La contaminación de los ríos Napo y Coca en medio de la pandemia del Covid-19 deja a muchas comunidades indígenas afectadas “Una doble tragedia”, tituló Aleteia al hacer referencia a un hecho que generó preocupación el pasado 7 de abril: un derrame de petróleo en los ríos Napo y Coca (Orellana, Amazonía) ocasionado por la ruptura de una tubería.
Es que la situación pasó algo desapercibida a raíz de la pandemia del coronavirus, pero motivó diversas denuncias tanto desde organizaciones vinculadas a la Iglesia como Repam (Red Eclesial Panamazónica) y del propio Vicariato de Aguarico.
En los últimos días se sumó también la respuesta de la de la misionera española Iraide Donaire, quien lleva trabajando desde julio de 2019 en esa zona de la Amazonía ecuatoriana. La misionera, integrante del equipo misionero de ese vicariato, expresó la gravedad del asunto e hizo énfasis en los más golpeados:
“Esta situación afecta sobre todo a las comunidades indígenas que, en su día a día beben agua de ahí, cocinan con esa agua, se bañan en esa agua y también estaban pescando mucho pero ahora, por esa situación, los peces se han muerto”, señaló la misionera, reproduce la Diócesis de Bilbao.
“Por nuestra cuenta hemos ido informándonos, publicando, comunicando y denunciando esta situación en diferentes medios de comunicación”,prosigue Iraide al hacer referencia a la gran preocupación que generó el tema.
Al mismo tiempo, recordó que ya estaban empezando a llegar ayudas materiales, además de un trabajo de monitoreo con respecto a la gente local y también con la documentación necesaria (fotos y videos) para que se conozca la magnitud de la tragedia dándole de esa manera voz a los perjudicados.
Un ataque que no cesa
En los últimos días, a través del portal de periodismo ambiental Mongabay con un informe especial denominado Tierra de Resistentes, se hizo referencia a que desde que la Organización Mundial de la Salud declaró al Covid-19 como pandemia, al menos seis defensores medioambientales han sido asesinados en diversos países de la región.
“La violencia no se fue de cuarentena”, ha sido una frase muy repetida por líderes sociales y ambientales en Colombia, pero es perfectamente aplicable a otros países de América.
Y es ahí donde se hace un nexo entre la labor que hacen quienes luchan por defender la “casa común” (Laudato Sí) –inmersos en muchos sitios en ataques y persecuciones- con la búsqueda de lograr reducir la transmisión de enfermedades infecciosas –como lo que ha sucedido con el nuevo coronavirus- a través de la preservación de los ecosistemas.
Es por todo esto que a la situación compleja de muchas comunidades que quedan totalmente a la deriva frente al avance del Covid-19, se suma el tema de la violencia, que tampoco cesa, tal cual deja de manifiesto el informe (ver aquí).
Mientras tanto, más allá de estos aspectos puntuales, ahí están también personas como esta misionera española en Ecuador, quienes no se cansan de exponer los riesgos de la contaminación ambiental tanto para las comunidades indígenas como para las especies que dependen de estos famosos caudales de agua para sobrevivir.
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La Amazonía y su gente: