Algunas actuaciones forman parte de nuestra memoria colectiva; otras son más desconocidas, pero igualmente emocionantes. Todos los cantantes que conocieron al Papa santo volvieron profundamente impactados por el encuentro
De todos es sabido que San Juan Pablo II era un apasionado del teatro y de las artes. En su juventud él mismo participó en varias obras de teatro como actor. Siempre apreció cualquier manifestación cultural y permanece inolvidable su Carta a los Artistas de 1999.
“Con esta Carta me dirijo a vosotros, artistas del mundo entero, para confirmaros mi estima y para contribuir a reanudar una más provechosa cooperación entre el arte y la Iglesia. La mía es una invitación a redescubrir la profundidad de la dimensión espiritual y religiosa que ha caracterizado el arte en todos los tiempos, en sus más nobles formas expresivas. En este sentido os dirijo una llamada a vosotros, artistas de la palabra escrita y oral, del teatro y de la música, de las artes plásticas y de las más modernas tecnologías de la comunicación”, expresaba en esta hermosa misiva.
A lo largo de su pontificado recibió en el Vaticano a muchos músicos y cantantes. En los países que visitó, otros artistas le obsequiaron con sus canciones o interpretaciones. Y no todos ellos se declaraban católicos, pero, para muchos, actuar delante de Juan Pablo II fue una experiencia transformadora e inolvidable.
En esta selección no están, por supuesto, todos los artistas que tuvieron el honor de exhibirse delante de Juan Pablo II, pero están quizá algunos que ustedes desconocían.
Si son amantes de la música italiana, sabrán quién es Franco Battiato. El cantautor siciliano de 75 años es uno de los músicos más queridos y respetados del país, un poeta y filósofo que siempre ha expresado en sus letras un gran interés por lo divino y lo humano. Un ejemplo es esta canción, “E ti vengo a cercare”, “Y te vengo a buscar”, de gran sentido espiritual.
En 1989 Battiato se conmovió hasta las lágrimas mientras interpretaba este tema en un concierto en el Aula Pablo VI en presencia de Juan Pablo II. Battiato fue el primer músico pop que tocó en el Vaticano.
Tampoco se confesaba católico Michel Petrucciani, músico francés de origen italiano, pero no cabe duda de que su talento era un don divino. El pianista y compositor de jazz padecía la enfermedad de “los huesos de cristal”. Apenas superaba el metro de estatura, pero su obra fue gigantesca hasta el punto de convertirse en uno de los mejores compositores de jazz que se recuerdan.
En 1997 tocó ante Juan Pablo II durante la clausura del Congreso Eucarístico celebrado en la ciudad de Bolonia. El Papa se quedó maravillado con el virtuosismo de Petrucciani. Dos años después, a la edad de 36 años, el pianista fallecería como consecuencia de su enfermedad.
En el año 2000 la cantante israelí Noa tuvo la oportunidad de actuar delante del Papa Wojtyla en el Jubileo de los Trabajadores. Seis años antes, en 1994, Noa cantó el “Ave Maria” ante la atenta mirada de Juan Pablo II en la clausura del Año de la Familia. La cantante siente un especial afecto por el Papa santo. Incluso en el año 2013 compuso las canciones de un musical sobre su vida.
Y para cualquiera que tenga un poco de edad y tuviera la suerte de estar en España durante aquel mayo de 2003, permanecerá para siempre en el recuerdo la última visita que Juan Pablo II hizo a este país. Los jóvenes quisieron reunirse con él en un gran aeródromo. Fue como una especie de Jornada Mundial de la Juventud. En aquella ocasión, cantaron ante Juan Pablo II dos artistas a los que su encuentro con el Santo Padre dejó huella.
Diego Torres cantó “Color esperanza”, una canción que le gustaba mucho a Juan Pablo II; y Niña Pastori interpretó una conmovedora versión del “Ave María”. La cantante gaditana, con lágrimas en los ojos, estrechó y besó las manos de un Juan Pablo II que ya estaba muy delicado de salud.
Y aunque uno de los grandes del blues no llegó a tocar su guitarra delante de Juan Pablo II tuvo con el Papa Wojtyla uno de esos gestos que son ya leyenda de la música. Todo el mundo recuerda a Juan Pablo II con las míticas gafas de sol de Bono, el líder de U2. Lo que no es tan conocido es que B.B. King, el rey del blues, regaló a Juan Pablo II su querida guitarra “Lucille”.
El músico entregó este tesoro al Papa “como el mayor gesto posible de mi respeto hacia él”. Se trata de una guitarra que acompañó a B.B. King durante, nada más y nada menos, que 50 años. Fue en 1997, cuando el Papa recibió en audiencia a los artistas que ese año tocaron en el tradicional concierto de Navidad del Vaticano.