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Su hijo fue asesinado por ETA: “Soy madre y no puedo transmitir odio”

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Dolors Massot - publicado el 11/03/20

Montse Lezaun perdió a su hijo Diego Salvá, guardia civil de 26 años, en 2009. Sin embargo, ha sabido superar el dolor y vivir en una actitud de servicio que le ha llevado a aumentar su familia numerosa.

¿Se puede perdonar a quien asesinó a tu hijo? Tal vez sea una de las preguntas más retadoras que una mujer puede hacerse en su vida. Montse Lezaun se enfrentó a ella hace 10 años. Todavía le cuesta hablar de ello, pero lo hace pensando que su testimonio podrá servir para el perdón y la reconciliación que tanta falta hacen en el mundo.

Es una navarra de pies a cabeza, pero vive en Palma de Mallorca. Está casada y tiene familia numerosa: en 2009 eran 7 hijos. Diego, el segundo, era guardia civil. Tenía 26 años. En la familia, el abuelo materno de Montse, Pedro, también lo había sido.

Los cuatro meses antes

El 15 de marzo de aquel año, Diego sufrió un accidente de moto, un choque frontal que le hizo permanecer en la UCI 25 días con una lesión cerebral. Fueron días de mucho padecer, rezando y poniendo todos los medios médicos en la Clínica San Juan de Dios para que Diego remontara.

“Una de aquellas noches quise rezar con él, como cuando era pequeño. En voz alta dije ‘Jesusito…’ y respondió ‘…de mi vida”. Qué aldabonazo. Creí que habría sido una ilusión mía, así que continué: ‘Ángel…’. Y Diego siguió: ‘…de mi guarda'”.

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Diego Salvá era guardia civil y tenía 26 años. En la imagen, con Montse, su madre.

Diego comenzó entonces a interactuar. Con ayuda del equipo médico, de amigos y de familiares, fue recuperándose. “Hizo una tarea importante de rehabilitación física y rehabilitación neurológica, mañana y tarde. Fue así como empezó a hablar, a caminar, a recordar. Había cosas y personas de las que no recordaba nada”.

Con ilusión por reincorporarse al trabajo

“Nos parecía una recuperación lenta, pero la verdad es que en cuatro meses volvió a estar bien”, recuerda. “Diego tenía muchas ganas de volver al trabajo. Primero le dijeron que habían buscado una tarea adecuada para él y que se reincorporaría con un trabajo en las oficinas de la Guardia Civil, cosa que no le agradaba mucho. Pero días después le comunicaron que a partir del 30 de julio iba a patrullar, precisamente en Palmanova, de donde había salido. Su “ángel de la guarda”, como así lo llaman en su jerga, sería Carlos Sáenz de Tejada. Tenía 28 años y llevaba un año en Palmanova“.

” La vigilia de reincorporarse, Diego se preparó la ropa con toda ilusión. Se veía autónomo y estaba feliz”. Aquella mañana fue a la cantina del cuartel, le recibieron los compañeros, se marchó con Carlos y se comunicó con la familia y la novia, Vanessa. “Quedaron para comer juntos”.

Una bomba en el coche

Diego y Carlos debían llevar el coche al taller. “Pero los asesinos de ETA habían puesto una bomba en los bajos del coche. Al ponerlo en marcha estalló”. Diego y Carlos fallecieron en el acto.

“Yo no estaba en Palma de Mallorca sino en la casa que tenemos en el campo. la había ido a preparar para el fin de semana. Mi marido, que es urólogo, estaba trabajando en Ibiza“.

De repente los teléfonos empezaron a sonar. “Intenté poner la televisión pero en aquella casa solo conseguía ver canales extranjeros. Menos mal que no pude ver las imágenes en aquel momento”. A Montse nadie le había confirmado todavía la tragedia: “Nadie nos decía nada y no sabíamos qué hacer. Iba con mi hijo el tercero y decidimos volver a Palma. Conducía yo.”

