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Coronavirus: el testimonio excepcional de un sacerdote de Hong Kong

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Père Nicolas de Francqueville

Impossible d'assister à la messe à Hong-Kong sans un masque.

Bérengère Dommaigné - publicado el 15/02/20

En China, hay ya 44.653 personas infectadas con el coronavirus, conocido ahora oficialmente como Covid-19. La epidemia se ha cobrado la vida de al menos 1.113 personas. Una situación preocupante a la que los católicos se deben adaptar. Actualmente están sujetos a reglas cada vez más estrictas con respecto a la práctica de su fe. Aleteia ha podido contactar con un sacerdote de las Misiones Extranjeras que reside en Hong Kong

El coronavirus ha causado la muerte de 1.113 personas en China, y hay 44.653 personas infectadas, según las autoridades chinas.

Si bien la OMS considera que existe una “posibilidad realista de frenar” la propagación del virus en el planeta (el 99% de los casos se han dado en China), no deja de ser cierto que el virus representa “una amenaza muy seria”.

Según los escasos testimonios sobre el terreno, la psicosis parece haberse calmado, y el gobierno chino está mostrando una gran severidad para controlar la epidemia, estableciendo toques de queda así como la prohibición de reunión.

En Hong Kong, la diócesis dio instrucciones muy estrictas a los católicos la semana pasada. De esta manera, para evitar que se aglomeren multitudes en lugares cerrados, la diócesis de Hong Kong decidió dispensar a los fieles católicos de la obligación de la misa dominical, ofreciendo a todo el mundo la oportunidad de asistir a los oficios a través de un sitio web dedicado.

También aconsejaron no asistir a misa y permanecer en aislamiento durante catorce días a los fieles que hayan visitado un área afectada por el coronavirus, viajado al extranjero o que estuviesen en contacto con personas sospechosas de estar infectadas.

Finalmente, para aquellos que asisten a misa, el uso de una máscara es obligatorio y se recomienda prestar la máxima atención a la higiene y mantenerse a cierta distancia unos de otros.

Ordenado en 2013 por las Misiones Extranjeras de París (MEP), el Padre Nicolás de Francqueville es sacerdote en Hong Kong, donde el 8% de la población es católica. Aprendió el chino cantonés, que hoy habla con fluidez, cuando se mudó allí hace cinco años.

Todos los domingos, casi 2.500 católicos participan en una de las siete misas ofrecidas en su parroquia de la Iglesia del Santo Redentor. Como prueba del dinamismo del catolicismo sobre el terreno, el sacerdote acoge a un centenar de catecúmenos al año, y son cerca de 3.000 los que esperan para ser bautizados durante la vigilia de Pascua.

– ¿Puede describir el estado de ánimo en Hong Kong con la propagación del coronavirus?

Claramente hay un clima de psicosis y miedo sin precedentes, que viene directamente después de más de seis meses de manifestaciones y violencia que ya han dividido profundamente a la sociedad y las familias. ¡No podemos decir que la moral de la gente esté en lo más alto!

En una ciudad superpoblada y muy competitiva, donde las personas buscan protegerse de los demás y ponen la higiene y la seguridad como la principal de las prioridades, el virus no hace sino aumentar por diez este espíritu de miedo, especialmente cuando el trauma del SARS de 2003 sigue presente en la mente de todos.

– ¿Cómo es la vida cotidiana de las personas?

Las vacaciones del Año Nuevo chino se han prolongado más de un mes para todos los escolares y estudiantes (hasta principios de marzo, a la espera de una nueva extensión). La mayoría de las actividades de formación, ocio y reunión se han cancelado o suspendido hasta nuevo aviso.

Las personas se quedan en casa y si salen, es esencial usar una máscara. No usar la máscara en la calle y aún más en el transporte público es visto como una provocación y convierte a la persona en un apestado de quien uno debe alejarse.

¡La máscara se ha convertido en un producto escaso y costoso y la gente está dispuesta hacer cola durante varias horas o incluso luchar para comprar una!

– ¿Puede visitar a los enfermos?

Las visitas al hospital están prohibidas para los familiares, pero como capellán acreditado del hospital, con el acuerdo de los médicos, y caso por caso, puedo continuar visitando a ciertos pacientes que lo soliciten, como para el sacramento de los enfermos o una confesión.

Esta semana, en caso de confirmarse, deberé bautizar a un catecúmeno cuyo final los médicos dicen que está cerca.

– ¿La Diócesis de Hong Kong ha establecido medidas muy estrictas?

Sí, la diócesis publica regularmente medidas cada vez más restrictivas para evitar cualquier riesgo de contagio.

Estas son algunas de las medidas (la lista completa sería demasiado larga): el uso de una máscara es obligatorio y está prohibido usar libros de misas y de canciones. Está prohibido cantar, excepto el “Aleluya” y “El misterio de la fe es grandioso”.

El sacerdote y los ministros de la sagrada comunión comulgan al final y deben lavarse las manos con desinfectante antes y después. La comunión ya no se hace con la sangre de Cristo sino solo con la mano.

Los fieles que reciben el cuerpo de Cristo están invitados a responder “Amén” en sus corazones y no en voz alta, para evitar salivazos en caso de quitarse la máscara demasiado pronto antes de la comunión…

También deberíamos añadir las medidas que no podemos aplicar por falta de medios, como la muy reciente de tomar la temperatura (por infrarrojos) de cada feligrés que entre en la iglesia. ¡Pero hay más de 2.500 en las siete misas dominicales!

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Père Nicolas de Francqueville

– ¿Tiene derecho a viajar y desplazarse?

Más o menos. La última medida de la diócesis es obligar a cada católico, sacerdote o laico fiel que regresa del extranjero (cualquiera que sea el destino) a ponerse en cuarentena en su hogar durante quince días sin encontrarse con nadie.

Mientras que el gobierno de Hong Kong solo habla de cuarentena para las personas de China continental, donde el riesgo es mayor.

Yo debía ir a Tailandia mañana para una sesión de formación de MEP, organizada hace ya un tiempo. Pero tuve que cancelar en el último momento porque cuando regresé aquí, ¡debería haberme puesto en cuarentena durante quince días, lo cual no es posible con mi cargo como párroco!

– ¿Cómo se encuentra usted como católico?

El clima es bastante terrible, ¡pero también debemos dar gracias porque podemos continuar celebrando la Eucaristía!

También doy gracias por los católicos de Hong Kong que tienen fe y continúan viniendo en número a las diversas misas del fin de semana, teniendo en cuenta que los lugares de reunión se consideran como de riesgo y no se recomiendan.

En China continental y Macao, todas las iglesias han debido cerrar por orden del gobierno. El virus les brinda la oportunidad de fortalecer aún más el control sobre las actividades religiosas.

– ¿Cuál es su mensaje hoy?

En chino, la palabra “crisis” se traduce en dos caracteres: 危機. El primer carácter 危 indica peligrosidad, el segundo 機 indica oportunidad.

Que esta nueva crisis, ahora global, se convierta también en una oportunidad para fortalecer los lazos de solidaridad, crecer en humildad, desacelerar el ritmo frenético habitual para reenfocarse en lo esencial: el amor incondicional de Dios por cada persona; el que quiere que seamos como cristianos “sal de la tierra, luz del mundo”.

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