‘Togo’, el perro más heroico de La Carrera de la Misericordia

Existe un género de aventuras que incluye perros de trineo, carreras imposibles, tramperos heroicos y paisajes nevados y por el que, en los estudios Disney, parecen tener cierta predilección: Colmillo Blanco 1 & 2, Bajo cero, Voluntad de hierro, Aventuras en Alaska… serían algunos ejemplos de cintas producidas por el estudio.

Hace un mes se estrenó en España, directamente en la plataforma de Disney + (suponemos que debido al cierre de los cines en todo el mundo), la enésima historia que reúne las citadas características: Togo, la historia real del perro que protagonizó parte de la llamada Carrera del Suero a Nome y Gran Carrera de la Misericordia en Alaska, pero cuya gloria se vio ensombrecida por el animal que lo relevó en dicha carrera: Balto (del que también se han rodado un par de películas de animación).

Lo que cuenta Togo nos atañe por lo que estamos viviendo estos días de pandemia, pues a finales de 1924 y principios de 1925, en un pueblo de Alaska, hubo una epidemia de difteria. Las autoridades decretaron la cuarentena y pidieron ayuda: necesitaban miles de unidades de antitoxina diftérica para combatir el brote.

Para el primer envío de suero, y debido a las dificultades de transportarlo por otros medios por culpa del hielo y la nieve de la temporada, se utilizaron trineos tirados por perros. Leonhard Seppala (a quien interpreta Willem Dafoe) fue el responsable de recorrer el tramo más difícil y peligroso.

Para la carrera contaba con Togo, su perro líder, quien desde cachorro había demostrado valor, destreza, liderazgo, tesón y una voluntad de hierro, casi inaudita en un animal. Al comienzo del filme vemos a niños hospitalizados, a médicos y políticos obstinados en salvarlos, a gente que sufre. Todos ellos depositan las esperanzas en Seppala y su manada de perros.

El filme, que ha dirigido Ericson Core (Invencible, Point Break), va alternando el presente de la carrera y los correspondientes preparativos y la llegada de la epidemia con los flashbacks en los que vemos consolidarse la alianza entre Togo y Seppala: el hombre se muestra reacio a criarlo y no confía en él, pero el animal le demuestra día a día que es un líder, que es un cabezota y que es su mejor “empleado” o ayudante.

Ayudado por una fotografía excepcional (aunque en ocasiones próxima a la postal) y por la solvencia de Willem Dafoe, el filme se convierte en una entretenida cinta de aventuras y sentimientos que, por fortuna, evita caer en el sentimentalismo.

Galería fotográfica

Más allá del entorno de la historia (la epidemia, el suero, el pánico), nos atañe porque demuestra el vínculo que a menudo existe entre el perro y el hombre. Ese vínculo de aprecio, de amistad y de respeto mutuo que, por desgracia, muchas personas están explotando hoy mismo para garantizarse paseos por la calle y así librarse a ratos de la cuarentena: es decir, que encontramos a algunos ciudadanos que sacan a sus mascotas el triple de veces y de tiempo sólo para estirar las piernas; es decir, el perro, una vez más, utilizado para el beneficio del humano.

Lo que diferencia a Togo de esa vena de explotación es que, al menos en la película, es un perro que insiste en sumarse a la comitiva de tiradores de trineo, que se obstina en acompañar siempre a Seppala, que se esfuerza en ser el líder y marchar a la cabeza.

Togo, que en suma es un interesante filme, nos muestra que a menudo los verdaderos héroes y quienes protagonizan las gestas que salvan vidas no son quienes, a la postre, salen glorificados en los papeles, en los libros, en la Historia… Eso es lo que sucedió, según parece, con Togo y Balto.