¿Si este pandemia lo cambia todo, qué va a ser de tu trabajo, de tu negocio o empresa?
Estos días estamos escuchando que después de la pandemia todo va a ser diferente. Como empresario, si tuviera que volver a empezar, me planteo qué haría diferente. Por ejemplo, en el empleo, me pregunto:
- ¿Seleccionaría mejor a mi personal?
- ¿Cómo lo contrataría?
- ¿Despediría a los que no están preparados para el nuevo futuro?
- ¿O bien me dedicaría a formar a mi gente y les asignaría otras funciones para adaptarnos a las nuevas circunstancias?
La reacción más habitual es la de escuchar al que dice tener soluciones a todos los problemas que surgen por todos los frentes. Hay quienes perciben oportunidades en ese horizonte oscuro para muchos.
Pero, cuidado, porque al desear ver la luz al final del túnel podemos entrar en otro túnel. Si ansiosos tomamos decisiones sin valorar los obstáculos que nos pueden surgir en el nuevo escenario y si no reflexionamos sobre los efectos colaterales, las consecuencias pueden ser nefastas.
Es importante que quienes tomen estas decisiones cuenten con valores morales y una capacidad de liderazgo fuerte.
¿Cómo combinamos supervivencia con oportunidad?
En la presente crisis, nos peguntamos, por ejemplo, si invertir o no en tecnología. Pensamos que con ella encontraremos soluciones a medio plazo pero tal vez no a corto. La tecnología exige un importante esfuerzo y para cambiar el modo de abordar las relaciones con los clientes, los proveedores o los trabajadores , el modo de valorar al personal, la intensidad de colaboración entre los distintos departamentos, los hábitos de escucha y comunicación. En definitiva, cambiar la cultura de la organización.
A la hora de enfocar nuestras estrategias, tendemos a no analizar los antecedentes, ni siquiera los de la crisis anterior (2008-2012). Tomamos decisiones en función de lo que “hay que hacer” a corto plazo y no del largo plazo. Si profundizáramos sin embargo en las causas y en los antecedentes podríamos tomar decisiones orientadas a la sostenibilidad y al crecimiento de la empresa en el futuro inmediato y mediato, lejos de las presiones del momento. El problema es que nos creemos más lo que deseamos que lo que nos dice la cabeza.
Se plantean decisiones importantes, especialmente en las pequeñas empresas con menos recursos, desde despedir a una parte significativa de la plantilla, a modificar el modelo de negocio o, incluso, a cerrar en muchos casos. Para ello es importante volver al origen y recurrir a la memoria, especialmente si en el pasado sufrimos un fuerte revés.
Tenemos que preparar de los medios hoy para abordar con ventaja situaciones excepcionales que se puedan presentar mañana a raíz del covid-19. No se trata simplemente de contar con un plan B de emergencia, sino de establecer las condiciones que permitan una mayor fortaleza financiera cara a situaciones adversas.
Por ello es crucial potenciar las capacidades del capital humano de la empresa y la investigación, para afrontar asó las oportunidades futuras. Esto se ha de percibir en las políticas de personal y de inversión, como un valor cultural de la empresa.
Plantéate soluciones a medio plazo para que, cuando se vuelvan a producir las causas, cuentes con otras capacidades internas para afrontar otra crisis de esta naturaleza y poder transformarlas en oportunidades.
Pero si ya no se puede, porque se está inmerso en la crisis y no se ha sabido prever y promover esta solvencia y preparación toca en el presente actuar cual cirujano: sanar parte del cuerpo para que este entero no muera.
Por ejemplo, en lo que afecta al personal, tal vez tengas que organizar una salida ordenada teniendo presente situaciones particulares de cada trabajador. Para ello, por encima de la estricta legalidad, en la mente y en la acción de todo empresario deben estar presente los principios morales, como la integridad y la honradez.
Así, debe primar la decisión de hacer el bien, de respetar los derechos humanos, elegir en toda ocasión la justicia, de optar por la caridad en caso de dilema, por encima de imponerse sobre los demás, del afán del beneficio, de ejercer el poder en provecho propio.
Ser honrado es muy difícil si no se vive en verdad, es decir si no se es íntegro en todas las ocasiones, pues la ambigüedad traiciona la confianza entre las personas.