendo de casa en casa, despierta oleadas de admiración porque nadie se había atrevido a hacerlo. Es innecesario decir que de esta maravilla nació una relación de confianza. Entonces, cuando se sabe que va a abrir una escuela, inmediatamente se las arregla para reunir a unos 40 niños, la mitad de los cuales vive lejos”, dijo Egidio Picucci en 2008 en un artículo para L’Osservatore Romano.
Se dice que fue uno de los primeros sacerdotes católicos en dedicar toda su energía a servir a “personas de color” en los Estados Unidos. Convencido, lanzó:
“Para hacer algo por los negros, primero debemos convertir a los blancos a su causa”.
Activo en la comunidad local y muy adelantado a su tiempo, lucha por los derechos humanos básicos y por la igualdad de todos.
El “Apóstol de las personas de color” muere a los 53 años después de contraer neumonía. Fue declarado siervo de Dios en 1952.