“Nos han matado a nuestro Diego”

Durante el trayecto, llamó mi marido. “¿Conduces tú? Para el coche”, me dijo. “Nos han matado a Diego, a nuestro Diego”. Comencé a llorar. Volvimos, intentando rezar por el camino. Fue un camino de espinas“.

Fueron a Palmanova “y entonces fue la primera vez en que dije una frase que luego he repetido muchas veces: ‘Soy la madre del guardia civil que han matado’. Nos ayudó un equipo de atención para los familiares de víctimas del terrorismo. Aquello era nuevo para todos. Ni siquiera ellos tenían experiencia porque en Baleares nunca había sucedido nada”.

Su marido llegaría poco después, trasladado desde Ibiza con un helicóptero de la Guardia Civil.


BOSCO GUTIERREZ CORTINA

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“Lo peor es ver sufrir a tus hijos”

Al juntarse todos, Montse vio a sus hijos llenos de dolor. “Es horrible que maten a tu hijo, pero diría que lo peor es ver sufrir a tus hijos. Por eso pensé que ese dolor quizá lo podía yo calmar no haciendo espectáculo“. El dolor no había acabado.

“Tu hijo es un héroe, lo tienes que hacer por él”

“Organizaron un funeral de Estado. Se te priva de enterrar a tu hijo y poder vivir un duelo familiar. Yo quería intimidad y eso se me privó”, explica Montse. “Pero un amigo militar me dijo: ‘Tu hijo, aparte de ser tu hijo, es un héroe. Lo tienes que hacer por él’. Así que salí de casa llorada”.

Montse añade: “Yo soy de Pamplona. Sabía de la reacción del entorno de ETA cada vez que mataban a alguien. Sabía que había personas que brindaban por cada muerto. Y pensé: ‘No voy a darles esa satisfacción”. Veo las imágenes del funeral y compruebo que hay guardias civiles y familiares llorando, pero se ve a Montse de pie, en primera fila, consolando a una de sus hijas y con la cabeza alta.

¿Habían hablado con Diego de la posibilidad de sufrir un atentado de ETA? “Era consciente, pero había comentado: ‘Es muy difícil que ocurra aquí, estamos en una isla, sería una ratonera para los terroristas’. Nunca imaginas algo así. El día anterior se había producido un atentado contra la Casa Cuartel de Burgos, de donde era Carlos Sáenz de Tejada. Hubo más de medio centenar de heridos y la madre de Carlos le comentó a su hijo: ‘Qué contenta estoy de que estés en Palma’. Quién iba a imaginar lo que sucedería al día siguiente”.

“Ahora que recuerdo, tampoco a Diego le habíamos dejado ir a Pamplona, a los Sanfermines, el 7 de julio, por protección, porque se estaba recuperando”.

“Siempre que rezo por Diego, también rezo por Carlos, por su ‘ángel de la guarda'”, dice Montse.

“Fui aprendiendo a aceptarlo”

Ahí empezó para esta mujer “un camino de aceptación“. “Me costó muchísimo. Es un proceso, intentar entender cómo Dios había permitido que saliera de un accidente tremendo y que luego le ocurriera eso. Mi hijo, después del accidente, se había vuelto un chico más alegre, más bueno, divertido. Habíamos recuperado un Diego mejor y el Cielo se lo llevó. Fui aprendiendo a aceptarlo y a llevarlo lo mejor posible”. En este proceso, “me ayudó la familia”.


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Los hijos biológicos de Montse Lezáun. Diego, el segundo a la izquierda.

Soy madre y no puedo transmitir odio ni venganza

Para esta madre, la solución tiene dos nombres: “la fe y la familia“. “A los míos no quería hacerles sufrir más de lo que sufrían. Tenía que hacer de tripas corazón. Pensaba ‘yo soy madre, las madres damos la vida, soy la que transmite la vida y no puedo transmitir odio ni venganza’. Tuve clara la noción de perdón.”

Y concluye: “Nunca hablaré de los asesinos para que mis hijos tengan movimientos de venganza y de rencor”.

