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Coronavirus: “No hay palabras para consolar a un papá que pierde una hija”

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Shutterstock | Photographee.eu

Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 25/04/20

Parte 2- El duro testimonio de un sacerdote en cuidados intensivos. La soledad de la muerte en tiempos de Coronavirus.

El Covid-19 golpea dos veces, independientemente de que el paciente esté infectado o que sufra otro mal grave. Esto por el sufrimiento físico y por la soledad de una muerte sin recibir el cariño y el último adiós de sus seres queridos.

“Es una de las cosas más fuertes que he podido vivir – comenta el padre Gerardo Rodríguez– el hecho de poder acompañar a un papá y a un hermano de una chica de 28 años que ha muerto dejando a una bebé de dos meses. Ella había sido mamá poco tiempo atrás”.

La joven no murió de Coronavirus, sino de una causa mortal distinta. “Pero el problema es que el Coronavirus ha bloqueado la posibilidad de poder hacer un funeral o de estar con la familia, poder darle la bendición como estamos acostumbrados”, contó el también capellán del Hospital Spallanzani, Instituto Nacional para Enfermedades Infectivas de Roma.

Un drama en el drama

“Tu pariente sube tal vez a una ambulancia y tu ya no sabes si lo vas a volver a ver o no. Eso es aterrador porque imagina lo que es morir – aparte que ya la muerte es difícil de digerir –  en total soledad, como sucede en estos casos.

No hay una función religiosa, para quien es cristiano, que te pueda acompañar. Yo lo que hago es ir a la morgue, recorriendo kilómetros adelante y atrás, para hacer la bendición de los cuerpos, de los cadáveres”.

El padre Gerardo cuenta cómo asiste a los pacientes asesinados por el Covid-19. “Acompañarles al menos con una oración, una bendición, a lo mejor hay uno o dos parientes máximo.

Muchas veces me ha sucedido que hacen una video llamada, del otro lado están los parientes conectados. Yo estoy solo con el cuerpo y con los de la funeraria. Y de este modo, a lo mejor desde la casa pueden participar, pero no es lo mismo”.

Inevitablemente existe una distancia corporal. “No les puedes consolar, como yo a menudo acostumbro, con el contacto físico: no les puedes abrazar, no les puedes dar la mano, no les puedes decir aquí estoy, yo te sostengo, no se puede, ¡es imposible!”, añadió.

“Se vuelve muy difícil, incluso para mí, pero para la persona lógicamente más. No te niego que para mí y mi ministerio es bastante complicado”, afirmó el sacerdote de la diócesis de Roma, nacido en Costa Rica.

No hay palabras para consolar a los familiares…

“Qué puedes decirle a un papá, a una mamá que acaba de perder a su hija de 28 años – quien había sido madre desde hace poco tiempo – qué palabras puedes decirle para consolarles.

¡No hay palabras! En ese momento, lo único que te queda por hacer es silencio y presencia,que el Señor hará el resto.  Rezas y no te queda más que hacer. Es la parte trágica de toda esta situación”.

Milagros…

También hay milagros en el Hospital. Hay personas que se han recuperado. “Tenemos el caso de uno de los primeros pacientes en Italia. Un hombre que estaba en coma, muy, muy grave. Precisamente, ayer hemos hablado. Él tenía ganas de confesarse y hacer la comunión. Él ya no es positivo. Ahora, podemos entrar a su habitación tranquilamente”.

Tras estar al borde de la muerte, las personas cambian su perspectiva. “Él me decía que en el fondo toda esta situación le ha servido para algo: Para ver mi vida, evaluarla de nuevo, saber qué es lo que estoy haciendo bien y pensar a tomar en serio toda mi existencia”, dijo padre Gerardo.

Escala de valores

“Yo creo que es una de las cosas positivas que podemos tirar fuera de esta situación porque la escala de valores que teníamos en nuestra vida, a lo mejor no era la justa, ahora empezamos a entender que hay cosas en nuestra vida que tienen muchísimo más valor que antes: estar con la familia, tener la compañía de nuestros ancianos, conversar, estar juntos”, añadió.

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