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Consejos para parejas felices # 3 ¿Está el diálogo sobrevalorado?

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Semprenews - publicado el 13/03/20

“¡Tenemos que hablar!” No siempre es la solución a todos los males. El diálogo de pareja es sano si antes de ser boca y orejas estamos listos para abrir el corazón, a la acogida del otro y a la maravilla
Habría sido lógico empezar este capítulo con un breve tratado sobre el diálogo, pero pensé que ya se ha dicho mucho sobre el diálogo y que, a menudo, es sobrevalorado.
¿Cuántas veces el diálogo se vuelve fuente de malentendidos?
¿Cuántas veces quisieran explicarse mutuamente y su diálogo se transforma en un ping pong entre dos sordos?
El riesgo de que el diálogo se vuelva la antesala de un conflicto es muy alto. Sucede muchas veces que las palabras se vuelven un muro en lugar de un puente.
A veces es ella quien tiene el mito del “tenemos que hablar”, expresión que aterroriza a cada hombre; pero otras veces es él, que piensa “ahora te explico yo” y la sondea y disecciona cada parte del discurso y de razonamiento, detectando las contradicciones y quitándolas como un cirujano, a menudo sin cuidar en no dejar heridas abiertas de un “discurso” que puede ser justo pero sin amor.
Con esto no quiero decir que el diálogo deba evitarse en la pareja sino que antes se deben entrenar otras formas de comunicación.
Creo que la necesidad mayor es de confidencia, de intimidad psicológica; poder revelarse, poder hablar abiertamente, y al mismo tiempo, lograr maravillarse por lo que ese otro está revelando.
Un arte en el cual se entrenan más las orejas que la boca. Quizá sería mejor decir que se entrena el corazón porque las orejas son el órgano predispuesto a la recepción de los sonidos, pero – lo habrán experimentado – oír es diferente que escuchar, y más diferente aún de comprender y amar.
Entonces el consejo es entrenarse a confiarse y escuchar al otro.
Entonces las invitaciones amenazadoras al diálogo, al peligro de construir un muro entre los dos, podrían transformarse en invitaciones más amables, más humanas: “Necesitaría que me escuchase”, dirá ella: “Quisiera intentar decirte cómo lo veo”, dirá él.
Así, el hablar se volverá el lugar del flujo profundo, en donde yo explico un concepto pero sobre todo estoy diciendo algo de mí.
Esta forma de comunicación necesita:
  • in-tención por parte de quien habla. In-tención es “tender hacia”, dirigirse a, y presupone asumir responsabilidad de lo que se dice, del cómo se dice.
  • a-tención por parte de quien escucha. Es otra responsabilidad, “tender” metafóricamente la oreja y en el fondo todo el ser, estar atentos y activos en el proceso de la escucha, no distraerse.

Parece fácil, ¿eh?

  • ¿Cuándo fue la última vez que te sentiste escuchada/o por tu pareja?
  • ¿Cuándo fue la última vez que escuchaste sin interrumpir, ni siquiera mentalmente?
Les sugiero entonces un pequeño esquema para entrenarse a confiar:
  1. Quien tenga la necesidad de comunicar algo, tome la iniciativa e invite al otro.
  2. Compartan el deseo de experimentar una comunicación más profunda: si ambos no están bien predispuestos a este ejercicio, es mejor posponerlo.
  3. Escojan un tiempo y un espacio en el que sepan que no serán molestados: obviamente no podemos pensar que se puede hablar a fondo con los niños que nos interrumpen, el celular encendido, la televisión. Decidir preliminarmente el tiempo que se dedicarán puede ser útil y tranquilizador sobre todo las primeras veces. Pueden empezar tomándose 15 minutos, de los cuales 5 (los centrales) los dedican a hablar.
  4. Fundamental: ¡el que habla solo habla, quien escucha solo escucha!
  5. No verbal: sean cercanos, tóquense, busquen el contacto visual, sin insistencia. Esto les ayudará mucho.
  6. El corazón: el corazón es nuestro músculo cardiaco pero es también simbólicamente la sede de nuestros sentimientos más buenos. Mientras empiezan, intenten pensar que en cada respiración su corazón se expande. Se expande por hablar con amor; se expande por acoger con amor.
  7. Para quien habla: pueden empezar con algo positivo, en general da un buen registro a la relación. Luego pueden expresar lo que sienten: un pensamiento, una emoción, un malestar, una preocupación. El objetivo es hablar de sí mismos. Entonces este no es el momento para atacar, juzgar, interrogar. Es otra cosa, lo harán, en todo caso, en otro momento.
  8. Para quien escucha: escuchar con atención significa poner dentro de sí lo que el otro nos revela. Se trata de una escucha “vacía”, es decir, hacer espacio al otro. En este lugar de vacío suspendo el juicio, obviamente no interrumpo (5 minutos), sino que intento suspender también la tentación de responder mentalmente. Si no lo han hecho les parecerá muy difícil, pero verán lo relajante que es escuchar sin desperdiciar energía en dar respuestas, puntuaciones, consejos, entre otras cosas, que no se han pedido.
  9. «Gracias»: al final pueden agradecerse. Por lo que se han dicho, y por haber sido escuchados.

Esta modalidad no debe usarse para cada interacción de su vida, es un momento especial y debe permanecer así.

Todavía habrán incomprensiones, peleas, acusaciones, pero si se entrenan a confiar el uno en el otro disminuirán, y sobre todo podrán enfrentar el cansancio con las baterías recargadas. La carga que se recibe de grabar en la memoria que en un pequeño espacio de mi corazón, con este ser con defectos que tengo a mi lado, hemos estado por un instante, en el paraíso.

Por Marco Scarmagnani

Artículo Original

Tags:
amor de parejacomunicaciondialogopareja
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