Lo más aburrido para los “conspiranoicos” es la verdad
La Organización Mundial de la Salud está colaborando estrechamente con expertos mundiales, gobiernos y asociados para ampliar los conocimientos científicos sobre el nuevo virus, asesorando a los países y a las personas sobre las medidas para protegerse y prevenir la propagación de la COVID-19, a la vez que las autoridades sanitarias de los países afectados están tomando medidas basadas en la evidencia científica y los ciudadanos en general han mostrado un positivo rostro de solidaridad y responsabilidad con el bien común.
La opción por el autoaislamiento y seguir los cuidados recomendados en medio de la crisis está mostrando un rostro de solidaridad y fraternidad que no lo paraliza el miedo, sino que nos compromete en gestos cotidianos con una actitud de colaboración responsable.Pero no todos lo viven de esta manera, ya que todos los grupos, sean religiosos o no, que tienen un discurso apocalíptico, que alimentan teorías conspirativas, fomentan el miedo y la búsqueda de salidas irracionales a la crisis.
A esto se le agrega el incontable número de pseudoterapeutas y gurúes de moda que enseñan a la gente recetas “mágicas” para no contagiarse, desestimando el seguimiento de las recomendaciones sanitarias y sembrando la sospecha sobre las ciencias biomédicas.
Como en cada epidemia, catástrofe natural, crisis social o económica, aparecen las sectas y los “profetas del fin del mundo” avisando que “ya estaba escrito” y que “estos son los signos de que se acerca el fin”.
Además, ahora pueden amplificarse a través de las redes sociales llegando a un público impensable hace tan solo unas décadas. Mencionaremos brevemente las tendencias que más se han visto durante estos días: fundamentalistas bíblicos, paranoicos de las conspiraciones y gurús del pensamiento mágico.
Fundamentalistas bíblicos y falsas profecías
Iglesias neopentecostales en Brasil “ungían” a los fieles con aceite “consagrado por Jesucristo” que “inmuniza contra el Coronavirus” o invitaban a celebraciones del estilo “El poder de Dios contra el coronavirus”.
Otros grupos comenzaron a retomar textos bíblicos sobre el fin de los tiempos donde hay alusiones a que sobrevendrán pestes, así como también guerras, hambrunas y grandes terremotos. Lo cierto es que en cada siglo hemos tenido alguna que otra epidemia, más de una catástrofe natural, guerras y hambre.
Pero cuando la gente está desesperada y con miedo a un futuro incierto, aparece la prédica que interpreta el presente y problemas nada extraordinarios, pero con las mismas imágenes simbólicas y genéricas que podrían interpretarse cualquier calamidad.
Cualquier cosa puede usarse cómo símbolo para encontrar coincidencias, hasta se lo han atribuido a una profecía de Nostradamus. También en el campo de la astrología, donde algunos pretenden predecir cómo seguirá la situación según la influencia de los planetas, o quienes bajo supuestas interpretaciones de calendarios antiguos estaríamos cerca del fin. En estos días uno podría coleccionar profecías y anuncios de la llegada del Corona Virus.
Paranoicos de las teorías conspirativas
No faltaron en las redes sociales quienes ofrecían contar “la verdad” sobre el virus y comienzan a aparecer los “Iluminatti”, “Los amos del mundo”, “El Vaticano”, “La Masonería” y un sinfín de supuestos culpables que en un plan de reducción de la población mundial serían los creadores del virus.
A esto se le agregan relatos con teorías extraterrestres, profecías, y hasta un supuesto programa de los Simpson que en realidad era un montaje que circuló por redes sociales “profetizando” la llegada del virus.
La inmanejable cantidad de información falsa que circula en las redes sociales, sobre los temas más variados, permite que se llene de contenidos delirantes presentados como la última investigación científica o la revelación de un secreto que “los poderosos del mundo” no quieren que se sepa. Y es que son muy seductoras las teorías conspiratorias porque nos simplifican la complejidad de los problemas, ya que siempre hay un enemigo poderoso que tiene un plan detallado que está llevando adelante y así todo tiene sentido.
Lo más aburrido para los “conspiranoicos” es la verdad, porque es siempre más compleja que las teorías de “buenos y malos” y seguro menos atractiva para contar.
Los gurús del pensamiento mágico.
En el ambiente New Age y sus derivados, son incontables las personas que predican contra la medicina y que optemos por frenar el virus con ejercicios de meditación y pensamientos positivos, evitando así el contagio “gracias al poder de la mente”.
Incluso los que enseñan la teoría pseudocientífica y mágica de la llamada “Ley de atracción”, pretenden que si uno se enferma es porque de alguna manera se buscó la enfermedad, ya que cada uno es quien crea su propia realidad.
La desesperación de las personas para protegerse los hace un blanco fácil de los manipuladores de turno que aprovechan la vulnerabilidad de una situación crítica para ofrecer recetas mágicas.
En este tipo de literatura o conferencias se alimenta la desconfianza en los tratamientos médicos y se prometen “secretos” que vencen cualquier mal, porque en general enseñan que todos los problemas vienen solamente de nuestros pensamientos o de un desequilibrio de nuestro mundo emocional, incluso un virus. ¡Así de simple! ¡Así de absurdo!
La crisis como oportunidad
Una crisis como la que estamos viviendo es una auténtica oportunidad. A nadie le es ajeno que las situaciones de vulnerabilidad, el miedo y la inseguridad nos convierten en posibles víctimas de manipuladores que venden recetas mágicas e irracionales. No es casualidad que las sectas más controvertidas hayan surgido siempre en tiempos de crisis social y económica.
Pero también es una gran oportunidad para fomentar el pensamiento crítico y la responsabilidad social con los temas sanitarios, valorando mucho más el trabajo de los profesionales de la salud.
La crisis se ha convertido también en una oportunidad Lo más aburrido para los “conspiranoicos” es la verdad, De hecho, la ciudadanía de varios países afectados ha mostrado con gran calidad humana que en una cultura que promueve el individualismo narcisista, la llegada de una pandemia es capaz de despertar también solidaridad y conciencia del bien común, del cuidado mutuo.
Muchos comenzaron a hablar de que compartimos el mismo mundo, de la “casa común”, en la que todos importan y donde aprendemos cuan responsables somos del bien de los demás, aunque no siempre lo tengamos presente. Y es que en crisis como estas es cuando redescubrimos que, como seres humanos, es más lo que nos une que lo que nos separa.