La cuarentena por coronavirus es una prueba emocional, prepárate y actúa
La mayoría de nosotros solemos tener problemas de gestión emocional en algunas áreas de nuestra vida, y es en el matrimonio y la familia donde solemos desbordarnos desahogando temores, frustraciones y defectos.
Y esto todavía más en el escenario de una cuarentena, donde han desaparecido los contrapesos motivacionales ordinarios que nos ayudan a sobrellevar las propias limitaciones y las de los demás.
¿Te has parado a pensar en el esfuerzo que implica conservar un equilibrio emocional familiar en una situación atípica como una cuarentena? Ninguna familia está totalmente exenta de caer en desavenencias.
Existen varios factores que suman estrés al confinamiento, entre ellos:
- Una relación conyugal deteriorada.
- La insolvencia por despido laboral o el negocio exitoso que tiene que cerrar.
- Culpar al otro por la mala conducta o vicios de los hijos.
- Alcoholismo y otras adicciones.
Puede ser que la violencia ya existiese como antecedente familiar, o que su aparición al confinamiento, En todo caso, es muy necesario identificarla en su gestación y evitar en lo posible que crezca.
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Primera fase
El roce continuo, la monotonía de una rutina, el temor y las dudas sobre un futuro incierto en la salud y lo económico, provocan una situación de estrés.
Es necesario actuar con cambios de rutina a lo largo del día. De no ser así, es muy posible que aparezca el fantasma de las desavenencias.
Al principio, es suficiente una causa real o supuesta, por mínima que sea, para que las presiones se vayan formando, y aparezcan gradualmente palabras altisonantes o soeces, burlas, sarcasmos, descalificaciones entre los miembros de la familia.
Aun cuando la falta de respeto ya es una forma de violencia, en este escenario se está a tiempo de reconducir las relaciones conflictivas con soluciones prácticas para mantenerse ocupados y con buen espíritu.
Segunda fase
Aparecen resentimientos, reclamaciones, restricción de recursos, cuestionamientos o control de actividades, celos excesivos, etc. Se enciende la luz roja.
Se trata de poner límites.
Es el momento de hablar con claridad y sin concesiones acerca de lo que se piensa de lo negativo de la situación, y lo que afecta emocional y moralmente.
No permitir que el violento se sienta con derecho a instalarse en las agresiones constantes.
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Tercera fase
La ira engendra ira, desatando la tormenta en forma de agresiones físicas graves, insultos, humillaciones, forzamientos sexuales, etc. Hay abuso de fuerza con sentimientos de impunidad.
En estas circunstancias, el cónyuge y el resto de la familia afectada se encuentran inmersos en un proceso generado por el miedo, potenciado por el aislamiento y la carencia de apoyo externo perceptible.
Pueden considerar que nada de lo que se haga resuelve el problema, y desalentados, no saber cómo actuar, por lo que sintiéndose en un callejón sin salida se vuelven muy sumisos y no expresan enojo, tanto por temor, como para evitar mayores conflictos, como una forma de procesar tanto dolor.
Sin embargo, tal actitud los puede hacer aún más vulnerables, por lo que se hace necesario perder el miedo y la vergüenza para pedir ayuda.
Cuarta fase
En ciertos casos, amainada la tempestad, puede aparecer una actitud de arrepentimiento y reconciliación, manifestando sentimientos de culpa por las agresiones, promesas de no volverlo hacer, pidiendo perdón, etc.
En esta fase existe un componente de manipulación de los sentimientos de los afectados, de su necesidad de creer que finalmente habrá un cambio, de su natural esperanza.
Sin embargo, el ciclo se repite una y otra vez, fase por fase, por lo que es muy probable que exista una forma de adicción a la violencia cada vez más peligrosa, que llegue a poner en riesgo la vida del cónyuge o de algún miembro de la familia.
¿Qué hacer ante una explosión de violencia de alta peligrosidad?
- Retirarse inmediatamente, considerando la opción de abandonar el domicilio resguardándose junto a sus hijos, en una casa de amigos o algún familiar.
- Solicitar asistencia por teléfono.
- Si ha habido agresión física, acudir inmediatamente a un hospital o centro de salud. …
- Denunciar ante la autoridad correspondiente, o instituciones especializadas en violencia intrafamiliar.
- Solicitar la orden de protección. …
La violencia intrafamiliar es una lamentable realidad que es necesario reconocer y atender en sus diferentes grados y manifestaciones.
Sobre todo cuando aún se está a tiempo de que que el perdón y el amor hagan volver a su cauce las relaciones afectadas. O, en caso contrario actuar decididamente para impedir que suceda una verdadera tragedia.
Oración contra la violencia familiar en confinamiento
Dios Padre,
camina por mi casa y cura todos mis males
(miedos, irritabilidad, culpa, resentimientos, obsesiones)
y por favor, cuida y sana a mi familia.
Amén.
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