The Mandalorian: ¿Un buscavidas que hace lo correcto?

Con The Mandalorian, la serie creada por el actor y cineasta Jon Favreau para el nuevo Canal de Disney, el universo Star Wars se expande por inesperados y espectaculares caminos, que supondrán un alivio para sus productores tras el tropiezo de taquilla de HanSolo: Una historia de Star Wars.

Su mayor acierto consiste en desviarse de los personajes habituales de la saga (los Skywalker, los Jedis, Han Solo, la Princesa Leia, etcétera) para enfocar el argumento y el protagonismo en muchos de los personajes secundarios (y, a veces, meramente extras) inventados por George Lucas, entre los que veremos jawas, tusken o moradores de las arenas, droides como IG-11, pilotos de X-Wing, soldados imperiales, ugnaughts… Sin olvidarnos de la recreación de escenarios ya conocidos, caso de la Cantina de Mos Eisley del planeta Tatooine. 

A esa perspectiva se le añade una estructura y unas referencias propias del western: los cazarrecompensas, los pistoleros solitarios, las bandas de forajidos al asalto, los tiroteos en poblados, la soledad del buscavidas…

Sin desvelar demasiado de la trama, podemos resumir la sinopsis principal en pocas líneas: el protagonista es un cazador de recompensas del planeta Mandalore, un hombre sin nombre que recorre la galaxia aceptando encargos para ganarse la vida después de la aniquilación (aunque no total, pues resurgirá en El despertar de la fuerza) del Imperio en la película El retorno del Jedi.

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Los mandalorianos siempre llevan una armadura de hierro beskar y un casco del que jamás se despojan en público. Se rigen por un estricto código y sus habilidades con las armas son legendarias. Cuando la serie comienza y vemos al Mandaloriano (voz de Pedro Pascal, cuerpo de Brendan Wayne) pensamos en seguida en Boba Fett y su padre, Jango Fett, dado que la indumentaria y el armamento son similares.

Pero, como se han apresurado a declarar sus creadores, Boba Fett no nació en Mandalore, sino que es un clon de Jango, y luego aprendió las habilidades y las normas propias de esos habitantes. Y aquí es donde advertimos la diferencia fundamental entre Boba Fett y El Mandaloriano de la serie:

Mientras que Boba Fett era despiadado y se guiaba por la venganza, el personaje al que da voz Pedro Pascal (muchos lo descubrimos en una de las temporadas de Juego de Tronos) actúa movido por otras convicciones: por lo que él cree que es correcto. Así, al final del primer episodio acaba salvando al prisionero al que acaba de capturar para ganarse una recompensa.

Teme que lo asesinen o lo torturen y lo pone a salvo. Lo más interesante es que, como los personajes de Clint Eastwood en los westerns de Sergio Leone, El Mandaloriano es hombre de pocas palabras y nunca le vemos la cara, ni siquiera los ojos, de manera que sus convicciones morales son expresadas por sus actos y por la entonación de la voz de Pascal.

Ése es uno de los grandes logros de la serie: de cómo un personaje que creíamos sin escrúpulos y con ansias de exterminio para obtener pagos y botines, acaba afrontando más peligros y combatiendo a más enemigos de los que esperaba por salvarle el pellejo a un prisionero.

Otro de los aciertos consiste en ver a las criaturas de ciertas razas, que sólo eran parte del decorado de La guerra de las galaxias o El imperio contraataca, metidas en aventuras y situaciones de mucha acción física, enfrentándose en el cuerpo a cuerpo o usando sus habilidades con los puños o con las armas.

Algunas de esas criaturas tienen las voces de actores como Nick Nolte, Clancy Brown o Taika Waititi, mientras que, en el caso de los humanos, cuentan con estrellas como Carl Weathers (el mítico Apollo Creed de Rocky), Gina Carano o el cineasta Werner Herzog. 

Cuando parecía que la saga, ahora que ha concluido el último capítulo de Star Wars, estaba agotada, creadores como Jon Favreau elevan la apuesta con tramas que se apartan del canon y a la vez mantienen un vínculo con las películas. Ya ha sido anunciada una segunda temporada: no nos sorprende y la esperamos con avidez.