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Celebra un funeral en tu casa

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Redacción de Aleteia - publicado el 03/04/20

Un esquema de liturgia que cualquiera puede hacer para interceder por un ser querido que ha fallecido

La crisis sanitaria provocada por el coronavirus está impidiendo la celebración de muchos funerales, unas celebraciones sociales que ayudan mucho en el proceso de duelo.

Si sientes incompleta tu despedida de algún ser querido fallecido o sencillamente quieres rezar más por él, quizás pueda ayudarte unirte pedirle a un sacerdote conocido que ofrezca una misa por él y seguirla (quizás junto a otros familiares en sus casas) por streaming live.

Otra opción: celebrar un funeral en tu propia casa. Para ello te ofrecemos esta adaptación del Ritual de Exequias, Libro I, Capítulo IV, por gentileza del liturgista de Barcelona Jaume González Padrós:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Bendigamos al Señor, que, por la resurrección de su Hijo, nos ha hecho nacer para una esperanza viva. Amén.

Introducción

Evidentemente los textos que hacen referencia a la persona finada se pronuncian en femenino cuando se trate de una difunta. Donde aparece la N. debe decirse el nombre de la persona por quien se ora.

El Señor, en su amorosa e inescrutable providencia, ha llamado de este mundo a nuestro querido N. Su partida nos ha llenado a todos de dolor y de consternación.

Pero, en este momento triste, conviene que reafirmemos nuestra fe, que nos asegura que Dios no abandona nunca a sus hijos. Jesús nos invita a esta confianza cuando nos dice: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré

Con esta certeza, pidamos ahora al Señor que a nuestro querido N. le perdone sus faltas y le conceda la paz y el bienestar entre sus santos. Y que a nosotros nos dé la firme esperanza de encontrarlo nuevamente en su reino.

Salmo 129

Ant. Mi alma espera en el Señor.

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz; | estén tus oídos atentos | a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor, | ¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón, | y así infundes temor.

Mi alma espera en el Señor, | espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor, | más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor, | como el centinela la aurora; | porque del Señor viene la misericordia, | la redención copiosa;
y él redimirá a Israel | de todos sus delitos.

Ant. Mi alma espera en el Señor.

Oremos.

Escucha, Señor, la oración de tus fieles;

desde el abismo de la muerte,

nuestro hermano N.

espera tu redención copiosa;

redímelo de todas sus faltas

y haz que en tu reino vea realizada toda su esperanza.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

LITURGIA DE LA PALABRA

En este momento, de la misma Biblia, se pueden tomar algunos textos para leer, entre los cuales destacamos los siguientes:

Antiguo Testamento

Macabeos 12, 43-46

Job 19, 1. 23-27a

Sabiduría 2, 1-5. 21-23

Sabiduría 3, 1-9

Sabiduría 4, 7-15

Isaías 25 6a. 7-9

Daniel 12, 1-3

Salmo responsorial

Salmo 22 (21)

Salmo 25 (24)

Salmo 27 (26)

Salmo 42 (41)

Salmo 63 (62)

Salmo 103 (102)

Salmo 122 (121)

Nuevo Testamento – Escritos apostólicos

Hechos de los apóstoles 10, 34-43

Apocalipsis 14, 13

Apocalipsis 20, 11-21,1

Apocalipsis 21, 1-5.6b-7

Romanos 5, 5-11

Romanos 8, 31-39

1 Corintios 15, 51-57

Nuevo Testamento – Evangelio

Mateo 5, 1-12a

Mateo 11, 25-30

Mateo 25, 1-13

Marcos 15, 33-39

Lucas 12, 35-40

Lucas 23, 33. 39-43

Juan 6, 37-40

Juan 6, 51-58

Después de la lectura de la palabra de Dios alguno de los presentes puede hacer un comentario o dialogar, entre todos, sobre el sentido de la Sagrada Escritura en el momento que la familia está viviendo. También se puede guardar un momento de silencio.

Durante el tiempo pascual no se leerá el Antiguo Testamento.

Con la esperanza puesta en la resurrección y en la vida eterna que en Cristo nos ha sido prometida, profesemos ahora nuestra fe, luz de nuestra vida cristiana:

Creo en Dios,
Padre todopoderoso,
Creador de cielo y tierra.

Y en Jesucristo,
su único hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por el Espíritu Santo,
nació de la Virgen María,
padeció bajo Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos:
al tercer día resucitó de entre los muertos,
ascendió a los cielos,
está sentado a la derecha de Dios
Padre todopoderoso:
desde allí ha de venir
a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo,
la Santa Iglesia Católica,
la comunión de los Santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne,
la vida eterna.
Amén.

PRECES FINALES

Oremos a Cristo, el Señor, llenos de confianza, y digámosle:

R. Tú que eres la resurrección y la vida, escúchanos.

Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas, y no te acuerdes de los pecados de nuestro N.

Por el honor de tu nombre, Señor, perdónale todas sus culpas y haz que viva eternamente feliz en tu presencia.

Que habite en tu casa por días sin término y goce de tu presencia contemplando tu rostro.

Concede a tu hijo gozar de la dicha en el país de la vida.

Sé tú, Señor, el apoyo y la salvación de cuantos acudimos a ti en estos tiempos de dolor; sálvanos y bendícenos, porque somos tu pueblo y tu heredad.

Concede la salud a los enfermos, sostiene a quienes cuidan de ellos, protege a los sanos, da sabiduría a los que nos gobiernan, fuerza a los que sirven al bien común, y a todos, Señor, tu perdón y tu misericordia para que veamos pronto el fin de esta calamidad.

El mismo Señor, que lloró junto al sepulcro de Lázaro y que, en su propia agonía, acudió conmovido al Padre, nos ayude a decir: Padre nuestro.

Escucha, Señor, nuestras súplicas

y ten misericordia de tu hijo N.

para que viva eternamente;

y ya que la verdadera fe

lo unió aquí en la tierra al pueblo fiel

que tu bondad ahora lo una

al coro de los ángeles y elegidos.

Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Dale, Señor, el descanso eterno.

Y brille sobre él la luz eterna.

Descanse en paz. Amén.


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