Una monja que trabajaba en Cincinnati recibió apariciones de la Virgen
Mildred Marie Neuzil nació en Brooklyn, Nueva York, el 2 de agosto de 1916. Pocos días después, fue bautizada en la Iglesia de la Santísima Trinidad en Montrose St., en el barrio de Williamsburg de Brooklyn.
Poco después de eso, la mamá y el papá de Mildred se mudaron a Cleveland, Ohio. El padre de Mildred, constructor de casas, había escuchado que había más oportunidades en el área de Cleveland, y se fueron.
Una espiritualidad pronunciada rodeó a Mildred incluso desde una edad temprana. A los 14 años, ingresó a la congregación religiosa de las Hermanas de la Preciosa Sangre en Dayton, Ohio.
Cuando tenía 17 años, hizo sus primeros votos como profesa religiosa y se le dio el nombre de Hermana Mary Ephrem, un nombre que significa “doblemente fructífero”.
Los deberes de la hermana Mary Ephrem eran una combinación de tareas domésticas y la enseñanza en el jardín de infantes.
Cuando tenía 21 años, fue enviada a trabajar a la cancillería en Cincinnati, Ohio. Fue allí donde conocería a un hombre santo que, con el tiempo, se convertiría en su confesor y su mentor. También se convertiría en arzobispo. Se llamaba padre Paul Leibold.
Ninguno de los dos tenía idea de los planes especiales que Dios tenía para los dos.
Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia. Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.
20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).
Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.