Lisbeth Añez, conocida en Venezuela como “Mamá Lis”, es una mujer luchadora, solidaria y defensora de la libertad. “Estoy convencida de que mi detención fue un plan de Dios para ayudar a otras personas”, dijo a Aleteia
Los planes de Dios sobre la vida de las personas a veces son impensables. Es lo que muchos entienden como los caminos escritos en renglones torcidos en los que muchas personas encuentran “la misión de sus vidas”. Así lo ha entendido Lisbeth Añez Tohmi, una venezolana, administradora de profesión, que un día del año 2014 decidió salir a la calle para protestar a su manera, ante la feroz respuesta del gobierno de Nicolás Maduro contra la juventud venezolana que reclamaba respeto a sus derechos sociales y civiles.
Desde ese momento, se convirtió en una madre para los jóvenes llevándoles agua, alimentos y palabras de aliento y solidaridad. Visitaba presos políticos y la tenebrosa cárcel que con temor veía desde afuera, un día la tuvo que conocer desde adentro. Fue el 11 de mayo de 2017, cuando se convirtió en presa política del gobierno de Nicolás Maduro. Más tarde salió en libertad, y sin renunciar a sus principios comenzó a canalizar sus inquietudes con una intensa labor humanitaria con los niños que padecen cáncer.
En medio de la faena humanitaria que significa visitar, consolar a los enfermos y familiares, entregar medicamentos e insumos; incluso, asumir tareas que le corresponden al Estado, habló con Aleteia. Contó su experiencia de vida, y el tiempo que pasó en El Helicoide, una de las cárceles atestadas de presos políticos en Venezuela.
“Es algo demasiado injusto que te priven de libertad simplemente porque pienses distinto”, dijo de primera mano al comenzar a contar su experiencia. “No solamente te ponen preso a ti, sino también a tu familia, especialmente cuando te incomunican y te aíslan de la gente que más quieres. Uno no sabe qué va a pasar contigo”.
Mamá Lis fue aprehendida por la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), en el aeropuerto Simón Bolívar, en Maiquetía, justamente cuando iba a tomar un vuelo internacional. Le fueron imputados los cargos de rebelión militar y traición a la patria. Estuvo varios días privada de libertad en este despacho, y posteriormente fue llevada a la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) en El Helicoide donde permaneció 118 días (cuatro meses) en una celda aislada del resto de la población penal. Como a todos, no se le permitió la visita de sus hijos, familiares y abogados defensores.
El 6 de septiembre de 2017 fue liberada, con medidas cautelares, ya que tiene prohibido salir del país, y debe cumplir un régimen de presentación cada 60 días ante el Tribunal 37 de Control que hace el seguimiento de su caso, un juicio que sigue abierto.
Se trata de un plan de Dios
Ante esa incertidumbre, relató que se aferró a Dios a quien le pedía que le diera fortaleza para entender esa “misión de vida” que le colocaba en su existencia. “Hoy más que nunca estoy convencida de que mi detención fue un plan de Dios para ayudar a otras personas que sufren en carne propia los desmanes de un sistema que no le importa las condiciones de vida de sus ciudadanos, sino su destrucción”. Muy segura, afirmó: “soy creyente de Dios y tomé esta dura experiencia de mi vida como una fortaleza para ayudar al prójimo”.
Cuando salió en libertad, integrantes del Foro Penal, la ONG que se encargó de su defensa, le presentaron un grupo de jóvenes que participaban en manifestaciones de calle, y que además, estaban enfermos de cáncer. Con gran entusiasmo los empezó a ayudar y realizar trabajo social con ellos. Pero quiso ir a más, y hacia finales de 2017 comenzó a vincularse con los niños que sufren cáncer, entregándose en cuerpo y alma a esta misión de vida.
Un año ayudando a los niños con cáncer
Expresó con satisfacción que en 2018 tenía mucha gente que la apoyaba, especialmente con los niños venezolanos y sus familias que no tienen recursos para cancelar los costosos tratamientos médicos. Ante esta solidaridad alcanzada a nivel nacional e internacional, decidió en enero de 2019 crear la Fundación Mamá Lis, la cual está integrada actualmente por unas 30 personas en Caracas que la ayudan en la logística y organización de lo referente a las donaciones que reciben especialmente del exterior en un 90 por ciento.
El objetivo es atender pacientes de diferentes centros asistenciales, entre ellos el hospital de Niños J. M, de Los Ríos, y el Hospital Universitario de Caracas. Sin embargo, actualmente se ocupa de atender a los pacientes del Oncológico Luis Razetti, “porque hay pocas fundaciones que llegan al recinto hospitalario, ya que hay mucha gente que desconoce la existencia del mismo”. Las ayudas se consiguen a través de las redes: @fundamamalis (twitter); @mamalisvzla (instagram) y el correo: mamalisvzla@gmail.com.
El esquema de trabajo es sencillo: se publica lo que se requiere y la gente colabora. “Preferiblemente recibimos medicamentos, tratamientos médicos, reacondicionamiento de centros hospitalarios. Además, a los padres de familia se les brinda ayuda económica, especialmente para los traslados de aquellos que viven en el interior del país hacia Caracas. Igualmente, durante el año realizan actividades sociales con los infantes hospitalizados, con el propósito de ofrecer acompañamiento emocional a los padres y los pequeños”, indicó.
El día en que Aleteia conversó con Mamá Lis, en el Servicio de Pediatría del Oncológico Luis Razetti, la fundación recibió la donación de dos neveras ejecutivas, las cuales servirán para ofrecer calidad de vida a los pacientes. Igualmente colocaron bombillos y repusieron ventanales, con el fin de ofrecer protección y resguardar la vida de los infantes. Por eso, agradeció a la directiva del Servicio de Pediatría del Oncológico que le ha dado “luz verde” a los planteamientos de colaborar con el reacondicionamiento del centro médico.
El trabajo de la fundación es una bendición
Mamá Lis y su equipo realizaron en un recorrido por algunas salas de hospitalización del servicio oncológico. En una de las habitaciones se dirigió a Odex Portillo, progenitora de la niña Ámbar Salazar, de 11 meses de edad, quien padece de Retinoblastoma en su ojo derecho desde que vino al mundo. Cada 21 días la niña ingresa al hospital para recibir quimioterapia. Mamá Lis le comunicó una buena noticia: “Contamos con los recursos para comprar una prótesis que le será colocada a la niña para superar su problema de visión”.
En la misma sala también se encontraba Reniel Antonio Mendoza, de tres años de edad, quien como Ámbar padece de Retinoblastoma en su ojo izquierdo. El pequeño recibe atención médica desde el 17 de septiembre de 2018. Del Valle Beria, madre de Reniel bendijo la labor de la fundación Mamá Lis en pro de la infancia del centro hospitalario donde está alojado su hijo. “Me siento bien y agradecida con la ayuda que he recibido”.
Pero la situación jurídica de Mamá Lis no deja de causarle tristeza. Hacia el final del encuentro, la activista por los derechos humanos confesó a Aleteia que desde el 2016 no ve a sus padres quienes actualmente viven en Arizona, Estados Unidos, como el resto de sus familiares. “Aspiro que la situación política del país sea superada, para poder volver a ver y compartir con mis padres y demás familiares”, concluyó esta valiente mujer venezolana.
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