Durante la colonia, esa tradición fue prohibida por la Iglesia. Hoy es “intervenida” por la carencia del líquido y las constantes interrupciones en el servicio por todo el país.
Una curiosa anécdota
Según crónica de Eleazar López Contreras –nieto del general expresidente venezolano- el 26 de febrero de 1827, domingo de Carnaval, Sir Robert Kerr Porter, Cónsul de la Gran Bretaña en Venezuela, se encierra en su casa por temor a ser mojado, pues llega “la desagradable temporada en la que esta gente ataca a los peatones con huevos llenos de fluidos de distintas especies y los cubre sin respeto (sans respect) enteramente con harina, almidón y otros polvos molestos”.
El lunes consigna que Bolívar está en casa del general Ibarra (Diego Ibarra, 1er. Edecán del Libertador) donde, “se me dice, luce una chaqueta blanca, y se une al escandaloso lanzamiento de huevos y otros deportes del festival como si fuera un muchacho de 18 años.”
¿Fiesta pagana o tradición cristiana?
Todos sabemos que el Carnaval es una fiesta pagana pero no siempre fue esa su connotación. Hay versiones que sostienen su utilidad como período de purificación justo antes de la Pascua, la celebración cristiana más importante. Pero tal vez nunca fue más apropiado llamar pagana a esta celebración. Por ruda y por peligrosa pues la gente se desata en una especie de estallido salvaje, a lanzar de todo a los transeúntes. Un completo destape.
Hoy esas fiestas callejeras han mermado. En plena crisis, ya no es posible dejar podrir huevos, dilapidar la harina o malgastar el agua en semejantes arranques de barbarismo. La conducta se ha moderado y el carnaval ha quedado para niños que aun desempolvan sus disfraces para ir a los parques.
Dicen que el carnaval tiene su origen en el medioevo. Otras versiones se van más atrás y atribuyen esta especie de enloquecimiento colectivo a los efluvios del dios Baco, en la antigua Grecia. Lo creían hijo de Júpiter. En realidad, se llamaba Dionisio y es considerado el dios del vino y de la danza, gran inspirador del éxtasis y el desenfreno. Los romanos le rindieron devoto culto y las celebraciones en su honor eran conocidas como bacanales, término derivado de su bisílabo nombre. Esa deidad, originalmente protectora de la vegetación, enseñó a los mortales cómo cultivar la vid y cómo hacer vino. Pero ellos aprendieron algo más que las enseñanzas de la mitología y pasaron al dispendio y a la vida licenciosa y comenzaron a representarlo como un dios festivo y obeso.
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