El amor para siempre no es un mito: estas parejas lo vivieron… y dejaron huella en nuestra culturaLa literatura, la iglesia, la música y hasta la realeza… el amor es la única fuerza que tiene la capacidad de unirlo y resolverlo todo
1. Dante Alighieri y Beatrice
En Italia hay otra historia de amor que es casi tan famosa como la de Romeo y Julieta. Beatrice fue la gran musa del escritor del escritor de la Divina Comedia, una profunda inspiración como pocas, y lo curioso es que sólo se vieron dos veces en su vida. Primero cuando eran niños y luego de adultos en una calle de Florencia.
Beatrice murió a los 24 años, pero siempre fue “la gloriosa dama de mi mente”, como una vez escribió. Incluso, si visitan Florencia, hay una pequeña iglesia frente a la casa de Dante y allí se encuentran los restos de Beatrice en una pequeña capilla, donde los enamorados también dejan sus cartas de amor.
2. San Louis y Santa Zélie Martin
Si hay una pareja que simboliza el verdadero significado del matrimonio católico, es ésta. Fueron canonizados el 18 de octubre de 2015 (el milagro presentado fue salvar a una niña española prematura), convirtiéndose en la primera pareja de esposos en toda la historia de la Iglesia en ser canonizados juntos y son los primeros padres de un santo en ser canonizados.
Sí, porque además son el papá y la mamá de Santa Teresa de Lisieux. Lo curioso es que Zélie quería ser monja, pero fue rechazada por ciertos problemas de salud, así que le pidió a Dios tener muchos hijos que se consagraran a Él. Trabajando en una fábrica de encajes, conoció a Louis, artesano de relojes, y se casaron al poco tiempo.
Los primeros meses de su matrimonio fueron en celibato hasta que un director espiritual les aconsejó consumarlo. Tuvieron 9 hijos, pero sólo 5 sobrevivieron por cuestiones de salud. Se cumplió el deseo de Zélie, pues sus 5 hijas fueron monjas.
3. Johnny Cash y June Carter
Quizá para algunos fue una relación tóxica o tormentosa, pero lo cierto es que el amor y la paciencia de June es lo que termina de salvar al cantante country del mundo de las drogas y el alcohol.
Cuando se conocieron, algunos aseguran que June le dijo a Cash que sentía que ya lo conocía. Se casaron en 1968, tuvieron un hijo y murieron con apenas cuatro meses de diferencia. Una vez le preguntaron a él su definición de Paraíso y respondió: “Esta mañana, con ella, tomando café”.
4. Elizabeth Bennet y Mr. Darcy
Los protagonistas de la novela de Jane Austen nos recuerdan que lo único que ganamos con el Orgullo y Prejuicio es sufrir, cuando podríamos estar disfrutando del amor. Es curioso que, aunque esta historia fue publicada en 1813, se repite cada día y lamentablemente no siempre con un final feliz.
5. San Joaquín y Santa Ana
Pues nada más y nada menos que los padres de la Virgen María y, por tanto, abuelos de Jesús (por eso son los patronos de los abuelitos). Según el protoevangelio de Santiago (un evangelio apócrifo), los vecinos de San Joaquín se burlaban de él porque no tenía hijos, así que decidió retirarse al desierto por cuarenta días para orar y ayunar.
Mientras tanto Ana, “se quejaba en dos quejas y se lamentaba en dos lamentaciones”. Ella le pedía fervientemente al Señor que le permitiera concebir y dar a luz algún día, entonces un ángel se le apareció y le dijo que no se preocupara, que llegaría el momento, y que “del fruto de tu vientre se hablará en todo el mundo”.
6. La reina Victoria y el príncipe Alberto
En unas circunstancias sociales donde los matrimonios arreglados eran la regla y el amor no era el factor común, los reyes de Inglaterra sí tuvieron un gran romance. Se casaron perdidamente enamorados a los 17 años y tuvieron 9 hijos.
Durante sus embarazos, él asumía gran parte de las responsabilidades de la corona… no crean, esto a ella -que era muy controladora- no le agradaba mucho, y sumado a las molestas propias del embarazo, se ponía de muy mal humor, por lo que él entonces sabiamente prefería dejarle noticas debajo de la puerta.
Después de una salida bajo la lluvia, él enfermó y murió. La reina le guardó luto por 40 años, hasta el día de su propia muerte, y prácticamente se enclaustró en el palacio. Algunas de las cartas que se escribían cuando eran novios han sido publicadas y una muy bonita que le escribió Alberto el día de su compromiso decía: “El cielo me ha enviado un ángel cuyo resplandor iluminará mi vida”.