“Dios te dice: ‘Yo te echo una mano'”

Vuelvo entonces a la pregunta del comienzo del texto: ¿Se puede perdonar a quien asesinó a tu hijo, Montse?

Se puede, se debe. Con este corazón roto parece que no puedes perdonar. Ahí es donde te ayuda la fe. Dios te dice: ‘Yo te echo una mano‘”.

“En cuanto al perdón, no esperas a que el corazón deje de doler. El perdón es una decisión, una cuestión de voluntad.Te dices a ti misma: ‘no sé si voy a poder, pero quiero perdonar‘”.

“A los asesinos -asegura- no quiero darles ni un segundo de mi tiempo ni un espacio de mi corazón. Mi corazón lo lleno de los míos“.

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Una serenidad inesperada

¿Cómo se logra ese proceso?

“Primero hay que pedir ayuda. Gracias a Dios me inundó siempre la serenidad. Soy muy impulsiva y de mí se esperaba una reacción más brusca, pero no fue así. Me sorprendí a mí misma. Son fuerzas prestadas, también por la gente que ha rezado por nosotros”.

Hoy, transcurridos 10 años del atentado que mató a Diego, “estoy muy contenta porque mis hijos están estupendamente. Estoy muy orgullosa de mis hijos, porque son personas que saben llevar con garbo este dolor y son gente alegre. Y admiro a mi marido, con qué reciedumbre supo seguir adelante“.

Después…

“Cuando me quedé sin Diego, tenía mucho tiempo. Fíjate que los últimos cuatro meses había estado con él, con el trabajo de rehabilitación mañana y tarde. Mi hija pequeña se iba a la Universidad a Madrid, nos quedábamos mi marido y yo nada más. Dijimos: ‘Ahora es el momento de hacer una acogida’.

“Me pareció una locura pero al mismo tiempo fuimos adelante. Contactamos con el IMAS (Instituto Mallorquín de Asuntos Sociales), que es el organismo público que atiende a niños en desamparo, y nos propusimos como ‘familia canguro’. Rápidamente nos llamaron: había un niño alemán de año y medio”.

“La funcionaria que llamó añadió: ‘pero hay un problema’. Creí que diría que era un niño enfermo o algo así, pero no. El ‘problema era que tenía una hermana de 14 años. ¡Ese era el problema!, después de lo que yo había vivido”.

“Había que pensarlo bien pero solo nos daban de plazo hasta la 1 del mediodía. Llamé a una hija y me dijo: ‘mamá, la hermana sabrá alemán y podrá comunicarse con él, además a esa edad incluso podrá ayudaros a cuidar de él’. Total, dijimos que sí“.

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La familia Lezáun Salvá en la actualidad

Llegaron una adolescente y un bebé

“Aparecieron en casa una adolescente y un bebé, con sus biberones y sus dodotis“, bromea Montse. “Volvió a entrar la alegría. Ahora los dramas de casa son si se ha perdido el cromo brillante. Llevamos una vida sonriente y no me aburro, desde luego”.

“Nos ha cambiado la vida”

Por circunstancias de la familia biológica, Montse y su marido pasaron de un régimen de acogida a acogida permanente. Los niños siguen con ellos y son sus hijos: Kenny tiene 11 años y Kim tiene ya 23. “Nos han dado trabajo pero también muchísimas alegrías. Nos ha cambiado la vida. Mi marido tiene 66 años y, en vez de ir a la jubilación, ahora vamos al fútbol del niño, soy encargada de curso y mis amigas son mamás de 30 y pocos”.

“Hemos salido a servir, como Diego salió a servir”

Montse ha sabido leer así su experiencia: “De una gran tragedia hemos salido a servir. Hemos hecho lo que hizo Diego, que aquel día salió a servir. Y estos dos nuevos hijos son como hijos de Diego, porque llegaron a través de él. Nos han ayudado más a nosotros que nosotros a ellos. Estamos viviendo una época muy bonita, con 9 hijos -Diego en el cielo, pero yo lo sigo contando- y con 5 nietos”.


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